La lección argentina para la diplomacia mexicana
Dentro de lo complicado que resulta la relación cordial con el gobierno de Donald Trump existe una ventaja táctica que tienen tanto el Presidente de Estados Unidos como la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, ambos están al arranque de sus administraciones.
Lo que implica que por ahora ninguno de los dos países tiene el peso adicional de los asuntos electorales.
Sin embargo, el tiempo pasa rápido y los temas son complejos, por lo que es indispensable que, al menos del lado mexicano, se impulse la institucionalización de la relación bilateral.
Hoy, a pesar de la existencia del T-MEC, los dictados de Trump se sobreponen a la letra misma del pacto y solo con un refrendo durante este su segundo mandato se podría aligerar la presión antes de las temporadas electorales.
La semana pasada, un mensaje del Presidente de Estados Unidos pasó casi inadvertido, pero encierra un recado muy poderoso a la política latinoamericana.
Más allá evidentemente de la orden de ejecutar acciones terrestres en Venezuela, al tratarse de un país bajo el mandato de un dictador acusado de narcotráfico, hay que retomar el recado que mandó a los argentinos.
De entrada, Javier Milei ya logró algo que la presidenta Sheinbaum aún no: el encuentro cara a cara con Donald Trump.
Aunque México y Estados Unidos, con sus respectivos tintes autocráticos, han encontrado espacios de conveniencia, es un hecho que las afinidades políticas tienen un peso específico en la balanza.
El Presidente de Argentina salió de La Casa Blanca con dos apoyos fundamentales: una línea swap por 20,000 millones de dólares y la condición de que si los electores argentinos no respaldan el movimiento político de Javier Milei en las elecciones del próximo domingo, que se olviden de esa línea de salvamento.
No hay amenazas de operaciones de la CIA, ni buques frente a las costas, simplemente la advertencia de que la ayuda financiera tiene un costo electoral para los argentinos.
Si entendemos la naturaleza del régimen actual en México, que aun con la ausencia presencial de López Obrador se siguen sus dictados al pie de la letra, así podremos entender que MAGA (Make America Great Again) puede trascender el tiempo físico de la presidencia de Donald Trump.
Estados Unidos tiene elecciones intermedias el próximo año y México en el 2027, ahí empezarán a pesar más las decisiones de corte electoral, ahí es cuando pueden pesar más esas ayudas mexicanas, humanitarias y soberanas, a las dictaduras como la cubana.
Por lo impredecible de los regímenes autocráticos de ambos lados de la frontera, es importante que esta época que está menos contaminada por los temas electorales sirva para institucionalizar las relaciones bilaterales, sobre todo en lo comercial, por la coyuntura de la revisión del TMEC.
El gobierno mexicano ha sido inteligente y prudente en su manejo con el impredecible gobierno de Trump, pero la brecha ideológica es enorme.
Por ello, blindarse con reglas claras y evitar gestos de confrontación ideológica, como ayudar a dictaduras, es indispensable para no elevar la factura cuando lleguen los tiempos electorales.