Genera amplias expectativas rehabilitación del río Lerma Santiago

La cuenca del río Lerma-Santiago parece una costura mal hecha que atraviesa la panza del país con tramos sangrantes y otros como costras que se desplazan lentamente escondiendo muladares.
La buena noticia es que el gobierno federal se ha propuesto llevar a cabo su restauración ecológica y, al menos hasta hoy, ha recurrido a los que saben y a quienes padecen las consecuencias de su lamentable y apestosa existencia.
La iniciativa despertó grandes expectativas, sobre todo porque se habla de restauración, aunque hay quienes dicen, ya quisiéramos lograr su rehabilitación, pues las poblaciones aledañas seguirán emitiendo aguas residuales y seguramente seguirán vertiéndolas al río, pero, si todo sale bien, previamente tratadas y solo el excedente del que destinen para reusar.
Si bien no se cuenta con un diagnóstico completo sobre la situación que guarda ese enorme y alargado cuerpo de agua y su cuenca, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) tienen ya estudios preliminares que han comenzado a robustecer con análisis de expertos.
Lo que sí se tiene claro es que la contaminación ocurre principalmente por las descargas de aguas negras sin tratar y el depósito de basura. Acabar con eso implica que los municipios cuenten con los recursos para la correcta gestión de ambos problemas.
El gobierno se ha puesto como meta lograr su “restauración ecológica” antes de que concluya la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. La secretaria de Medio Ambiente, Alicia Bárcena, dice que se destinarán alrededor de 7,000 millones de pesos de los cuales 500 millones se desembolsarán en 2025 para intervenir 598,000 hectáreas.
Ubicación
El río Lerma-Santiago es una de las cuencas más grandes del país, con alrededor de 1,360 kilómetros, desde el punto donde nace, en Almoloya del Río, Estado de México, hasta su desembocadura al Océano Pacífico, en el municipio San Blas, Nayarit.
Pasa por Estado de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Nayarit, aunque tiene afluentes de Zacatecas y Aguascalientes.
Hace años, cuando era limpio, se formaba de los excedentes de la laguna de Almoloya del Río e iba aumentando su caudal con los escurrimientos de arroyos de la zona, describe Daury García Pulido, investigador del instituto Interamericano de Tecnología y Ciencias del Agua de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Como actualmente ya no hay excedentes en la laguna, ahora se carga de los desfogues de drenajes de la zona de Tenango del Valle, lamenta el académico, quien enfatiza que ese río ahora nace contaminado. “Parece más canal que río”.
En sus primeros kilómetros recibe las descargas de las aguas residuales de Tenango y Tianguistengo, luego las de Capuluac, Ocoyoacac, Tenango, Tianguistenco, Toluca y así sucesivamente hasta llegar a San Blas.
Diagnóstico
Por años, en esta región hubo políticas públicas para la desecación del afluente, con proyectos de urbanización, pastoreo y agricultura. Así lo expuso la coordinadora general del proyecto de Restauración y saneamiento del Río Lerma, de la Conagua, Claudia Gómez Godoy, durante un encuentro con académicos, realizado en la unidad Lerma de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) el 29 de julio pasado.
De acuerdo con la funcionaria, en algunos tramos se modificó el cauce, para evitar inundaciones, lo cual afectó la vida del río.
Además, se permitió la urbanización en lugares donde era evidente que la gente no podría vivir. “Ahora hay regiones en donde se necesita bombear todos los días el agua porque son zonas inundables”.
Eso ocasionó sitios frágiles. Los cuerpos de agua limpia se convirtieron en canales de agua residual.
Para la funcionaria, acciones como esa ilustran que, durante muchos años, la técnica y la tecnología pelearon con el río, porque el afluente trata de buscar su cauce, recuperar sus espacios y eso provoca inundaciones.
“Todo el tiempo hemos estado en una pelea constante con el río. Una de las cosas que queremos hacer en esta comisión es justamente hacer las paces con el río; entender cómo funciona, sus escurrimientos, sus inundaciones, sus cuencas, sus ciénegas, para, a partir de eso, tomar determinaciones para que se recupere su cauce.
Pequeños universos de contaminación
A lo largo del lento recorrido del río hay realidades particulares que tienen como constante la degradación.
