La TPV de David contra Goliat

En el famoso pasaje bíblico, David sin más armas que una honda y una piedra, vence al colosal adversario filisteo Goliat, temible guerrero de descomunales proporciones y fuertemente armado, al lanzar con precisión su proyectil e impactar la cabeza del gigante, derribándolo y dándole muerte. De ahí se desprenden varias lecciones que generalmente son referidas a la importancia de la determinación, coraje y voluntad, aún bajo las condiciones más hostiles y desfavorables, que pueden ser definitorias al grado de ayudar a conseguir una victoria que, en principio, pudiera pensarse inverosímil. En el mundo de los negocios, las guerras comerciales por conseguir mercados también requieren de muchos recursos para salir avante y usualmente, las empresas que cuentan con más infraestructura, capital y presencia, juegan con ventaja frente a los emprendimientos cuyas capacidades económicas son notoriamente menores y deben suplir en ocasiones, la falta de infraestructura con estrategias más arriesgadas, pero de menor costo. El servicio de aceptación de pagos mediante Terminales Punto de Venta (TPV) puede ser un buen ejemplo.

Todos utilizamos en mayor o menor medida estas TPV cuando consumimos en un restaurante, compramos bienes en tiendas, para la renta de vehículos e incluso el pago de ciertos servicios educativos, mecánicos y hasta profesionales como los médicos; ingresando en el dispositivo nuestra tarjeta de débito o crédito, introduciendo la firma electrónica correspondiente o simplemente, aproximando nuestra tarjeta al sensor del aparato y concretando la operación de inmediato. El pago se hace, mediante una eficiente herramienta alternativa al uso de dinero en efectivo, a las transferencias bancarias (con sus derivadas CoDI y DiMO), o el ancestral libramiento de un cheque. Los mercados y sistemas de pagos avanzan en congruencia con la evolución tecnológica, pero ¿qué sucede con los jugadores? ¿están siendo los más antiguos, grandes y fuertes los que ganan más terreno en esta nueva justa?

Como toda buena historia, veamos cómo han evolucionado sus personajes en éstos últimos años. Comenzando al cierre de 2016, con un universo de 1.6 millones de TPVs, en donde los Bancos y las Entidades de Ahorro y Crédito Popular (EACP) reportaban contar con el 54.6% de los dispositivos, mientras que los Agregadores de Pago (Agregadores) sumaban el 45.4% restante; 2017 el total de TPVs crece a 2.10 millones y las proporciones son para los Bancos y las EACP 45.8% y para los Agregadores 54.2%; 2018 reporta 3.3 millones de TPVs de los cuales 41.1% son Bancos y EACP, mientras que el 58.9% restante es para los Agregadores; 2019 tiene un crecimiento importante y suma 4.10 millones de aparatos con 40.4% para la Banca y EACP y 59.6% para los Agregadores; 2020 tiene un universo de 4.30 millones de dispositivos, 35.7% para Bancos y EACP y 64.3% para Agregadores; en el 2021, la tendencia continúa en el mismo sentido con el 25.3% para la Banca y EACP y el 74.7% para el sector Agregador. Según información publicada por el Banco de México, estimando cifras de cierre de 2024, que es la información pública más actual, el universo cambió para llegar a 6.3 millones de TPVs, conservando la banca una participación de alrededor del 12%. Pareciera que la tendencia es clara, la pregunta es ¿los bancos no pueden o no quieren?

La información de estos participantes en redes no bancarios, por su naturaleza no regulada, usualmente no es pública, mientras que en el caso de las instituciones bancarias es una obligación y en números gruesos reportaron una utilidad sólo en lo que va del primer semestre de este año de poco más de 152 mil millones de pesos, suficiente para armar una buena fiesta. Creo que podemos imaginar quién es David y quién Goliat en este ejemplo.

Sólo para efectos ilustrativos, tomo los que al parecer son los top 3 de cada categoría en el sector TPVs; por parte de los bancos: Citibanamex, BBVA y Santander. En el bando de los retadores: Clip, Mercado Pago y Conekta; obvio la pregunta es ¿por qué los retadores con menos recursos superan al poderoso sistema bancario?; y tal vez la respuesta es que los productos bancarios atienden el interés de la institución, mientras los otros, las necesidades del mercado. Ambas son empresas mercantiles y lucrativas, pero ¿hasta dónde los bancos están dispuestos a disminuir ganancia por servicio?, tema que igualmente se puede apreciar cuando se habla de inclusión financiera en comunidades rurales lejanas. Por la otra parte, David va por todo.

Así las cosas, podríamos suponer que el servicio TPV de los Bancos tiene como ventajas: (i) En algunos casos, comisiones más bajas que las de los Agregadores y con ciertas economías de escala; (ii) Particularmente en débito, tiempos de liquidación (T+1); (iii) Regulación/supervisión CNBV completa; y (iv) Soporte con posibilidad de servicio presencial en centros de atención. Por el contrario, las desventajas: (i) Suele pactarse el pago de una renta mensual e incluso pena por facturación mínima (es fuerte, pero si no vendes lo mínimo que el Banco espera de ti, te sanciona) y un plazo mínimo de entre 12 y 24 meses; (ii) Requerimientos de contratación/trámites presenciales o mixtos; (iii) en ocasiones plataformas o sistemas propios; y (iv) a veces la contratación del servicio de datos es responsabilidad del cliente o a través del Banco, pero con un cargo adicional.

Por lo que hace a los proveedores no bancarios de este servicio, sus desventajas podrían ser el espejo inverso de las ventajas y desventajas bancarias, aunque vale enfatizar que, en este caso, cuando no hay rentas mensuales ni plazo mínimo, ciertamente existe un costo por adquisición del dispositivo que, en los bancos, no hay o es menor; y dependiendo del sector al que corresponda la transacción, las comisiones pudieran ser más altas en las empresas no bancarias (aquí el proveedor asume el riesgo del comercio y si no hay ventas o son menores, no cobra o cobra menos), al tiempo en que la atención se da básicamente a través de servicios telefónicos, chats personales o automatizados. Así las cosas, dependiendo de cada institución y producto, pareciera que los servicios TPV bancarios son más convenientes para las empresas medianas o grandes, más acordes con algunos de sus modelos de negocio por contar con volúmenes de facturación uniformes; que la atención de las MiPyMES y PyMEs, que finalmente representan cuantitativamente a la mayoría del sector productivo del país, y en el que a la fecha subsisten las deficiencias en la prestación de servicios financieros.

Finalmente, a diferencia del pasaje de David y Goliat, el resultado no deriva del poder o no poder de cada uno de los contrincantes, sino en el querer o no querer de cada uno de ellos, siendo menester enfatizar el importante aporte a la inclusión financiera logrado en poblaciones no bancarizadas por los Agregadores y Adquirentes no Bancarios, bajo modelos que priorizan la rentabilidad por volumen sobre la individualizada.

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