La evolución de la gobernanza a más de dos décadas del origen de los Criterios ASG
¿Qué tanto hemos crecido en materia de gobernanza en las últimas décadas? La evolución ha sido significativa, aunque diría que hay grandes retos que en la actualidad siguen latentes, que no solo requieren de avances y colaboración empresariales, sino que traspasen fronteras culturales, sociales y políticas.
Desde su origen en 2006, los criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza), han evolucionado significativamente, transformando la manera en que las empresas abordan la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa, en principio se referían a aspectos ambientales, sociales y de gobernabilidad que las compañías debían considerar en sus estrategias, y que incluían la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero hasta la transparencia en la gestión empresarial.
Ahora el concepto ha pasado de enfocarse en la maximización de beneficios a corto plazo a uno que integra la sostenibilidad y la responsabilidad social, prácticas éticas y una estructura de gobierno que promueve la equidad y la inclusión como la forma correcta de hacer negocios.
Gracias a ello, con la implementación de criterios ASG también se ha aprendido a gestionar riesgos de manera más efectiva, identificar aquellos que son ambientales y sociales, y promover normas para generar una mayor resiliencia organizacional.
Las prácticas Ambientales, Sociales y de Gobernanza también son un referente en inversión, ya que las personas dispuestas a otorgar capital no solo buscan empresas rentables, sino aquellas que tienen un impacto positivo en el medio ambiente y la sociedad, lo cual ha derivado en un aumento en su adopción.
El sector de cuidado personal y del hogar, puede contarse como un caso de éxito, cada vez son más las empresas a las que se les atribuyen buenas prácticas en gestión de agua, reducción de residuos, reciclaje, creación de procesos de economía circular, y de regulaciones para mejorar la igualdad corporativa entre hombres y mujeres, eliminación de estereotipos, y no dudo que otros sectores estén emprendiendo y haciendo lo propio desde su trinchera.
Sin embargo, a pesar de los avances aún hay grandes desafíos de recopilación de datos precisos y la integración en procesos existentes. E incluso, en un contexto geopolítico cambiante e incierto, ciertas iniciativas que se han implementado recientemente marcan un retroceso.
Por ejemplo, con la llegada del presidente Donald Trump comenzaron a desmantelarse políticas de cambio climático y energía renovable, con el propósito de acelerar el desarrollo de combustibles fósiles, decisión que no puede considerarse con un alcance local ya que al ser una de las economías más poderosas del mundo, este mensaje permea alrededor del mundo junto con sus efectos climáticos.
Por su parte China, otra de las grandes economías globales, también es uno de los países industrializados que más emisiones de dióxido de carbono desprenden con un 27 % y un tercio de los gases de efecto invernadero de todo el mundo, y aunque este país cuenta con 54 millones de “empleos verdes”, de los cuales más de 4 corresponden al área de energías renovables, sus esfuerzos aún deben redoblarse, con regulaciones públicas que impulsen un mejor actuar de las empresas.
Nunca es tarde, para emprender acciones de ASG que beneficien a todos, algunas cifras del Banco Mundial anticipan que una de las consecuencias de no tomar acción es un futuro incierto y poco costeable por el cambio climático, se estima que las perdidas serían entre 0,5% y el 2,3% hacia el 2030.
Y aunque la evolución no solo se trate de permear y reducir el impacto ambiental, hoy sabemos que, si no cuidamos nuestro planeta, no habrá testigo que pueda reconocer los importantes cambios de la humanidad dados en materia de gobernanza, inclusión y equidad.
Miguel Ángel Marín de la Parra es presidente del Consejo de CANIPEC.