La tradición pesa más que el mercado laboral al elegir carrera
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En México, las decisiones vocacionales siguen estando ancladas en la tradición familiar . Derecho, Contaduría, Psicología, Administración o Medicina siguen entre las más elegidas por los jóvenes, aunque el mercado laboral lleva años mostrando señales de saturación o cambios en la demanda. Lo curioso es que, pese a saberlo, pocos cambian de ruta. Según el estudio “¿Por qué estudiamos?”, elaborado por Fundación SM, 33% de los jóvenes mexicanos elige carrera por las oportunidades profesionales que ofrece. Sin embargo, 60% admite que, si tuviera su futuro económico asegurado, habría optado por otro camino. Es decir, muchos no estudian lo que realmente quieren, sino lo que creen que deben. Juan Carlos Silas, investigador del ITESO, apunta que la tradición familiar y la falta de orientación vocacional siguen siendo determinantes. “En México, la orientación educativa es mucho menos valorada que en otros países. Muchos jóvenes toman decisiones con información incompleta, sin explorar bien las opciones que ofrece el entorno”. Y lo que no se conoce, no se elige.
Hay un desajuste entre lo que enseñan las universidades y lo que necesita el mercado. “Tenemos una narrativa instalada sobre ciertas profesiones que ‘dan prestigio’, pero no necesariamente garantizan empleabilidad”, dice Silas. De ahí que carreras como Contaduría, Derecho o Psicología sigan siendo populares, aunque no lideren los rankings de empleabilidad. De hecho, datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) confirman esta desconexión. Si bien Contaduría sigue entre las 10 carreras con más matriculados, su nivel de ingreso promedio no destaca frente a otras opciones más técnicas. Y aun así, permanece. Otra razón es el desconocimiento sobre sectores emergentes. “Hay jóvenes que no quieren carreras STEM, pero tampoco saben que pueden combinar su vocación con sectores con alta demanda como el marketing digital, el turismo especializado o la logística”, añade Silas. Muchas veces, la elección termina siendo una mezcla entre lo que la familia aprueba, lo que se alcanza con el promedio y lo que suena ‘seguro’ aunque no lo sea. El estudio de Fundación SM también revela una paradoja, pues aunque 88% de los jóvenes asegura que le apasiona lo que estudia, 70% considera que para tener éxito profesional es más importante estar bien relacionado que estudiar. Es una percepción que cuestiona el valor real del esfuerzo académico frente a las redes de contacto. Además, solo la mitad de los encuestados considera que el sistema educativo se está adaptando lo suficiente a las demandas del mercado. Por eso, no sorprende que muchos jóvenes prioricen la obtención del título por encima de las habilidades o conocimientos adquiridos. La creencia es que sin papel, no hay validación. A pesar de esta realidad, hay áreas de oportunidad. Silas asegura que desarrollar habilidades transversales como hablar otros idiomas, dominar herramientas digitales o fortalecer la capacidad de adaptarse, abre muchas puertas más allá del título profesional. “No se trata de forzar una vocación hacia lo técnico, sino de encontrar puntos de cruce entre lo que te gusta y lo que el mercado está pidiendo”.
La elección sin brújula En México, elegir carrera universitaria rara vez es una decisión tomada con plena conciencia del mercado laboral. La tradición familiar, la cercanía geográfica, la influencia de amigos o incluso una serie de televisión suelen pesar más que los datos duros. Y eso tiene consecuencias. Claudia Valencia, directora asociada internacional de College Board, lo ha visto repetirse una y otra vez. “No es algo exclusivo de México. También ocurre en Colombia y Brasil. Los estudiantes siguen inclinándose por las mismas áreas. Pero lo hacen sin información suficiente sobre lo que viene después”, comenta. Parte del problema es que la orientación vocacional en el país es todavía muy débil. “En muchos casos, los estudiantes reciben una hojita con un test rápido y con eso definen su futuro”, cuenta Alexa Villegas, coordinadora académica de la Prepa Anáhuac. “Nos falta una cultura de acompañamiento real, donde los chicos puedan descubrir sus intereses, habilidades y posibilidades desde temprano”. En el sistema que coordina Villegas, los estudiantes pasan por un proceso de tres años. Primero, autoconocimiento. Luego, exploración de opciones. Al final, un plan de vida y carrera. Pero esa experiencia no es la norma. “Muy pocos jóvenes se van a estudiar fuera de su ciudad. La mayoría sigue viviendo con sus padres. Eso retrasa la autonomía y muchas veces deja la decisión de carrera en manos de expectativas familiares”, señala. Esa desconexión entre escuela, familia e industria deja a los estudiantes en una encrucijada. Muchos terminan eligiendo carreras por tradición, no por vocación. “Yo estudié Contaduría, pero he trabajado toda mi vida en educación”, confiesa Villegas. “No es raro. Hay estudios que dicen que el 70% de los egresados no trabaja en su área”. A falta de claridad, algunos se refugian en lo que suena bien. “Pero no ejercen. A veces la idea romántica de una carrera se impone a la realidad del campo laboral”. Aun así, hay herramientas. College Board tiene exámenes de colocación, recursos digitales, tests de carrera, y la plataforma en español
planeafuturo.org que permite explorar opciones profesionales y académicas desde preparatoria. Aunque el acceso a estas herramientas sigue siendo limitado y no todas las escuelas las promueven. “También influye que el mercado valora cada vez más las soft skills, además de los estudios”, añade Villegas. “Entonces, más allá de qué carrera estudies, el desarrollo de habilidades humanas también cuenta”. ¿Qué pasa si alguien quiere estudiar Derecho aunque el campo esté saturado? “Lo más importante es que te guste”, dice Valencia. “Estudiar algo que no te apasiona por cuatro años y medio solo porque ‘deja dinero’ es una apuesta riesgosa. Mejor hacer algo que disfrutes y luego buscar formas de especializarte o encontrar oportunidades”. Ambas expertas coinciden que trabajar desde joven, involucrarse con la industria y explorar opciones ayuda a reducir la brecha entre vocación y realidad. “No siempre puedes tener todo claro a los 17 años”, dice Villegas, “pero sí puedes construir tu camino paso a paso, con información y experiencias que te acerquen a tu lugar en el mundo”. El reto está en construir puentes entre la pasión y la posibilidad. Y eso solo se logra con mejores sistemas de orientación, información accesible y una cultura que valide más la diversidad de caminos profesionales, más allá de la herencia familiar o los clichés del éxito.
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