Jornada de 40 horas: Un deseo de casi un siglo

Noventa años hemos tenido que esperar, desde que en junio de 1935, durante la Décimo Novena Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra, Suiza, fue firmado el convenio sobre las 40 horas, que señala en su artículo primero que “todo miembro de la Organización Internacional del Trabajo que ratifique el presente Convenio se declara en favor del principio de la semana de cuarenta horas, aplicado en forma tal que no implique una disminución del nivel de vida de los trabajadores”
Aunque México fue uno de los primeros países firmantes de este compromiso internacional, no existió la voluntad política para ratificar este convenio y llevarlo a la realidad, quedando así, rezagados frente a otras economías que han encontrado virtudes importantes en jornadas laborales más cortas, por sus claros beneficios en la salud y el bienestar de los trabajadores, pero también, en la productividad de las empresas.
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Fue hasta 2024 que la entonces candidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo, hoy nuestra Presidenta Constitucional, planteó como su compromiso número 60 de campaña la reducción de la semana laboral en México a 40 horas, dando muestra de la clara orientación social que tendría su gobierno.
En consecuencia, el pasado 1 de mayo, durante la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, el secretario del Trabajo Marath Bolaños dio a conocer la inminente instauración de la semana laboral de 40 horas, la cual acompaño de dos anuncios más.
El primero de ellos, fue el arranque de una serie de foros que se realizarán en distintas regiones del país, con la finalidad de entablar diálogos con los sectores involucrados y construir la iniciativa que se enviará al Congreso de la Unión; y el segundo, que la implementación de la jornada de 40 horas se hará de forma gradual, con límite fijado al 2030.
Esto pone fin a un periodo de nueve décadas de espera, para ver materializada una de las demandas más sentidas del sector laboral, ya que está demostrado por las experiencias exitosas en otros países que jornadas laborales más cortas generan beneficios significativos en la calidad de vida de los trabajadores y en la productividad de las empresas, ya que propician la salud física y mental, así como la conciliación entre la vida personal y laboral. De la misma forma, reducen la fatiga, los errores y accidentes en el trabajo, el ausentismo y el estrés, que son a su vez consecuencia de jornadas laborales más extensas.
Pero con el anuncio, se abre un interesante debate sobre si México está en posibilidad de implementar esta medida y cuál debe ser el camino a seguir para hacerlo de forma exitosa, privilegiando los derechos de los 59.1 millones de trabajadores mexicanos, sin afectar la competitividad de las 5.5 millones de unidades económicas existentes, de acuerdo con datos del INEGI. Para lo cual es importante hacer un breve análisis de lo que ocurre en otros países del mundo.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en 2023 México ostentaba el récord de horas de trabajo en el mundo. En contraste, Estados Unidos y Canadá que son nuestros principales socios comerciales, tienen jornadas de 40 horas; en Europa tenemos los ejemplos de Francia con 35 horas, Alemania, con 35 a 40 horas y Noruega con 37 horas.
La experiencia en Latinoamérica
Pero no solo en Europa y América del Norte podemos ver jornadas laborales más cortas, también en América latina existen ejemplos como Ecuador, que tiene semana de 40 horas, Colombia 42 horas, así como Cuba, Brasil y Chile, que tienen semanas de 44 horas.
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Tiempo de trabajo en América Latina.
En este último caso, Chile ha iniciado un proceso de implementación gradual de 45 a 40 horas, que dio inicio en 2023 y concluirá en 2028, pero sus alcances no terminan ahí, ya que a la par están siendo implementadas otras medidas para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, como franjas horarias para que padres puedan ajustar sus horarios de entrada y salida a los horarios de sus hijos e incluso se abrió la puerta a semanas de tres días de descanso por cuatro días de trabajo, con jornadas diarias de 10 horas y banco de horas extra para ser intercambiadas por días adicionales de descanso.
Esto no quiere decir que debamos replicar con exactitud el modelo chileno o de algún otro país, pues está claro que nuestra legislación debe modificarse acorde a la realidad mexicana, pero el análisis de lo que sucede en otras naciones nos permite sostener que el argumento de que solo los países ricos están en posibilidad de reducir su semana laboral es incorrecto, ya que estamos viendo los ejemplos de distintas naciones, que sin ser potencias económicas, han dado avances importantes en este tema.
