Flor de calabaza: Beneficios, propiedades y legado prehispánico de este tesoro mexicano
Antes de ser un ingrediente, la flor de calabaza fue una expresión agrícola y espiritual. Su historia se entrelaza con la invención de la milpa, ese sistema mesoamericano que unió maíz, frijol y calabaza para crear una de las alianzas alimentarias más duraderas del planeta.
En los códices y relatos nahuas, la calabaza simbolizaba fertilidad, protección y sustento; sus flores, frágiles pero persistentes, marcaban el inicio de las lluvias y la abundancia de los campos.
Las civilizaciones prehispánicas aprovecharon cada parte de la planta. Las semillas tostadas se convertían en base para salsas o bebidas; la pulpa se usaba en guisos; las hojas, en caldos; y las flores, recolectadas al amanecer, se cocinaban frescas o se añadían a tamales ceremoniales. En ese gesto agrícola estaba la clave de la autosuficiencia: la flor no se cultivaba por lujo, sino como extensión del ciclo vital del maíz.
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De lo ritual a lo cotidiano
Con la llegada de la colonia, la flor de calabaza mantuvo su presencia en las cocinas rurales. En los mercados de Oaxaca, Puebla o Morelos, aún se vende en manojos, y su preparación conserva los tiempos de la tradición: lavarla con cuidado, retirarle el pistilo y cocinarla justo antes de marchitarse.
Hoy, su uso se ha diversificado. Se incorpora en cremas, caldos ligeros, quesadillas y tamales, pero también en platillos contemporáneos que exploran su sabor vegetal y delicadamente dulce.
En la cocina mexicana moderna, chefs la combinan con hongos silvestres, maíz tierno y quesos artesanales, sin perder de vista su origen campesino.
Perfil nutricional de la flor de calabaza
Más allá de su valor simbólico, la flor de calabaza es una fuente importante de nutrientes esenciales. De acuerdo con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, 100 gramos de flor fresca contienen:
Calorías: 19 kcal
Proteínas: 1.3 g
Fibra dietética: 1.2 g
Calcio: 39 mg
Potasio: 240 mg
Fósforo: 44 mg
Vitamina A (betacarotenos): 4,800 UI
Vitamina C: 28 mg
–><!–>Enlace imagenFlor de calabaza
Su riqueza en carotenoides y flavonoides la convierte en una flor antioxidante que favorece la salud ocular y la regeneración celular. Es ligera, digestiva y ayuda a equilibrar el metabolismo gracias a su bajo contenido calórico y alta proporción de agua. Además, su concentración de potasio contribuye al funcionamiento muscular y a la regulación de la presión arterial.
Cada temporada de lluvias, cuando los tallos del maíz se enredan con las guías de calabaza, el ciclo vuelve a repetirse. Su cultivo sostiene la biodiversidad del campo mexicano y perpetúa el conocimiento agrícola heredado de los pueblos originarios.
La flor de calabaza representa esa unión entre alimento, salud y cosmovisión; una joya vegetal que ha resistido siglos de cambio sin perder su esencia. En cada flor se encierra el legado de un país que aprendió a alimentarse con lo que crece junto al maíz.
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