La luna llena de septiembre y el vuelo: un instante eterno a través de la lente del maestro Miguel Cervantes Sahagún

TIJUANA, SEPTIEMBRE 9, 2025.-  La noche del ocho de septiembre, el cielo de Tijuana entregó a los ojos del maestro y artista de la cámara Miguel Cervantes Sahagún una extraordinaria postal que roza lo imposible.

Posó en el cielo la luna llena, inmensa y clara, (todo sueño de un fotógrafo) y ese momento lo capturó el talentoso lente del maestro. Un instante en la infinitud del tiempo, un momento irrepetible que el cazador gráfico logró con un disparo certero que el mismísimo cupido le hubiese envidiado, en ese mágico momento.

El obturador se abrió para dejar pasar la luz lunar y así captar una parte de este enorme espejo celeste que el mundo quisiera ver a detalle, pero no podemos. Nos falta saber de obturación de diafragma, de velocidad de exposición, ASA, ángulo y otros detalles que son el secreto del buen fotógrafo.

En la imagen se dejaron fotografiar los cráteres ancestrales.  Dibujan cicatrices de la historia, de nuestro universo. Ahí están incontables, algunos enormes, otros más pequeños, pero todos estos accidentes se muestran en una infinita paz.

En la frente de la luna, cruzando el disco luminoso, aparece la silueta de un avión. Pasa por Tijuana, por su luna llena, se atraviesa en la foto del artista.

Miguel, con su genio astuto y divertido, captura lo cotidiano y lo cósmico, en una sola foto, en un solo instante, en su lente, en su ojo fotográfico, en su inteligencia periodística.

El hierro humano, la tecnología del siglo XXI desafiando el cielo y la luz eterna, que para nuestra ínfima existencia, nunca dejara de mirarnos a esta nuestra generación y la de nuestros hijos, los nietos y bisnietos, al menos por los próximos 10 mil millones de años, antes del colapso de nuestra estrella, el sol.

La fotografía reúne dos dimensiones: la del sueño y la del viaje. La luna, testigo milenario de poetas y guerreros, hoy se hace escenario de una nave que une vidas y acorta espacios, como si en ese instante se sellara un pacto entre el hombre y el infinito. Eso fue lo que captó, lo que acomodó Miguel en este mundo de ilusiones.

En Tijuana, donde las historias atraviesan fronteras, la imagen de Miguel Cervantes Sahagún nos recordó que la poesía no siempre se escribe o se dice con palabras: a veces se enciende en el cielo, y un clic basta para guardarla para siempre.

Gracias Miguel, eres grande hermano!

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