La ONU, en la encrucijada
No es fácil ubicar en el tiempo un momento tan complejo como el actual para los organismos multilaterales.
La polarización ideológica ha provocado visiones maniqueas de gobernantes cuyo único deseo es la acumulación de poder. Es decir, no están dispuestos a que organismos multilaterales tomen decisiones colegiadas vinculadas a su radio jurisdiccional.
La ONU cumple 80 años, pero tal pareciera que sus principios fundacionales han dejado de gustar a varios gobernantes.
Al escuchar algunas intervenciones de jefes de Estado en la Asamblea General de la ONU podemos comprobar su distanciamiento del derecho internacional, el respeto por los derechos humanos y por la democracia.
Su retórica sobre la destrucción de la ONU resulta preocupante y a la vez indolente.
Es preocupante porque no existe un organismo que pueda sustituir a la ONU. En aquellos lugares olvidados por la codicia política, llega la ONU; en los sitios más remotos donde la pobreza gobierna, llega la ONU; en países donde no llegan las vacunas, llega la ONU.
Es indolente por la nula sensibilidad de políticos que proyectan indiferencia sobre el mundo; creyendo que son superiores solo por el desarrollo industrial y fortaleza financiera de las naciones que gobiernan, se sienten con derechos a pisar a las naciones menos favorecidas.
Por lo anterior, hoy más que nunca los gobernantes de países democráticos que están dispuestos a respetar las reglas que firmaron sus antecesores, donde anteponen el respeto a los derechos humanos y al derecho internacional frente a estrategias cortoplacistas y de ambición personal, deben de formar un frente común en defensa de la ONU.
La tarde de ayer el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, presentó, en sustitución de la presidenta Claudia Sheinbaum, un discurso frente a la Asamblea General de Naciones Unidas.
La apuesta del gobierno, mencionó De la Fuente, es por “reivindicar el derecho internacional junto con los derechos humanos”.
“Las guerras en Gaza, en Ucrania, y en todos los otros lugares donde ocurren, tienen que parar ya”, comentó.
“No dejaremos de insistir en el llamado urgente al cese al fuego para alcanzar, siempre, una solución negociada, con la participación de todas las partes directamente involucradas”.
Sin la ONU el mundo viajaría hacia el pasado bélico donde la ley del más fuerte dejaría en vilo a millones de personas.
Hoy, vemos a varios presidentes romper con las viejas alianzas que en su momento representaron progreso conjunto.
No hay duda de que un bloque de países, como lo es la Unión Europea, resiste las duras exigencias de viejos aliados.
Es necesario reformar a la ONU para que sobreviva.