Las mentiras que nos decimos sobre el dinero (Parte 1 de 2)

Muchas personas piensan que si tuvieran más dinero, todo sería diferente. Que si ganaran más, no tendrían de qué preocuparse en el futuro. Otras ven una cosa linda en una tienda y piensan “trabajo mucho y me la merezco, la compraré, al fin que puedo pagarla a meses sin intereses”.

Estas son mentiras que nos decimos sobre el dinero. Es cierto que un gran ingreso ayuda mucho, pero como he discutido en este espacio, hay gente que gana sueldazos y aún así está endeudada, porque no saben manejar lo que tienen.

Por eso he querido escribir sobre algunas de las mentiras que nos decimos sobre el dinero y que mantienen a mucha gente en un círculo de ansiedad y deudas.

1: Seré más feliz cuando tenga esta cantidad de dinero.

El número puede ser 100,000, un millón o incluso el triple de lo que hoy ganas. Pero la realidad es que el dinero, por sí mismo, no compra felicidad, ni estabilidad, ni tranquilidad. Es una herramienta, no un destino.

Como mencioné antes, más dinero ayuda. Sin duda alguna. Pero el sólo hecho de recibir un aumento, una ganancia o una herencia no te va a resolver de golpe todos tus problemas. Incluso, si no lo sabes manejar, podrías agravarlos.

La psicología lo confirma. La realidad también. Hay una razón por la cual muchas personas que se sacan la lotería en Estados Unidos y se convierten en millonarios de la noche a la mañana, se gastan todo el dinero en un par de años.

Cada vez que alcanzas un nuevo nivel de ingresos, los gastos tienden a subir al mismo ritmo (o incluso más). ¿Por qué? Porque la mentira te hace justificar un estilo de vida más caro, sin cambiar el hábito de gastar. La clave no es perseguir cifras, sino aprender a manejar lo que tienes hoy.

2: Me lo merezco, aunque no me alcance hoy

Esta es la excusa favorita del consumismo. “Me merezco esos zapatos”, “Trabajo mucho y merezco irme de viaje”, “Merezco gastarme más de lo que gano al mes para ver en primera fila a mi artista favorito”.

Es bueno darnos un gustito de vez en cuando. Pero merecernos algo no significa que debamos tenerlo ahora mismo. El problema surge cuando confundimos el deseo con la necesidad. Por ejemplo: gastas $18,000 pesos en ir al concierto, argumentando que “después de tanto trabajo, me lo debo”. ¿Resultado? Una deuda que te perseguirá meses, incluso años. Esa es la diferencia entre un “gusto” y un “error”.

Si no te alcanza, ese “merecimiento” se convierte en una trampa. No es malo disfrutar, pero es peligroso usar el futuro para pagar el presente.

3: Tengo mucha fuerza de voluntad.

Nos convencemos de que, con disciplina, todo se solucionará. “Esta vez sí dejaré de usar la tarjeta”, “Ahorraré el 20% de mi sueldo”, “Controlaré mis gastos sin ayuda”. Pero la fuerza de voluntad se cansa si no se ejercita. Es muy bueno tenerla, ayuda, pero no puedes depender sólo de ella. Si no implementas una estrategia, creas un sistema o una estructura que funcione para ti, la fuerza de voluntad no alcanzará.

Recuerda que la planeación, la constancia, la disciplina es lo que sostiene el cambio. No el entusiasmo.

4: A mí no me va a pasar.

Esto lo he visto muchas veces. La gente subestima los riesgos porque cree que son problemas ajenos. “No necesito un seguro de gastos médicos porque no me enfermo. Además son muy caros”. “No habrá una crisis económica ni tengo riesgo de perder mi trabajo”.

Sin embargo, la vida está llena de imprevistos. No tener un fondo para emergencias o los seguros que necesitas es como ir por la vida sin cinturón de seguridad: eventualmente algo te golpeará.

La planeación no es paranoia, es realismo. Se trata, simplemente, de estar preparados para cuando la vida te tira una bola curva. La certeza absoluta no existe. Si juegas con fuego, tarde o temprano te quemarás.

En este espacio te he contado cómo, cuando tenía sólo 11 años, vi a mucha gente perderlo todo con el terremoto de 1985. Me tocó ver familias enteras que vivían, en tiendas de campaña, sobre los escombros que quedaron de su vivienda, porque no tenían más a dónde ir. Ojalá hubieran tenido un seguro.

En la segunda parte hablaremos de otras tres mentiras que nos decimos sobre el dinero. Engaños como “ahorraré más en el futuro” o “soy demasiado joven para pensar en mi retiro”, que son muy desafortunados. Casi todas las personas a las que he podido ayudar se arrepienten de no haber empezado antes.

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