Tal es el caso del meandro La Piedad-Pénjamo, que es una porción de 12.5 kilómetros de río que se aisló en la década de los años setenta del siglo pasado en la frontera entre Michoacán y Guanajuato para evitar inundaciones.
Lo delicado del asunto, según narró a este periódico Ana Velia Coria Téllez, investigadora del Laboratorio de Análisis y diagnóstico del Patrimonio de El Colegio de Michoacán, es que eso tuvo y tiene consecuencias. Al quedar aislado constantemente se azolva; la mayor parte del año solo tiene agua estancada, generando malos olores, presencia de mosquitos y una notable carga de contaminantes a cielo abierto, lo cual según algunos especialistas ha incidido en problemas de salud de la población vecina.
En 1981 se concluyeron los trabajos de separación y, si bien disminuyeron las inundaciones, no totalmente.
Además, como la fracción separada sigue recibiendo escurrimientos en ocasiones se desborda.
“Por supuesto que hay un impacto ambiental importante porque durante ocho meses del año está seco, pero se convierte en un reservorio de aguas negras. Es evidente la contaminación que hay ahí, las plagas y demás”.
Si bien la porción que corresponde a La Piedad, Michoacán recibe aguas tratadas de una de las dos plantas construidas en la zona, del lado de Pénjamo, las aguas urbanas, se vierten sin tratar.
Problemáticas
A lo largo del río, la Conagua ha identificado descargas domésticas e industriales sin tratar.
En el área de influencia del Lerma-Santiago viven más de 21 millones de personas de 249 municipios, que todos los días generan miles de litros de aguas negras.

Lo preocupante es que muchas de las plantas de tratamiento de aguas residuales construidas en la zona están en desuso, trabajan fuera de la norma o no tienen capacidad para tratar el 100% de las aguas que se generan.
Por otra parte, en esa región hay 1,384 instalaciones industriales, de las cuales 781 son consideradas microempresas y forman parte de las ramas automotriz, hospitales, farmacéutica, fabricación de plásticos e industria química; 269 pequeñas dedicadas a la fabricación de plásticos, industria química, metalmecánica, hospitales, automotriz; 200 medianas, de metalmecánica, industria manufacturera, fabricación de plásticos, farmacéutica y hospitales; y 134 grandes enfocadas en fabricación de ladrillos, calzado con corte de piel y cuero, concreto, matanza de ganado, fabricación de maquinaria y equipo.
Ese sector se ha convertido en uno de los principales contaminantes, pero destacan casos como el del municipio Capuluac, donde su principal actividad económica es la producción y venta de barbacoa y diariamente se arrojan al cauce del río Lerma decenas de litros de sangre y kilos de vísceras. Por eso se ve como una vena con las entrañas expuestas.
Un síntoma de la forma en que trabajan es la poca supervisión oficial. De acuerdo con información de Conagua, entre 2019 y 2024, se realizaron solo 42 visitas de inspección en materia de descargas de aguas residuales, es decir, un promedio de siete al año. A ese ritmo se terminaría de inspeccionar la zona en 197 años.
Ante esa situación, uno de los objetivos es que haya rastros municipales Tipo-Inspección Federal, con la finalidad de mejorar las condiciones sanitarias que condiciona la calidad de la carne obtenida, así como controlar y mejorar la calidad del vertido de aguas residuales.
En tanto, la producción agropecuaria genera contaminación que termina en los cuerpos de agua. Actualmente la norma de caudal ecológico no se cumple.
En el caso de las zonas boscosas aledañas, acusan una importante deforestación.
La región muestra una preocupante pérdida de la biodiversidad debido a la contaminación. Hay pocos ejemplares de peces, patos, ranas, entre otros animales que por años vivieron en la región.
Lo delicado, según Daury García Pulido, es que el Lerma es hoy uno de los ríos más contaminados del país “y se está haciendo poco para remediar esa situación”.
En su opinión, hay una deficiencia grave en el tratamiento de las descargas de agua que recibe. Realmente no hay una gobernanza del agua. “Una de las problemáticas más graves es el abandono de las autoridades municipales de las acciones que pudieran realizar. No asumen el papel que les corresponde ni realizan las inversiones que se necesitan, ni hacen las gestiones adecuadas”.
