Laberinto bursátil: señales en medio de la desaceleración económica y los retos arancelarios

Las proyecciones de crecimiento para México en 2025 se ubican entre 0.4% y 2.0%, reflejando una desaceleración global y una menor demanda externa. Este entorno podría impactar negativamente en las expectativas de utilidades de las empresas listadas en la Bolsa Mexicana de Valores, muchas de las cuales estarían ajustando sus objetivos junto con la presentación trimestral de resultados financieros.

Sin embargo, el fenómeno de relocalización de empresas extranjeras ofrece una luz entre las sombras. La migración de cadenas de suministro hacia México podría beneficiar a sectores como infraestructura, logística y manufactura avanzada, creando nichos de oportunidad dentro del mercado accionario.

El riesgo geopolítico más relevante para México en 2025 es la posible imposición de aranceles por parte de Estados Unidos. Una guerra comercial afectaría directamente las exportaciones mexicanas, la inversión extranjera y, en el mercado de divisas, al peso mexicano, que —a pesar de su resiliencia— podría regresar a niveles cercanos a 19.50 unidades por dólar.

La tendencia de las tasas de interés también es un factor determinante para la renta variable. En México, la autoridad monetaria conduce la política dentro de un ciclo de recortes, ubicando la tasa de referencia en 7.50%, con expectativas de que cierre el año por debajo de 7.00%.

Esta política tiene efectos mixtos sobre el mercado accionario. Por un lado, tasas más bajas reducen el costo de financiamiento, impulsan la inversión empresarial y hacen más atractiva la renta variable frente a instrumentos tradicionales como Cetes o Bonos. Por otro lado, los recortes pueden interpretarse como señal de debilidad económica, lo que podría moderar el entusiasmo de los inversionistas.

El Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la BMV acumula en el año una ganancia de 24.0%, un rendimiento atractivo considerando el entorno de incertidumbre en el que se ha desarrollado el mercado. Varias acciones locales superan este desempeño, como Megacable (MEGACPO) con un avance de 56.74%, Grupo México (GMEXICOB) con un alza de 52.15%, y Grupo Financiero Banorte (GFNORTEO) con un incremento de 29.16%.

Otra emisora que sobresale es la minera Peñoles (PENOLES), que reporta un rendimiento de 198%, ligado a la demanda internacional de oro, un activo clave en la composición de carteras en escenarios de volatilidad. En contraste, las acciones de Gruma (GRUMAB), Liverpool (LIVEPOLC) y Genomma Lab (LAB B) reportan pérdidas en lo que va del año.

Según el banco de inversión UBS, la renta variable de mercados emergentes (MSCI Emerging Markets) se muestra atractiva y podría estar reflejando una mejora en el contexto macroeconómico, junto con una tendencia más débil del dólar estadounidense. La mejora en la liquidez global debería impulsar nuevos flujos hacia activos de mercados emergentes.

El banco suizo estima que las ganancias deberían acelerarse, proyectando que el índice MSCI EM aumente 10.0% en 2025 y 14.0% en 2026, impulsado por la inteligencia artificial, la autosuficiencia tecnológica y las políticas antiinvolución de China.

No obstante, desde mi punto de vista, en lo que respecta al mercado accionario mexicano, la tendencia bajista de las tasas de interés ofrece soporte técnico, pero el bajo crecimiento y el riesgo arancelario limitan el optimismo. Lo recomendable sería adoptar una estrategia selectiva, priorizando empresas con fuerte presencia en el mercado interno, baja exposición a exportaciones sensibles y aquellas que se beneficien del nearshoring.

Las recientes tensiones entre Estados Unidos y China podrían aumentar la volatilidad del mercado. No obstante, es improbable una guerra comercial a gran escala, dado que ambas partes buscan evitar una disrupción significativa.

Debemos tener claro que la bolsa es un espacio de inversión que implica expectativas de rentabilidad. Cada uno de sus participantes proyecta sus objetivos y conoce su tolerancia al riesgo (o así debería ser).

De tal manera que 2025 no será un año de crecimiento explosivo, pero sí podría ser un buen año para el mercado accionario mexicano, con signos de resiliencia táctica. Solo las empresas mejor posicionadas para capear la tormenta arancelaria y aprovechar la ventana del nearshoring verán ganancias significativas, mientras que la cautela y la cobertura de riesgos serán las mejores aliadas del inversionista.

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