Extinciones y creaciones en estructura de Cultura federal

El martes reciente, a través del Diario Oficial de la Federación, se actualizó el Reglamento Interior de la Secretaría de Cultura federal y con él una serie de cambios relevantes en su estructura, entre ellos, la reducción de 16 a 12 unidades administrativas.

Destaca la desaparición de la Subsecretaría de Diversidad Cultural y Fomento a la Lectura y también de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, mientras que se hace oficial la creación de la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad, la cual, como se anunció la semana pasada, será dirigida por el antropólogo Diego Prieto Hernández, exdirector del INAH.

Adicionalmente, bajo los cambios de visión estructural en el Ejecutivo para ponderar las expresiones y determinaciones de los pueblos originarios y la intención de reforzar el acompañamiento para la salvaguardia del patrimonio inmaterial, se crea la Dirección General Técnica y de Investigación de Culturas Populares y la Dirección de Acción Territorial y Promoción Comunitaria.

Efectos de una reestructuración

El Economista conversa con Carlos Villaseñor Anaya, consultor internacional en políticas culturales para el desarrollo sostenible, especialista en derechos culturales, patrimonio cultural material e inmaterial y evaluación de proyectos de economía creativa, así como presidente de la asociación civil Interactividad Cultural y Desarrollo.

Haciendo un análisis general sobre la actualización del Reglamento Interior de la Secretaría de Cultura, el entrevistado resalta la desaparición de la Dirección General de Asuntos Internacionales.

“Llama la atención porque la única referencia que encuentro sobre la relación con temas internacionales y los asuntos que corresponden al patrimonio inmaterial es quizás la propia (nueva) Unidad de Culturas Vivas y tal vez la Dirección General de Vinculación, donde están los temas más amplios de relación internacional, pero no veo que alguien ocupe la posición franca de conducir la diplomacia cultural. Vale la pena preguntar si la conducción de la política cultural internacional seguirá a cargo de la Secretaría de Cultura o va a ser coordinada a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores”.

Villaseñor Anaya observa que, dentro de esta reestructuración, también dejan de existir las direcciones generales del Centro Nacional de las Artes y la de la Fonoteca Nacional, empresas de participación estatal que, sin lugar a dudas, seguirán siendo operadas por Cultura federal, aunque desaparecen del reglamento por una reorganización jerárquica.

El asunto a confirmar dentro de dicha reorganización, dice Villaseñor, será conocer dónde se ubicarán éstas y cuál será la jerarquía de sus titulares: “Queda en el aire cuál será su relación con las estructuras, las unidades y con la Subsecretaría de Desarrollo Cultural”.

Un organismo para concentrar intenciones

Alrededor del año 2017, Carlos Villaseñor Anaya fue consultor externo de la Secretaría de Cultura federal para la presentación de un análisis del estado del arte de la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Entre las conclusiones del documento disponible públicamente, el especialista enfatizó la dispersión de las instancias del Estado que tienen obligaciones e injerencia en la tarea de garantizar la salud del patrimonio inmaterial e incluso sugirió la creación de un instituto que concentrara dichas obligaciones.

Por otra parte, en el artículo 11 del nuevo Reglamento Interior de la Secretaría de Cultura, con una visión que busca concretar lo que se señaló en aquel 2017, se determinan 13 atribuciones para la recién creada Unidad de Culturas Vivas, entre las que se le determina a proponer y coordinar las políticas públicas sobre las culturas vivas; diseñar y aplicar estrategias para el fortalecimiento de acciones culturales en comunidades con altos índices de marginación, pobreza o violencia, así como impulsar la colaboración con el INAH, el INBAL y el INPI, para impulsar programas conjuntos en beneficio de las culturas vivas indígenas y afroamericanas.

“El patrimonio inmaterial es primordialmente responsabilidad de las comunidades, de los grupos y las personas que lo reconocen como tal. Las instituciones, en todo caso, lo que tienen que hacer es generar un marco legal y administrativo que propicie esa salvaguardia comunitaria. Ése es el punto delicado, fino: cómo facilitarles a ellos que se hagan cargo de la salvaguardia del patrimonio cultural que reconocen como propio”, comenta el entrevistado.

Por otro lado, menciona: “Desaparece la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas. Suponemos que ahora las funciones que tenía atribuidas pasan a la nueva unidad. Habrá que ver también qué pasa con las unidades regionales de culturas populares, que han estado tan de capa caída durante los últimos años”.

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