Necesario generar conocimiento y aplicarlo
Fabiola Sosa Rodríguez, jefa del área de Crecimiento Económico y Medio Ambiente del Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco, expuso a este periódico que en el foro realizado el pasado 29 en la unidad Lerma de esa casa de Estudios, académicos hicieron una serie de planteamientos entre los que destaca la necesidad de mejorar el conocimiento que se tiene sobre los procesos de los contaminantes en la zona y cómo están distribuidos en el territorio.
Para la académica eso implica definir los monitoreos y los parámetros para construir una serie de indicadores estandarizados a los cuales se dé seguimiento.
Además, se planteó la urgencia de avanzar en el tratamiento de aguas residuales promoviendo procesos de reingeniería o construcción de nuevas plantas.
Los especialistas destacan la necesidad de impulsar el aprovechamiento de la lluvia colectarla y reusarla como una estrategia clave. Eso implica que es necesario conocer la calidad de agua de lluvia, debido a que varios de los contaminantes que están en la atmósfera pueden precipitar y contaminar esta agua.
También que se requiere avanzar en normar los contaminantes emergentes y microplásticos, los cuales pueden convertirse en un riesgo en la salud de la población y de los ecosistemas.
Por otro lado, ante las mayores demandas y presiones del cambio climático y la disponibilidad del agua, es necesario avanzar en una regulación técnica para el reuso del agua residual, considerando procesos de tratamiento indirectos.
Asimismo, mejorar la comprensión del vínculo que existe entre la salud y los contaminantes, no solamente en el agua, sino también presentes en el suelo del aire con estudios de toxicidad humana y ambiental.
Para la académica y sus colegas, no se debe olvidar que la gestión del agua requiere la gestión del territorio. Eso implica, por ejemplo, frenar cambios de uso de suelo en donde son zonas de conservación o de gran fragilidad.
En otro aspecto, los académicos destacan la necesidad de la educación y la sensibilización en la población en general; avanzar en garantizar acciones permanentes tanto a escala federal como a estatal. Hoy existe un compromiso muy claro de reconocer este problema prioritario del saneamiento pero eso no necesariamente se tiene garantizado en las siguientes administraciones.
Los académicos, refiere la investigadora, señalaron la necesidad de mejorar las estrategias de comunicación de la problemática con la ciudadanía.
Primeras acciones
Actualmente Conagua realiza un diagnóstico para saber con precisión cuál es el estado que guardan las plantas de tratamiento de aguas residuales en la zona y un análisis de las concesiones de agua, tanto subterránea como superficial, con sus respectivos permisos de descarga, para determinar el balance hídrico real en la zona.
Además, busca contar con un monitoreo de la calidad del agua en diferentes puntos, pues en los últimos años ese trabajo se dejó de hacer.
También se pretende monitorear la cantidad del agua en la zona, lo cual tiene que ver con las concesiones en la cuenca.
Eso implica conocer cómo funciona la batería de pozos que hay en la región, para saber concretamente cuánta agua se extrae y se envía a la Ciudad de México y cuánta se va a los distritos de riego.
En el caso del río Santiago, su rehabilitación tiene mucho que ver con la estrategia de los bosques de agua, puesta en marcha por el gobierno federal. Concretamente se busca establecer áreas de restauración forestal que permitan la recarga del acuífero.
Conagua contempla una estrategia de suelo para prevenir que la contaminación del suelo llegue al río y los pasivos ambientales.
Por ello se trabaja con la Sedatu para revisar los ordenamientos territoriales regionales y municipales y ambientales que determinen zonas en donde ya no debe haber más industrialización.
Según Claudia Gómez Godoy se trabaja con las secretarías de Medio Ambiente estatales sobre la falta de rellenos sanitarios y con las de Agricultura en la reconversión productiva y con las de Ganadería para asegurarse de que sean habilitados en la región rastros Tipo-Inspección Federal y que se cuente con biodigestores para tratamiento de grasas y desechos cárnicos.
Se han dado los primeros pasos para cumplir la encomienda, y remediar el problema en esa costura que va buscando el mar del centro al occidente de México. La pregunta es ¿habrá zurcido invisible, repulgo ciego o solo tru tru?