Las prótesis robóticas, un paso adelante frente al cáncer óseo
Ponerle cara a las enfermedades siempre será importante para entender la diferencia entre una mejora radical que se traduzca en calidad de vida o una enfermedad que complique la vida de un paciente. Es el caso de padecimientos como el osteosarcoma, un tipo de cáncer óseo maligno que afecta con mayor frecuencia al género masculino y su ubicación anatómica más común está en los huesos largos: fémur, tibia y húmero, en muchas ocasiones la extremidad se pierde para salvar la vida del paciente, pero comienza un nuevo reto.
El osteosarcoma representa una de las principales preocupaciones oncológicas en la población más afectada: niños y adolescentes; este tipo de tumores tiene un pico de incidencia entre los 10 y 19 años de edad. De acuerdo con datos del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia, el osteosarcoma ocupa el segundo lugar como cáncer sólido más frecuente en menores de edad. Entre los síntomas del osteosarcoma están: huesos y articulaciones dolorosas e inflamadas, lesiones o fracturas sin causa aparente, fiebre frecuente y cansancio extremo tras la práctica de ejercicio sencillo o algún deporte.
Ricardo Walls pasó por esta compleja enfermedad, él perdió una extremidad, pero salvó su vida, el reto no ha sido fácil, pero ahora comparte con El Economista cómo lleva su vida con tranquilidad. “Yo fui diagnosticado con osteosarcoma desde que tenía seis años, recuerdo que esta enfermedad se empezó a detonar en mi organismo a raíz de un golpe que me di con un escalón de la resbaladilla en la espinilla, por debajo de la rodilla. Así comencé con sintomatologías como inflamación, dolor y mis padres me llevaron finalmente con el médico”.
En los años 70 en realidad no había mucho conocimiento al respecto, al menos no para un público amplio, pero incluso los doctores referían que la sintomatología era a causa del golpe y que todo era normal. Sin embargo, todo se agudizó en lugar de mejorar. “Mis padres me llevaron con varios doctores, nadie con diagnóstico certero, pero el último al que acudimos decidió tomarme radiografías y en todas aparecía una mancha negra en la parte de la tibia y el peroné”.
Finalmente se diagnosticó un sarcoma, “yo era chico y no entendía el alcance de la situación de lo que me estaba pasando, pero la decisión de amputar fue muy difícil para mi familia, luego llegó el momento de despertar ya sin mi pierna, con una sensación extraña, pero sin saber lo que venía”. Este tumor lo que va dejando a su paso es que deja dañada la parte ósea, por lo que en ocasiones se toma la decisión de amputar la pierna.
Las prótesis como una solución
A los siete años, Ricardo utilizó su primera prótesis que era prácticamente un socket de yeso que se acompañaba con tubo de acero (sin rodilla) y un pie muy rígido de madera. Eran muy rudimentarias y pesadas, además de poco funcionales. Esto le ocasionó a Ricardo situaciones de bullying, “de pronto los niños son muy crueles, pero afortunadamente siempre me hice de buenos amigos que me apoyaban, además de mi familia que ahí estaban para mi y hasta el día de hoy”.
En la vida de estos pacientes, las prótesis juegan un papel clave cuando la cirugía de resección es necesaria para eliminar el tumor óseo; o bien, a fin de resolver una fractura patológica que no se cura por el osteosarcoma.
Ricardo platica que los sockets o encaje (que es la pieza que conecta la prótesis al muñón del usuario) de aquellos tiempos le ocasionaron muchas lesiones, incluso los protesistas le decían que se tenía que hacer una llaga, “yo crecí con un calvario pensando que el dolor era parte del proceso. En los años 90 la tecnología avanzó, sobre todo en la función de materiales, esto me permitió tener un socket flexible y más amigable con la piel, esto para mí fue como primero caminar descalzo en piedras y luego caminar en alfombra”.
Walls ha pasado por infinidad de prótesis hasta llegar a componentes electrónicos, con un pie de carbón con retorno de energía que le permiten llevar su vida como cualquier persona, “puedo usar el camión, el metro, manejo, tomo un taxi. El acoplamiento que he tenido con las prótesis me ha permitido tener una vida laboral y social de la manera más simple”, dice.
Ricardo explica que pasa entre 15 y 20 horas al día con la prótesis: “a mis 56 años esto es posible gracias a que el socket que hoy uso es totalmente a mi medida y cómodo, como si fuera un zapato”.
El osteosarcoma sigue siendo un tema importante de atender porque previamente no hay una sintomatología, se detecta una vez que los efectos están ahí. Hoy todavía hay retos, porque los costos de prótesis son elevados (hablamos de hasta un par de millones de pesos), ya que son hechos a la medida. En México, por ejemplo, se tendría que promover un seguro para que las personas puedan acceder a esta tecnología y tener cubierta la enfermedad.