Frankenstein, el cierre de un viaje de 50 años para Guillermo del Toro

Frankenstein, el cierre de un viaje de 50 años para Guillermo del Toro

Frankenstein, la nueva película de Guillermo del Toro, va de obsesión, soledad, rechazo, culpa y miedo, pero también de amor, dolor, deseo de pertenencia, necesidad de redención y perdón, todas emociones enmarcadas y reflejadas en una relación padre-hijo, la de los protagonistas y también la de su director.

El tapatío cuenta que su primer encuentro con el clásico de Mary Shelley fue a los 11 años. En una ida en bicicleta a un supermercado llamado Maxi en Guadalajara compró la edición de Bruguera del libro. Tras leer la historia de Víctor Frankenstein y la criatura, quedó fijo en su mente que llevaría dicha trama a la pantalla.

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“A los 11 años, un chavito de Guadalajara, de provincia, leyó el libro –y yo ya estaba haciendo Super 8– y dije: ‘Yo voy a hacer esta película. Voy a hacer cine fantástico en México’. Y el que haya hecho una película, Cronos, hubiera sido un milagro. Lo que ha pasado después, no sé ni cómo describirlo, a veces sí, ya sé que suena cliché, pero pienso que estoy borracho y voy a despertar”, afirma entre risas.

A los 61 años, cinco décadas después de ese momento y con el mural de “La Creación” de Diego Rivera como testigo, el ganador del Oscar presentó este lunes en el anfiteatro del Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la Ciudad de México, Frankenstein, la película que realizó para Netflix, y en la que retrata su visión de la relación entre este creador y su criatura, uno de los monstruos más famosos de la literatura.

La película Frankenstein, el largometraje número 13 en su carrera cinematográfica, se volvió un acto biográfico, expresa del Toro, una obra que reconcilia sus vivencias, “algunas me pasaron durante el secuestro de mi papá, algunas me pasaron a nivel personal o con la familia”.

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El cineasta mexicano Guillermo Del Toro se dirigió al público mexicano durante la premiere de Frankenstein en la Ciudad de México. Foto EE:Cortesía

“Me alegra mucho no haber hecho la película más joven, porque hubiera sido acerca de mi papá y yo. Y los papás pueden tener el corazón más limpio, pero son una sombra muy grande que cuesta trabajo entender como seres humanos, y uno pasa a veces las mismas ausencias a los hijos”, agrega.

De padres y de religión

Protagonizada por Oscar Isaac y Jacob Elordi en los papeles de Víctor Frankenstein y la criatura, respectivamente, y con un elenco completado por Mia Goth (Elizabeth Lavenza), Christoph Waltz (Heinrich Harlander), Felix Kammerer (William Frankenstein) y Charles Dance (Leopold Frankenstein), la película se estrena el 7 de noviembre en Netflix.

Óscar Isaac detalla que la creación de su personaje fue “un proceso profundamente íntimo”, nacido de una conversación muy personal con Guillermo del Toro. “Hablamos con humildad, de todo: de nuestros padres, del dolor de nuestros padres, de la religión, del trauma de esa religión católica”, agrega el actor de origen guatemalteco.

Al leer el guion por primera vez, ambos terminaron “en lágrimas, llorando, porque se sentía muy personal”.

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Guillermo Del Toro, Oscar Isaac y Jacob Elordi, acudieron a la premiere de Frankenstein en la Ciudad de México.Cortesía

Del Toro concibió a Víctor como “más artista que científico”, un enfoque que exigió a Isaac desarrollar un acento propio, el cual se inspiró en los músicos de rock de los años 60, como Jimi Hendrix o Mick Jagger. “Intenté quedarme en ese modo de hablar”, cuenta el actor, convencido de que la interpretación debía sentirse viva y honesta.

El largometraje con una duración de 2 horas y 29 minutos tuvo su estreno mundial en la competencia principal del 82° Festival Internacional de Cine de Venecia el 30 de agosto de 2025, el cual fue recibido con una ovación de pie de 13 minutos. En México, llegó a una selección de salas de cine el 23 de octubre.

“Si no lloro, no imprimo”

Guillermo del Toro considera que el tono de la película es el elemento más relevante en el desarrollo de cualquier historia y lo más difícil de lograr como director, de ahí la importancia de probar hasta llegar al punto correcto, y hacerlo sin miedo, “como si fuera cocinar, o hacer una salsa”.

Ante este contexto, cuenta que la última escena de Frankenstein, una de las más emotivas de la película, fue la primera en ser filmada, debido a su relevancia como definición del tono para toda la historia.

Para llegar al punto correcto para él como director, dice que su métrica es muy sencilla: “Si no lloro, no imprimo. Si yo no lloro, no me conmueve, no imprimo. Que otra vez, otra vez, otra vez. Tiene que sentirse vivo”.

Además, recalca la importancia de construir a los personajes con todos sus matices, defectos y virtudes. De ahí su interés por retratar “monstruos”, pero desde una perspectiva integral, lo que incluso con un trasfondo religioso le ha permitido abordar desde otra óptica conceptos como Dios, Cristo, la salvación y la gracia.

“Odio a los personajes buenos, buenos, buenos y malos, malos, malos. Todos somos una mierda a las 8:30, un santo a las 10:30, ya un imbécil a las 12:00 y un pendejo a las 3:00”, expresa.

Por eso, confiesa su interés por lo humano, porque el arte real “está hecho por humanos para humanos”. Para cuando las personas vean una película, tengan la oportunidad de ver seres reales, completos y gigantes, como si fueran a la ópera. Y eso, agrega, no tiene nada que ver con el tamaño de una pantalla en la que se ve la obra, sino en el tamaño de las ideas detrás.

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Guillermo Del Toro convivió con algunos cinéfilos la premiere de Frankenstein en la Ciudad de México. Foto EE:Cortesía

—¿Por qué trabajas tanto y te preocupas tanto de tantos detalles en una película? —le preguntó Ted Sarandos, co-CEO de Netflix y quien presentó oficialmente la película este lunes.

Porque soy mexicano —contestó Guillermo del Toro en medio de los aplausos del público— La manera de hacer algo grande en México es con dos manos y dos huevos.

Y eso seguirá haciendo, asevera, aprovechando todos los recursos disponibles para seguir ofrecen

“No tenemos los recursos digitales, la chingada, pero tenemos la artesanía, el arte la visión, el color, la textura. Y para mí yo no voy a filmar como un director de cine del primer mundo, aunque esté en el primer mundo. El ingenio, el cómo lograr que una cosa se vea más grande, más hermosa, más fastuosa, es todo el instinto mexicano”.

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