Infertilidad en México: precios y opciones para cumplir el sueño de ser papás

Infertilidad en México: precios y opciones para cumplir el sueño de ser papás

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Ana y Joaquín llevaban dos años intentando embarazarse . Aunque siendo más jóvenes aseguraban que “ni de locos” tendrían hijos, con el tiempo les surgió la inquietud y decidieron dar el paso. Lo que no esperaban era enfrentarse a un obstáculo mayor: la infertilidad y el desafío económico para lograrlo. Al notar que algo no iba bien, su médico los remitió a una clínica especializada. Allí recibieron el primer golpe de realidad: el diagnóstico confirmó los problemas para concebir . El segundo fue aún más duro: la fuerte inversión económica que tendrían que hacer para cumplir su sueño de ser papás. “Ese diagnóstico fue un balde de agua fría. Ambos tenemos buenos trabajos —yo en una agencia de publicidad y Joaquín en una empresa de logística— y aunque no ganamos mal, tampoco tenemos grandes lujos. Cuando nos dijeron que el tratamiento que necesitábamos era fertilización in vitro , sentimos que el suelo se nos movía, porque los seguros no cubrían nada y el costo se nos hacía altísimo”, comenta Ana, de 34 años. La profesionista recuerda que “hicimos cuentas mil veces y juntamos nuestros ahorros”. La pareja tuvo que “dejar de salir a cenar, cancelar vacaciones y hasta pedir un préstamo” para costear los tratamientos. Confiesa que hubo días en los que se preguntaba si valía la pena tanto esfuerzo. “Me frustraba ver a amigas embarazarse sin planearlo, mientras nosotros contábamos cada peso para pagar la clínica”, añade.





