La economía argentina de Milei después del 26-O

El pasado domingo 26 de octubre el partido del presidente Javier Milei avanzó una vez más en las elecciones a casi dos años de haber llegado al poder. Para los mercados la noticia fue recibida “con alivio” ante la incertidumbre generada desde el pasado 7 de septiembre con la contundente victoria de Axel Kicillof en Buenos Aires –o la primera derrota del palermitano, como se quiera ver. Eso suponía llegar a estas elecciones con el riesgo del regreso del populismo peronista-kirchnerista donde predominaba la subordinación del banco central a los intereses del gobierno y el cepo cambiario para “proteger” las reservas que, como dirían los clásicos, generó la inflación histórica que ahora está intentando combatir el gobierno.

La retórica de Milei parece no cambiar, asegurando que “pasado el punto de bisagra” empezaría “la construcción de la Argentina grande” afirmando de nuevo en el discurso el déficit cero y la no emisión monetaria para institucionalizar el “plan de choque” iniciado en 2023. Algunos datos parecen sustentar su discurso: el año pasado, por primera vez después de una década, el país registró un superávit financiero y redujo el gasto real del gobierno en casi 30 puntos porcentuales. En esa tesitura, la inflación anual se redujo a dos dígitos, logrando frenar la inercia inflacionaria en el país.

Sostener ese esquema monetario en esta “nueva estabilización argentina” es la verdadera prueba económica para Milei en el tiempo restante. El requisito inicial de la dominancia monetaria parece hecho. Sin embargo, para sostener ese aparente equilibrio necesita una regla para evitar volver a la dominancia fiscal, la consistencia de este proceso de ajuste en todo momento y la legitimidad social de recortes del gasto con crecimiento. Sostener el equilibrio ya no pasa sólo por aspectos técnicos –que pueden cuestionarse– ya es un tema de la credibilidad de la política como regla por encima de políticas discrecionales. La sola estabilización de los precios no será suficiente para alcanzar el objetivo si colateralmente desestabiliza la parte política por falta de apoyo social. Paradójico, estabilización (económica) con desestabilización (social). El riesgo de una caída es latente. Guardando todas las proporciones, estos primeros logros relativos del plan económico de Milei nos remontan al histórico y exitoso Plan de convertibilidad de Domingo Cavallo de los años noventa, que tenía una caja de conversión y por ley un tipo de cambio fijo trasladándole al tipo de cambio cierta credibilidad, aunque la desconfianza en la sostenibilidad fiscal, entre otras cosas, minó la confianza en el sistema que terminó colapsando a la economía. Milei, en cambio, se está apoyando en la estrategia de mantener la disciplina fiscal y monetaria en un ancla cambiaria rígida que también tiene ya un resultado, que el saldo de la cuenta corriente pasara de déficit a superávit de 2023 a 2024 y que el balance primario fuera positivo aunque la vulnerable economía argentina pudiese entrar en estancamiento y con una deuda que ahora está por encima del 100% como porcentaje del PIB, sin considerar que el pilar cambiario sigue bajo el control del Banco Central de la República de Argentina.

El problema que tiene Milei es que la credibilidad no se gana con histrionismo ni con discursos grandilocuentes, se construye lentamente y se puede esfumar en segundos. La comparación con esos años noventa es inevitable y pertinente por sus similitudes y por sus objetivos, aunque el margen de error es, como antes y como hoy, muy poco. La ortodoxia económica con la que ahora medianamente operan desde la Casa Rosada puede ser el mejor camino, aunque no el único en estos tiempos. Sin reformas laborales, industriales o tributarias que acompañen la temprana estabilización de precios se le acabará el tiempo a Milei para el golpe de timón, lo que nos recuerda que la credibilidad va más allá con comunicación y con reconfiguración institucional con estrategias reputacionales. En ese sendero de estabilidad está Argentina o puede quedar como otro intento más por alcanzarla en su historia.

*Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM.

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