Dejando de lado que economías más pequeñas que la nuestra tienen o se encuentran en proceso de implementación de jornadas laborales más cortas, es un hecho que México como integrante de la OCDE, organización internacional que agrupa a algunos de los países más desarrollados del mundo, debe actuar a la altura de ese importante espacio que ocupamos y demostrar un compromiso tangible con causas como esta, que no solo son socialmente responsables, sino también económicamente sostenibles.
Ha faltado voluntad política
¿Cuál ha sido entonces el gran impedimento que nos ha mantenido rezagados en este tema por tantos años?
Una servidora considera que la falta de voluntad política o incapacidad para reducir la jornada laboral en México, que se ha mantenido en 48 horas desde que fue promulgada la Constitución de 1917, tiene que ver en gran medida con el sesgo ideológico de nuestros exgobernantes, que predominó durante la llamada etapa neoliberal.
Durante este periodo, se ignoraron muchas demandas legítimas en materia social con argumentos casi siempre “económicos”. Un claro ejemplo lo encontramos en el salario mínimo, que por décadas se mantuvo con un crecimiento nulo en términos reales, lo que lo llevó a perder su poder adquisitivo en detrimento de la calidad de vida de las familias mexicanas.
Se nos decía que un aumento mayor al salario mínimo se traduciría en inflación, devaluación, desempleo, retiro de inversiones, etc. Sin embargo, durante los últimos 7 años en los que ha gobernado la Cuarta Transformación, hemos visto al salario mínimo recuperar su poder adquisitivo de forma meteórica, gracias a importantes acuerdos tripartitos tomados de forma responsable entre gobierno, empleadores y trabajadores, tras lo cual, no se avizora una crisis económica, y por el contrario, se han alcanzado los niveles de desempleo más bajos de los últimos años: 2.5% durante el primer trimestre de este año.
Por ello, el anuncio de la jornada laboral de 40 horas llega en buen momento para nuestro país y representa una deuda histórica con los trabajadores que esperaron por casi un siglo dicho anuncio, pero su implementación tendrá que llevarse a cabo de forma responsable, gradual y siempre en acuerdo con los dos sectores involucrados: El sector de los trabajadores y el de los empleadores.
Será por demás enriquecedor conocer el desarrollo de los foros regionales organizados por la Secretaría del Trabajo, en donde se presentarán expertos en materia laboral, para plantear propuestas e intercambiar experiencias, las cuáles, sin duda se materializarán en una reforma legislativa robusta, que marcará un parteaguas para México.
La Ruta por las 40 horas
Por nuestra parte, en la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados, hemos anunciado la Ruta por las 40 horas, la cual está compuesta de dos etapas: La escucha nacional y la presentación de la iniciativa.
La primera comprende un amplio proceso de diálogo en el que escucharemos las opiniones y propuestas de todos los interesados, lo que incluye a sindicatos, empresarios, organizaciones de la sociedad civil, organismos internacionales, y desde luego, al Gobierno de México representado por la Secretaría del Trabajo, en donde prestaremos especial atención a temas como la gradualidad, el papel de las pymes, la definición de las horas extra, entro otros.
Y la segunda etapa, hace referencia al proceso legislativo una vez que sea recibida la iniciativa anunciada por el Ejecutivo, a partir de donde llevaremos a cabo un análisis profundo para garantizar que el documento elaborado por las comisiones dictaminadoras, y que posteriormente será puesto a discusión del pleno de la Cámara de Diputados, garantice el bienestar de los trabajadores y de las empresas.
Sin duda el 1 de mayo de 2025 será recordado como un día histórico para nuestro país, pues así como recordamos el 1 de mayo de 1886 en honor a los Mártires de Chicago que protestaban por jornadas laborales de 8 horas, los mexicanos lo recordaremos como el día en que se dio el paso fundamental para transitar hacia una jornada laboral más justa, porque hoy verdaderamente estamos viviendo en una primavera laboral, que no solo persigue el pleno empleo, sino también el pleno bienestar.
Como nos gusta decir en la Comisión de Trabajo: La grandeza de México descansa en su fuerza laboral.
*Maiella Gómez Maldonado es diputada federal del grupo parlamentario de Morena y presidenta de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados.