La transformación digital de la vida universitaria
De niño fantaseaba con la posibilidad de inventar tecnología como la que veía en las películas y caricaturas. Cuando leí “Yo, Robot”, de Isaac Asimov (1950), comprendí que esas fantasías se harían realidad de manera diferente a lo que imaginaba.
Pero desde que podemos dialogar con la Inteligencia Artificial (IA), ese robot de voz plana y ojos brillantes se aleja de la ciencia ficción para incorporarse como el nuevo compañero del aula. La IA atrae al futuro vertiginosamente transformando los modelos de negocio, la interacción social, la educación y todo lo que ponemos a su alcance.
Te puede interesar
-

Los Especiales
Innovar desde la emoción: redefinir la conexión humana en redes sociales

Los Especiales
Conoce 3 hacks para estudiar en el extranjero sin gastar de más
Las universidades enfrentan el reto de preparar a estudiantes para que no solo usen la tecnología, sino que también la comprendan, la cuestionen y la incorporen en sus actividades con un enfoque ético y humano.
El uso de IA en las universidades está creciendo de forma significativa. Estudiantes y docentes la involucran en procesos de planeación, generación de materiales, evaluación e investigación. La transformación del entorno de aprendizaje inspira a ir más allá de la aplicación e implementar acciones para fomentar el pensamiento crítico y enriquecer la experiencia de aprendizaje.
Como si fuera la punta del Iceberg, Zepeda Hurtado, et al. (2024), advierten que se aprecia solo su capacidad para personalizar el aprendizaje, automatizar procesos y mejorar la toma de decisiones educativas.
Pero surgen interrogantes acerca de si las universidades están formando a diseñadores de soluciones o solo a quienes las usan; así como la pertinencia de una transformación curricular que incluya ética de datos y pensamiento computacional como competencias transversales.
La IA permite el desarrollo de sistemas adaptativos, por medio del análisis de datos del estudiante.
Esto permite diseñar itinerarios formativos ajustados a las necesidades, ritmos y estilos de aprendizaje. Pero este fortalecimiento del rendimiento académico también conlleva riesgos como la dependencia tecnológica, la pérdida del pensamiento crítico y la autonomía del estudiante. Como afirman Chao-Rebolledo y Rivera-Navarro (2024), se requiere generar políticas institucionales y procesos de formación docente que permitan la coexistencia productiva, crítica y creativa de las herramientas de IA, sin perder de vista el impacto humano, social y formativo.
La integración de la IA en la educación superior plantea desafíos que no pueden ignorarse, como: la privacidad de los datos, la transparencia algorítmica, la equidad en el acceso y uso de la tecnología, y la necesidad de supervisión humana en los procesos automatizados.
Marcos normativos como el Reglamento de IA de la Unión Europea, que clasifica los sistemas educativos automatizados como de alto riesgo, y la Estrategia Nacional de IA en España, que promueve un desarrollo ético y sostenible, abonan al diálogo que en México detona propuestas legislativas y estudios académicos.
Como expresaron Corona Nakamura y González Madrigal (2023), respecto a que la ética debe guiar el diseño, implementación y uso de los sistemas. Pues solo así podremos garantizar que la redefinición de horizonte educativo que propicia la IA no sea una moda pasajera, sino una oportunidad para construir entornos inclusivos y centrados en el desarrollo de profesionales capaces de liderar esta transformación con conciencia ética y visión crítica.
*Dr. Luis Alfonso Osorno Montes, Coordinador de Procesos Académicos en Ciencias Exactas e Ingenierías, UNIVA Guadalajara.
