La reputación ya no tiene oficina privada

Hoy ningún emprendedor ni empresario puede separar su vida personal de su liderazgo. Lo que haces fuera de la oficina también construye —o destruye— la reputación de tu negocio. Un celular basta para que un gesto o reacción se vuelva público y defina si generas confianza o desconfianza en tu equipo, clientes y socios.
Esa es la incomodidad de esta era: ya no lideras solo con decisiones estratégicas, sino con tu sombra. Lo que antes quedaba en privado ahora se proyecta sin filtros. Ahí entra el liderazgo de impacto: el que entiende que cada acto comunica y moldea cultura, incluso cuando crees que nadie te observa.
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Hace unos días, en una cena en la Ciudad de México, un ejecutivo de alto rango, con resultados impecables y discursos ensayados, me dijo con total seguridad:
—“Mientras entregue resultados, lo que haga en mi vida privada no debería importarle a nadie.”
La mesa se quedó en silencio. Yo respondí. Le hablé desde la óptica del liderazgo incómodo: hoy no lideras solo con decisiones visibles, también con tu sombra. Tus valores, tu carácter, la forma en que tratas a los demás… todo eso comunica. Y todo eso se ve.
Los últimos meses lo confirman. Andy Byron, CEO de Astronomer, fue grabado en un concierto de Coldplay abrazando a su directora de Recursos Humanos en plena kiss-cam. Al día siguiente estaba suspendido y poco después renunció.
Luego, Piotr Szczerek, CEO polaco de Drogbruk, fue captado en el US Open arrebatando una gorra que un tenista había regalado a un niño. Lo bautizaron como “Hat Thief CEO” y tuvo que dar explicaciones públicas.
Y más cerca de nosotros, un empresario mexicano fue grabado en un torneo de pádel golpeando a otro jugador tras perder un partido. No hizo falta su nombre: las redes lo bautizaron como “Lord Pádel” y su reputación empresarial quedó marcada.
Algunos dicen que el error fue la mala suerte de una cámara encendida. Pero el problema es que actuaron como siempre… solo que esta vez alguien los grabó. ¡Vamos! Lo que vimos no fue una excepción: fue una expresión sin filtro que, al salir de lo privado, mostró lo que realmente habita detrás del cargo. Y eso, cuando representas una empresa o una marca, nunca es inocente.
Ahí entra el liderazgo de impacto, porque cuando tienes poder, cada gesto es un mensaje; y cuando lideras personas, cada comportamiento moldea la cultura organizacional. No importa si ocurre dentro o fuera de la oficina.
Por eso en mi nuevo libro “De jefe a líder impactante” explico por qué liderar no es solo dirigir desde la oficina o alcanzar metas trimestrales. Es entender que todo lo que haces, dices y permites se replica, moldea equipos y deja huella. Y hay líderes que aún no lo han comprendido: siguen creyendo que su poder se limita a los resultados, sin darse cuenta de que su verdadera influencia empieza cuando creen que nadie los está viendo.
Hoy, cada líder tiene un público, aunque no tenga followers. Cada celular es una cámara encendida y cada acto, por más pequeño, puede ser leído como símbolo porque representas algo más grande que tú: una cultura, familias, una marca, un estilo, una ética.
Creo que la pregunta no es si te están viendo. La pregunta es si ya lideras como si todos te estuvieran viendo… porque lo están. Porque si solo eres congruente cuando hay testigos, ya dejaste de liderar.
Recuerda: tu reputación ya no tiene oficina privada. Hoy, lideras también con tu sombra. Y si no eres tú quien cuida lo que representas… serás tú quien pague el precio cuando esa sombra se proyecte en pantalla grande.