Hay Festival Querétaro, el festival literario menos conocido que vale la pena conocer

Sumario: El Hay Festival queretano es una oportunidad para reunirse con escritores, artistas, científicos y pensadores varios. ¿Por qué no es más conocido en México?

Hace muchos años, allá por 2010, me enviaron a cubrir un festival literario a Zacatecas. Se trataba de la primera edición del Hay Festival en México. Para la mayor parte de los reporteros presentes el festival era perfectamente desconocido; seguro otra ocasión más de entrevistar a Juan Villoro, Eduardo Rabasa, et al. Una cosa simpática que sería olvidada pronto porque la verdad es que no tenía público.

Además, horror, cobraban la entrada a las “conferencias”, que eso parecían los eventos que articulaban el programa. El Hay Festival tuvo ese nacimiento poco auspicioso en México. Fue tratado con indiferencia.

Debo decir, en plan humblebrag, que esta pobre reportera novel que a duras penas sabía hacer una entrevista sí sabía de qué se trataba el Hay. Llevaba años queriendo ir a Europa para vivirlo y cuando supe que habría edición mexicana, me lancé como hiena sobre esa cobertura. Alguna cosa hay que presumir.

La historia y formación del Hay es una anécdota divertida. El festival nació en un pueblito galés, Hay-on-Wye, en 1988. En ese lugar con nombre de pajar había exactamente 41 librerías abiertas, el pueblo con más librerías per cápita. Peter Florence, uno de los libreros, tuvo la ocurrencia de llamarse a sí mismo el Presidente del País de los Libros. La mejor manera de afirmar su cualidad presidencial era crearse una nación.

Esa nación tenía que ser habitada por las personas que hacen posibles los libros: los escritores y los lectores. Pero no sería un festival en el que los autores son celebridades que firman libros y desaparecen por la parte trasera del escenario. No: en Hay los invitados charlarían con el público, tanto en el escenario como fuera de él. Las “conferencias” en realidad son conversaciones públicas en las que un personaje, por lo general un escritor, es entrevistado por un periodista u otro escritor cuya obra tenga alguna consonancia con el entrevistado. En el Hay la idea es que todos somos iguales, todos tenemos historias que contar y a nadie le ha de parar la boca, sea con el vecino de banca o un poeta/científico/director de cine o lo que fuera el invitado en turno.

El Hay es el festival más horizontal conozco, en especial en aquella vez zacatecana, en la que los invitados mexicanos se comportaban con extrañeza pero con entusiasmo. En la calle, en los cafés, en las cantinas podías encontrar a los escritores y tratarlos como amigos (o como enemigos, pero eso no es muy aesthetic).

Gracias al éxito del Hay galés original pronto el festival tuvo otras sedes a lo largo del calendario, con capítulos en Nairobi, Segovia, Dallas, Panamá, las ciudades peruanas Arequipa y Moquehua, y las colombianas Medellín y Cartagena. Para mayor gloria, el director actual del Hay internacional es el grandioso Stephen Fry. Cómo no amar el Hay y su espíritu democrático. Amén.

Aquella primera edición zacatecana resultó memorable, al menos para los que cubrimos y el público que tuvo la gracia de asomarse. En la primera noche Luis Eduardo Aute se echó una canción a capella. Hasta para mí, que odio la trova, similares y conexas, el momento fue bonito. Tuve la suerte de entrevistar a Javier Cercas, ídolo mío. La pasé bien.

Después el Hay Festival tuvo una era oscura en la que fue celebrado en el Veracruz gobernado por Javier Duarte. Varios de los invitados internacionales levantaron la voz contra el corrupto Javidú, entre ellos el legendario periodista estadounidense Bob Woodward, presente en la edición de 2013. Por fortuna para el festival, la sede cambió a Querétaro, un remanso de tranquilidad lejos de controversias incómodas de la falsa sociedad.

Pero me desvío. El Hay México resulta el festival literario menos conocido del calendario cultural. Vale la pena conocerlo, es ideal para el público joven y perfecto para quien apenas le está agarrando el gusto a leer. No sé por qué no hay más cercanía entre el festival y el público. Es cierto que cobran las charlas, pero el precio es simbólico.

El Hay tiene un abandono inexplicable. O sea, los periodistas culturales lo conocemos, pero se le hace poca promoción. No sé si sea un caso de estudio de relaciones públicas o simple fiaca por parte de los organizadores que prefieren mantenerlo chico y manejable.

En una edición reciente, por ejemplo, los encargados de la logística invitaron a los estudiantes de la Universidad Anáhuac queretana a ayudar como voluntarios. Cuando me acerqué a preguntarles a los muchachos qué opinaban del evento, ninguno me supo dar razón: ignoraban por completo de qué se trataba el Hay Festival.

Si los que organizan no saben qué onda, ¿cómo se supone que lo sepa la gente? ¿Cómo honrar el espíritu horizontal del festival cuando sólo hay personajes en el escenario y no hay público en las gradas? Peor todavía: no hay escritores y pensadores invitados que pueden encontrarse en las esquinas, los cafés y hasta en los bares. Lo que digo: seguro hay escritores en los bares con otros de los invitados, como sucede en todos los festivales y ferias del libro comunes. El chiste es que esas celebridades del libro a duras penas se acercan a convivir con el público de a pie. Nada menos Hay Festival que eso.

Los escritores, todo hay que decirlo, tampoco tienen mucha información sobre la dinámica del festival. Los invitados son diversos, desde premios Nobel, activistas y científicos hasta escritores emergentes de distintas partes del mundo. Algunos de los autores mexicanos piensan que se trata de una oportunidad para alzarse el cuello y firmar libros. A otra cosa, mariposa, que ya se viene la FIL de Guadalajara y ese sí que es un evento importante.

Bueno, después de tanta queja, el caso es que se acaba de dar a conocer el calendario del Hay Festival mexicano, a celebrarse en Querétaro del 4 al 7 de septiembre. Que siquiera sirva esta columna para que a un lector le de curiosidad asomarse.

Se ven buenos los encuentros y conversaciones de este año. Ejemplo: Alan Riding, el autor de Vecinos distantes, ese influyente libro sobre las relaciones México-Estados Unidos, charlará con Alma Guillermoprieto, la periodista mexicana que mejor entiende esa relación compleja entre vecinos norteamericanos.

Hay invitados clásicos (predecibles) como Juan Villoro, Valeria Luiselli y Julieta Fierro, pero también hay oportunidad de conocer autores internacionales. Una sorpresa me resulta la autora argentina Tamara Tenenbaum, que viene a presentar su galardonado ensayo Un millón de cuartos propios, respuesta a Un cuarto propio de Virginia Woolf, a cien años de la publicación del ensayo woolfiano, quintaesencial del feminismo. Alguna renovación hay que darles a los clásicos y es muy emocionante cuando un escritor contemporáneo les quita el polvo y los trae a la mesa. No me pierdo esa charla.

Les digo que el Hay está padre. Hay que asomarse al programa, dejarse seducir. Que sea un descubrimiento. Acá la liga: www.hayfestival.com.

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