La mayoría de los jamones no son lo que dicen… Profeco revela las mejores y peores marcas en 2025

La mayoría de los jamones no son lo que dicen… Profeco revela las mejores y peores marcas en 2025

En un análisis detallado de 32 marcas de jamón disponibles en el mercado mexicano, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) concluyó que no todos los productos que se venden como jamón lo son. Muchos incumplen con lo que exige la Norma Oficial Mexicana (NOM-158-SCFI-2003), ya sea por añadir ingredientes no declarados, modificar el orden de los componentes o por deficiencias sanitarias. Esto pone en entredicho la calidad, veracidad y hasta la legalidad de varios productos populares.

¿Qué sí es un jamón?

Según la norma oficial, un jamón debe estar elaborado exclusivamente con carne del cerdo o pavo, siempre que estos animales sean considerados aptos para el consumo. A esto se suma una clasificación por calidad —extrafino, fino, preferente, comercial y económico— determinada por su contenido de proteína libre de grasa, niveles de humedad, adición de féculas y soya.

Te puede interesar

¿Por qué Profeco señala que “no son jamones”?

Porque muchas marcas etiquetan como jamón productos que contienen carne de pollo, pasta de ave, féculas en exceso o agua como primer ingrediente, sin declararlo correctamente. En algunos casos, el etiquetado está alterado para parecer más saludable o de mejor calidad, aunque en realidad se trata de embutidos de bajo contenido cárnico y alto en sodio.

Los tres mejores jamones comerciales

A pesar de las irregularidades detectadas, Profeco identificó 3 marcas que cumplen con los requisitos sanitarios, de etiquetado y calidad exigidos para la clasificación comercial (mínimo 12% de proteína libre de grasa, hasta 10% de fécula y hasta 2% de soya):

  • Granja Món Plus / Jamón Virginia de Pavo
  • Capistrano Vita Deli / Jamón Virginia de Pavo
  • GOLDEN HILLS / Jamón de cerdo y pavo

Estas tres opciones destacan por su contenido proteico adecuado, bajo nivel de grasa, respeto a los límites de humedad y buena calificación en el etiquetado y manejo sanitario. Son, por tanto, alternativas confiables dentro del segmento de jamón comercial.

Jamon<!–>Enlace imagen

JamonFreepik

Los 3 peores evaluados

Por el contrario, las marcas Campestre, Parma Campestre y Don Fer fueron las que obtuvieron los peores resultados. En ellas se identificaron ingredientes no declarados (como carne de pollo o pasta de ave), exceso de soya y fécula, así como el uso de agua como ingrediente principal sin mencionarlo de forma transparente. Además, su bajo contenido proteico y la falta de veracidad en el etiquetado comprometen su clasificación como “jamón” bajo la normativa vigente.

Consideraciones importantes al momento de comprar

Uno de los errores más comunes del consumidor es pensar que términos como “Virginia” o “Americano” se refieren a una calidad superior. En realidad, estos nombres no significan nada en términos normativos; simplemente hacen alusión al estilo de preparación, no a la calidad nutricional ni al origen cárnico del producto. Por tanto, no deben influir en la decisión de compra si se busca un producto confiable.

Otro punto crucial es el orden de los ingredientes en la etiqueta. Muchas marcas utilizan agua como componente principal pero lo colocan en tercer o cuarto lugar, lo cual está fuera de norma. La legislación obliga a declarar los ingredientes en orden decreciente según su cantidad, por lo que si el agua aparece primero, debe decirlo. Esto es clave para identificar embutidos que sustituyen carne por líquidos o féculas.

El contenido de sodio también debe observarse con cuidado. Algunas marcas, incluso dentro del segmento económico, alcanzan hasta 1129 miligramos de sodio por cada 100 gramos de producto. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un adulto no debería superar los 2400 miligramos de sodio al día, por lo que una porción generosa de jamón puede representar casi la mitad del límite diario. Para niños, el umbral es aún menor.

Además, es fundamental verificar si el producto contiene soya o almidones, especialmente si hay alergias o intolerancias en casa. Muchos jamones comerciales y económicos agregan estos ingredientes para abaratar costos, lo que impacta directamente en su valor nutricional. La fécula, por ejemplo, puede llegar hasta el 10% permitido en esta clasificación.

Finalmente, si se adquiere jamón rebanado en mostrador, es obligación del comercio mostrar la etiqueta al consumidor. Exígela y revisa que se respeten las normas de refrigeración, fecha de caducidad y que el empaque esté cerrado al momento de la compra. El jamón debe ser lo último que entre a tu carrito y lo primero que guardes en el refrigerador, para conservar su frescura y evitar riesgos a la salud.

–>

admin