La Bienal de Bujará transforma a Uzbekistán en un destino cultural imperdible

La Bienal de Bujará transforma a Uzbekistán en un destino cultural imperdible

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En medio del desierto de Kyzyl kum, en Uzbekistán, se levanta la antigua ciudad de Bujará. Entre minaretes y cúpulas de mosaicos, este otoño se inauguró la primera Bienal de Bujará, un evento que marca un antes y un después para el país y para toda Asia Central. Por primera vez, el arte contemporáneo internacional ocupa los mismos espacios que alguna vez fueron madrasas , mezquitas y caravanserais, lugares donde durante siglos se cruzaron rutas, saberes y civilizaciones.



La Bienal de Bujará 2025, inaugurada el 5 de septiembre y abierta hasta el 20 de noviembre, lleva por título Recipes for Broken Hearts (Recetas para corazones rotos). Su curadora, Diana Campbell, propone un ejercicio de sanación cultural: reunir a artistas, artesanos, arquitectos y pensadores de más de 40 países para explorar cómo el arte puede reparar, conectar y transformar. En sus palabras: “por siglos, tradiciones religiosas y culturales de todos los rincones del mundo han convergido en Bujará; hoy la ciudad se revitaliza como un corazón que vuelve a latir para el mundo”. La Bienal está organizada por la Art and Culture Development Foundation (ACDF) de Uzbekistán, dirigida por Gayane Umerova, quien también funge como comisionada del evento. La fundación es el brazo cultural más activo del gobierno uzbeko y responsable de gran parte de las restauraciones y proyectos que han devuelto vida al país en la última década. Para Umerova: “la Bienal no solo es una exposición, sino una herramienta de política cultural y de diplomacia pública”. Uzbekistán, enclavado en el corazón de Asia Central, fue durante siglos el paso obligado de la Ruta de la Seda, conectando China, Persia y el Mediterráneo. En ciudades como Samarcanda, Bujará y Khiva florecieron la astronomía, la poesía, la medicina y las matemáticas. Hoy el país busca recuperar ese legado de creatividad y conocimiento como motor de desarrollo. La Ley de Economía Creativa de 2024 pretende duplicar la participación del sector cultural en el PIB para 2030. Más de 14,000 empresas creativas ya operan en el país, generando cerca de 100,000 empleos en diseño, arte, moda y turismo. Con la Bienal, Uzbekistán apuesta por consolidarse como un destino de turismo cultural y una plataforma internacional para el arte contemporáneo. Bujará, Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1993, es una joya urbana que parece suspendida en el tiempo. Sus callejones de adobe, patios silenciosos y minaretes del siglo XV componen un paisaje restaurado con cuidado en los últimos años. La Bienal aprovecha esa herencia: más de 70 artistas internacionales intervinieron monumentos históricos, transformando la ciudad en una exposición viva. Entre las sedes destacan la Madrasa Mir-i-Arab, el Caravanserai Toki Zargaron y el Palacio de los Samánidas, donde las obras dialogan con el entorno sin alterar su esencia. El arquitecto Wael Al Awar, director creativo del programa de arquitectura, diseñó instalaciones que combinan materiales locales y técnicas tradicionales, en un diálogo entre modernidad y patrimonio. La experiencia para el visitante es tan estética como espiritual. Las obras abordan temas universales: la memoria, el tiempo, la migración, la fragilidad humana, y celebran la vida cotidiana uzbeka: su música, su artesanía y su hospitalidad. En los bazares, artistas locales comparten espacio con creadores de América Latina, Europa y África, mientras el aroma del pan recién horneado y el té verde impregna las calles. El concepto curatorial parte de una metáfora: el arte como proceso de curación colectiva. “Cada cultura tiene sus propias recetas para sanar” explica Campbell. “La exposición es una mezcla de ingredientes: el tiempo, la memoria, la artesanía, la emoción y la comunidad” remarca. Todas las obras fueron comisionadas y producidas en Uzbekistán. La decisión busca fortalecer el ecosistema artístico local, generando empleo y transferencia de conocimiento. La entrada a todas las exposiciones es gratuita, y los espacios restaurados permanecerán abiertos al público después del cierre de la Bienal, como legado permanente. Entre los participantes se encuentran figuras reconocidas como Antony Gormley, Binta Diaw y Gabriel Chaile, junto a una nueva generación de artistas uzbekos que exploran la identidad, la espiritualidad y el papel de Asia Central en el arte contemporáneo. La Bienal de Bujará es también una apuesta de diplomacia cultural. Uzbekistán quiere presentarse como un puente entre Oriente y Occidente, entre lo antiguo y lo nuevo. Al abrir sus monumentos a la creación contemporánea, el país envía un mensaje claro: su patrimonio no es un museo inmóvil, sino una base para el futuro. El evento coincide con un momento de creciente visibilidad internacional del país, que este año también fue sede de la 43ª Conferencia General de la UNESCO en Samarcanda. Ambas iniciativas comparten un mismo objetivo: demostrar que la cultura puede ser motor de crecimiento, cohesión social y proyección global. El impacto es tangible. El turismo en Uzbekistán ha crecido más del 35% en los últimos tres años, y el Ministerio de Cultura prevé que la Bienal atraiga más de 200,000 visitantes internacionales en su primera edición. Además, el proyecto ha impulsado restauraciones patrimoniales, empleo local y una red de colaboración entre instituciones educativas y creativas. Visitar Bujará durante la Bienal es vivir una experiencia única: recorrer una ciudad milenaria convertida en galería de arte, donde cada esquina cuenta una historia y cada obra ofrece una nueva mirada sobre el pasado. La hospitalidad uzbeka, el contraste entre lo ancestral y lo contemporáneo y la belleza de sus paisajes hacen del país un destino que combina historia, arte y descubrimiento.


Desde Taskent, la capital, se puede llegar en tren de alta velocidad o en un vuelo corto. Uzbekistán es un país seguro, asequible y con una oferta cultural en expansión. Más allá de la Bienal, el viajero puede continuar hacia Samarcanda o Khiva, dos joyas arquitectónicas que completan la ruta de la antigua civilización timúrida. La Bienal de Bujará simboliza el regreso de Uzbekistán al mapa global del arte y la cultura. En una época en que las grandes capitales culturales parecen saturadas, Asia Central emerge como un territorio fértil donde el arte contemporáneo no se impone sobre la historia, sino que dialoga con ella. Bujará no solo ofrece belleza: ofrece perspectiva. Es la posibilidad de mirar al pasado para imaginar un futuro distinto. Entre mosaicos, poesía y arte contemporáneo, el país demuestra que la cultura puede ser su mejor inversión y su carta de presentación ante el mundo. _____ Nota del editor: Rodrigo Aguilar Benignos es Maestro en Política Económica Internacional, consultor basado en Washington, D.C. con más de 25 años de experiencia y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. Ha sido experto regional de la Agencia UNOPS, APCO Worldwide, Richardson Center for Global Engagement y Global Reach. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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