¿Habrá inversión ante la incertidumbre?
En su exacerbada fobia hacia el neoliberalismo como modelo de política económica, López Obrador inventó el “humanismo mexicano” como guía para la economía y la purificación de la convivencia social. La presidenta Sheinbaum retomó ese eslogan y esbozó que, a diferencia de las políticas económicas del neoliberalismo que sólo generan pobreza y desigualdad, al humanismo económico lo sustentan tres pilares: 1) mejoras al salario mínimo, 2) la amplitud de programas sociales para el pueblo, y 3) el Plan México. Con ello, el humanismo de la 4T quiere generar un desarrollo con menor pobreza, mayor bienestar y creación de empleos.
Detrás de los pilares 1 y 2 sólo hay un enorme gasto público sin ninguna correspondencia de generación de ingresos. El tercer pilar quiere impulsar a la inversión como motor del desarrollo. Pero al no contener estrategias específicas ni métricas de cumplimiento, el Plan México (PM) termina siendo un listado de buenos deseos. Para fomentar el crecimiento y desarrollo se requiere de todo un conjunto de políticas económicas.
Desde un inicio, los gremios del sector privado y los grandes empresarios acogieron al PM, ofreciendo su apoyo a la presidenta. Ella sostiene reuniones periódicas con el sector privado que presume son de “revisión y seguimiento”. En cada una de esas reuniones en Palacio Nacional, el script es el mismo: los empresarios anuncian intenciones de llevar a cabo grandes inversiones, reiterando su apoyo a CS y su compromiso con el PM. Tan sólo la semana pasada Grupo Bimbo anunció que para impulsar el PM, invertirá 2,000 millones de dólares en los siguientes tres años pero ofreció poco detalle. De igual manera, el CCE le dijo a la presidenta que “se propone a echar a andar proyectos de infraestructura para multiplicar el empleo.” ¿Detalles? No, son anuncios de saliva para quedar bien con CS. El PM termina siendo un instrumento de demagogia.
Por otro lado, la inversión privada desde septiembre de 2024 a abril de 2025 (último dato) ha registrado tasas anuales negativas, es decir, ocho meses continuos de contracción. Más aún, el sector privado expresa su profundo pesimismo para invertir a través de la encuesta mensual de expectativas que realiza el Banco de México. La última encuesta revelan que ante la pregunta: ¿Cómo considera que sea la coyuntura actual de las empresas para efectuar inversiones?, el 73% mencionó que es un mal momento, el 24% no está seguro y sólo el 2% expresó que es un buen momento. Es decir, ¡el 97% piensa que es un momento incierto y malo para invertir! (Página 20). Sólo en la pandemia se tuvo un porcentaje similar. La razón de este pesimismo es la falta de confianza que genera este gobierno. ¿Qué no le muestran esta encuesta a CS?
Hay una clara contradicción por parte del sector privado. Ante CS aplauden el PM y esbozan múltiples planes de inversión. Pero al responder la encuesta en la soledad de su conciencia y anonimato, aflora su pesimismo. ¿Están fingiendo mutuamente una farsa consentida? ¿Tienen temor de mencionarle a CS el mal camino por el que transita la economía? ¿Decirle qué hay mucha incertidumbre que hace que la inversión siga estancada? Mientras siga la farsa consentida entre la 4T y el empresariado difícilmente habrá una real reanimación de la inversión y del crecimiento económico.