Hot dogs Los Perrines: El carrito que estructuró su negocio y ahora es una marca en expansión

Hot dogs Los Perrines: El carrito que estructuró su negocio y ahora es una marca en expansión

En un entorno donde el 55% de la economía mexicana sigue operando en la informalidad —según datos del INEGI—, hay historias que rompen con la lógica dominante. Hot Dogs Los Perrines es una de ellas: un negocio que nació en la calle, se mantuvo en la calle, y sin embargo, hoy tributa, factura y proyecta su crecimiento con estrategia empresarial, sin renunciar a sus orígenes ni al contacto directo con el cliente.

“Empezamos con un remolque en la calle, sin permisos, sin papeles, solo con una idea: hacer hot dogs distintos, más llenadores, con mejor calidad y una propuesta visual llamativa”, recuerda Sebastián Herrera, uno de los fundadores junto a Jorge Galicia, ambos egresados de la UNAM.

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Inspirados en los “perros” callejeros de Colombia, diseñaron un menú de hot dogs con salchicha estilo polaca, presentaciones de 25 y 50 centímetros, y toppings poco convencionales como palomitas de pollo tipo boneless. A eso sumaron nombres que llamaran la atención del comensal: El Perro Volador, El Callejero, El Perrón. “Todo fue pensado para que el cliente no solo comiera, sino que viviera una experiencia”, dice Herrera.

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Los PerrinesDiego López

La formalización, paso a paso

Durante los primeros meses, el proyecto operó como lo hacen miles de negocios callejeros: de forma espontánea, sin estructura fiscal ni permisos. Pero conforme la demanda creció, vino también la decisión de profesionalizarse.

“Nos dimos cuenta de que si queríamos tener futuro, necesitábamos formalizarnos. Eso implicaba registrar la marca, constituir la sociedad, pagar impuestos, obtener los permisos, todo. No era negociable si queríamos crecer en serio”, señala Herrera.

Hoy, Hot Dogs Los Perrines es una empresa legalmente constituida, con RFC, contabilidad organizada, proveedores formales, y una plantilla operativa que cumple con todas las obligaciones laborales. Opera con 5 remolques propios, y vende entre más de 1,000 hot dogs por semana, según datos de los fundadores.

Callejero, pero con orden

Lejos de mudarse a un local o de aspirar a convertirse en una franquicia tradicional, la apuesta ha sido mantener la operación sobre ruedas, pero con absoluta legalidad.

“Ser callejero no tiene por qué ser sinónimo de informalidad. Nosotros tenemos permisos vigentes, operamos bajo normas de salubridad, y tenemos bajos costos fijos sin sacrificar la estructura”, explica Sebastián. Esa lógica les ha permitido competir con ventaja en un mercado saturado de propuestas informales, pero con poca capacidad de escalar.

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Los PerrinesDiego López

Además, la formalización les ha abierto nuevas puertas: alianzas con proveedores, estabilidad financiera, atención de potenciales socios e incluso el interés de desarrolladores comerciales para incluir su concepto en nuevos espacios.

Un modelo replicable

En un país con más de 1.2 millones de unidades económicas de comida y bebidas, de las cuales más del 65% son informales (según la ENOE), el caso de Los Perrines muestra que formalizarse no solo es posible, sino rentable.

“Nos lo tomamos en serio desde el momento en que vimos que esto podía durar. Si uno quiere sobrevivir en el mundo de los negocios, tiene que pensar en el largo plazo, y eso solo se logra con orden y papeles”, dice Herrera.

El siguiente paso es abrir una nueva ubicación en la colonia Nápoles, además de fortalecer la estructura interna, estandarizar procesos y eventualmente evaluar nuevas plazas fuera de la Ciudad de México.

“Nuestra meta es ser reconocidos como la marca de hot dogs en México. Creemos que es un mercado desatendido, lleno de informalidad, y nosotros queremos ofrecer una propuesta con identidad, sabor y legalidad”.

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Los PerrinesCortesía

De la banqueta al modelo de negocio

Hot Dogs Los Perrines no ha cambiado su esencia. El comensal sigue comiendo de pie, en la calle, con servilleta en mano y con la misma sensación urbana de siempre. Pero detrás de ese antojo, hay hoy un modelo formal, organizado y escalable, mismo que hoy les ha permitido tener inversionistas y estrategas de negocios internacionales; lo que demuestra que la calle también puede profesionalizarse.

“Que sea callejero no significa que no sea empresa. Hoy tenemos permisos, contratos, facturas, proveedores, clientes fijos. Y eso es gracias a que nos tomamos en serio lo que parecía solo un carrito de hot dogs”, concluye.

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