¿Cuánto cuestan los tratamientos? La
dra. Debbie Cassis ,
especialista en fertilidad y directora médica de Hestia Fertility , explica que los tratamientos más complejos tienen un costo elevado porque requieren medicamentos específicos, tecnología avanzada y salarios para especialistas altamente capacitados. “La parte más cara de un tratamiento son los medicamentos que usamos para la estimulación, y su precio depende totalmente de las farmacéuticas. Como clínica no podemos reducir ese costo, porque para nosotros también son caros; incluso al comprarlos en farmacia, su precio sigue siendo elevado”, comenta.
En Hestia Fertility , la consulta cuesta 1,800 pesos e incluye evaluación por una especialista, revisión de estudios previos y un plan personalizado. El tratamiento de coito programado, que contempla medicamentos para estimular la ovulación y varias citas de monitoreo por ultrasonido, tiene un costo de 10,500 pesos. La inseminación intrauterina, que incluye la preparación del esperma y su colocación directa en el útero, cuesta 24,500 pesos. Los procedimientos más costosos corresponden a la fertilización in vitro, con precios que van de 149,500 pesos a 167,000 pesos según el tipo. La clínica ofrece un programa de pagos de hasta 18 meses para facilitar el acceso. El costo se explica por la complejidad del proceso: medicamentos para estimulación hormonal, monitoreo constante, aspiración folicular, preparación del esperma, fertilización en laboratorio mediante ICSI, evaluación del desarrollo embrionario y vitrificación de embriones. “Estos son los métodos más comunes: la inseminación es de baja complejidad y la fertilización in vitro, de alta complejidad. Se usa mucha tecnología avanzada que no se encuentra en cualquier laboratorio”, explica la doctora. El
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) atiende cada año a 12 mil parejas con problemas para concebir; sin embargo, la mayoría recibe tratamientos de baja complejidad.
Una inversión que vale la pena Ana reconoce que, aunque el proceso estuvo lleno de obstáculos, no se arrepiente de nada. Su bebé le ha cambiado la vida, dándole un nuevo sentido a su relación de pareja y motivándola cada día a salir a trabajar para construir un futuro mejor. “Después de un intento fallido, por fin llegó la noticia que habíamos estado esperando: estaba embarazada. Fue una mezcla de miedo, alegría y alivio. Hoy nuestra hija tiene tres años y de verdad nos cambió la vida. No voy a mentir, seguimos pagando algunas deudas y en ese momento sí sentimos mucha presión económica, pero cuando la vemos reír, correr por la casa y llamarnos mamá y papá, todo valió la pena”, cuenta emocionada.
¿En qué momento se debe ir a una clínica de fertilidad? De acuerdo con la dra. Debbie Cassis, el momento para buscar ayuda depende de la edad de la persona. “Si la mujer es menor de 35 años y ha pasado un año intentando embarazarse sin lograrlo, es momento de acudir con un especialista. Si tiene más de 35, lo ideal es acudir después de seis meses”, explica. Sin embargo, la especialista advierte que esperar estos plazos puede reducir las opciones de tratamiento y afectar la posibilidad de embarazo, por lo que lo recomendable es realizar una revisión previa de ambos miembros de la pareja, incluso antes de iniciar los intentos. Estas señales, que podrían indicar dificultades para concebir, no deben pasarse por alto. La infertilidad afecta a millones de personas en todo el mundo:
según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 6 parejas enfrenta algún grado de dificultad para embarazarse, alrededor del 17,5 % de la población adulta. Cuando una pareja enfrenta dificultades, primero se analiza a ambos. “En el hombre es un análisis de esperma: volumen, cantidad, movilidad y formas, además de revisar hábitos y antecedentes médicos”, explica la doctora. En la mujer se evalúa la reserva ovárica, la salud del útero, las trompas y el estado metabólico. “Si hay algo que se tiene que tratar, se hace de inmediato, en vez de entrar a ciegas y dejar pasar el tiempo sin lograr el embarazo”, añade.
Congelación de óvulos y el retraso de la maternidad La dra. Debbie Cassis explica que la congelación de óvulos permite preservar la fertilidad frente al reloj biológico. “Si congelas óvulos a los 30, siempre serán óvulos de 30 años, aunque tengas 40 o 42”, dice. Está recomendada para mujeres que aún no deciden ser madres, quieren esperar pareja o tienen enfermedades que afectan la reserva ovárica. No hay edad límite estricta, pero lo ideal es antes de los 35 para garantizar calidad. “Tenemos pacientes de hasta 43 años que congelan óvulos porque quieren esa posibilidad”, añade. El límite internacional para transferir un embrión es alrededor de los 50 años. Cassis señala que la maternidad se pospone cada vez más por desarrollo profesional y social. “Hace 30 o 40 años, las mujeres tenían hijos entre los 20 y 25; ahora el promedio está en 32 o 35”, lo que complica la fertilidad y aumenta la necesidad de técnicas de reproducción asistida. Por ello, el congelamiento de óvulos se presenta como una opción, al igual que la congelación de esperma para los hombres. En Hestia Fertility, el congelamiento de óvulos tiene un costo de 117,000 pesos con plan de pagos diferidos hasta 18 meses, mientras que el congelamiento de esperma cuesta 10,000 pesos.
En México sigue siendo tabú y los hombres deben involucrarse más “Es muy importante que la gente hable de esto”, comenta Cassis. La especialista señala que la falta de educación sobre sexualidad y el desconocimiento del propio cuerpo retrasan la detección de problemas y la visita a un especialista. Hablar del tema y revisarse a tiempo es fundamental. “Empezar a hablar del tema, explicar lo que es normal y lo que no, y cuándo acudir con un especialista es clave”, afirma. Muchas complicaciones podrían evitarse si se actúa antes de que pase demasiado tiempo. Además, los hombres deben involucrarse más. “Un tercio de los casos de infertilidad son por causas masculinas, un tercio por causas femeninas y un tercio por ambos”, explica Cassis. Destaca que la fertilidad no es solo responsabilidad de la mujer, y que los hombres también deben revisar su salud, asumir cambios de estilo de vida y participar activamente en los tratamientos. En conclusión, la infertilidad es un desafío que requiere atención temprana, educación y participación de ambos miembros de la pareja. Hablar del tema, buscar ayuda profesional a tiempo y considerar opciones como la congelación de óvulos o esperma puede marcar la diferencia en lograr el sueño de formar una familia. *Los nombres de la pareja entrevistada fueron modificados a petición de ellos mismos para proteger su privacidad.

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