Harvard planta cara a Trump: “Habrá que librar una gran batalla para defender la libertad académica”
Como buen empresario antes que político, Donald Trump ha logrado ponerle precio incluso a un intangible: la libertad académica. Más de 2.200 millones de dólares [unos 1.930 millones de euros] le ha costado de momento a Harvard oponerse al intento de la Administración republicana de disciplinarla, amordazando opiniones incómodas, como las críticas a Israel o las políticas de diversidad que favorecen a las minorías. Del total de 9.000 millones de fondos federales que recibe, la cancelada es una partida vital para sufragar becas y programas de investigación médica, e incluso hospitales en manos de profesionales formados en sus aulas. Harvard, sostienen muchos, es la única de las universidades en el punto de mira de la Casa Blanca que puede permitirse resistir, porque es la más rica (más de 50.000 millones de fondo de reserva patrimonial) y la más antigua (338 años) del país; el alma máter de ocho presidentes de EE UU. Pero en la extorsión de Washington está en juego no solo el futuro de una de las universidades más prestigiosas del mundo —y por ende, el del resto de las amenazadas—, sino la propia libertad: la que conforman, a veces precariamente, como ahora, las ideas.