Indigentes cubanos no se disfrazan, tienen hambre
La Habana. William Abel muestra el contenido de una bolsa de plástico que acaba de encontrar en un contenedor de basura en La Habana y que será su alimento: un poco de arroz con verduras y un hueso roído de pollo. Decenas de moscas también disputan esa comida.
Este cubano, de 62 años, duerme en la calle desde el derrumbe de su casa en las afueras de la capital. “La comida es lo más difícil. Llevo dos años buscando en la basura algo que comer”, contó a la agencia AFP.
Bajo una camiseta sucia, se adivina un cuerpo delgado con los huesos marcados. Dice que sufre de artritis, hipertensión y problemas hepáticos. Y admite que solía beber “bastante”.
La mendicidad “siempre existió” en Cuba, afirma William, pero “ahora hay más que nunca”.
A mediados de julio, la ministra del Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, renunció después de provocar indignación en la población, al afirmar que en Cuba no hay mendigos sino personas “disfrazadas de mendigos” y criticar a los limpiaparabrisas callejeros por buscarse “la vida fácil”.
Orgullosa de contar con un socialismo igualitarista, Cuba llevaba mucho tiempo reduciendo la pobreza gracias a importantes programas sociales como servicios de salud gratuitos y la distribución de alimentos subvencionados, a través de la famosa libreta.
Pero la severa crisis económica que afecta a la isla desde hace cuatro años impide ahora al Estado, inmerso en la escasez de divisas, garantizar estos programas de ayuda.
El deterioro de la economía obedece a la debilidad estructural del sistema económico centralizado, a una fallida reforma monetaria y al reforzamiento de las sanciones estadounidenses, entre otras.
Ausencia de cifras
Las autoridades en Cuba nunca utilizan la palabra “pobres”, prefieren términos como personas “vulnerables” o “deambulantes”, para referirse a los indigentes. Según el gobierno, en 2024 había 189,000 familias y 350,000 personas solas vulnerables que se beneficiaban de programas sociales en una isla de 9.7 millones de habitantes.
Sin embargo, no hay estadísticas públicas sobre la pobreza, que en los últimos dos años se ha convertido en un fenómeno visible en las calles de La Habana.
Ante la ausencia de cifras oficiales públicas, los expertos intentan hacer estimaciones. En una entrevista reciente con el sitio La Joven Cuba, la socióloga Mayra Espina Prieto evaluó que “entre el 40% y el 45% de la población cubana está en una situación de pobreza de ingresos”.
Arnaldo Victores duerme en un garaje de moto, sobre bolsas de plástico, en un barrio periférico de La Habana. La falta de una dirección oficial en la capital le impide acceder a las prestaciones sociales.