Explotación laboral a la mexicana
En México, uno de cada cuatro trabajadores asalariados tiene de manera habitual una jornada por encima del límite legal. Según la ENOE publicada esta semana, 10.1 millones de personas con empleo subordinado laboran más de 48 horas semanales, por arriba de lo permitido por la Constitución.
Y esta realidad cotidiana en nuestro país tiene nombre legal, al menos desde el año pasado: explotación laboral. Ahora sí, cuando alguien en tono de broma dice “en mi trabajo me explotan”, puede que sea cierto.
Este 30 de julio, Día Mundial contra la Trata de Personas, conviene mirar más allá de las imágenes extremas con las que a veces asociamos la explotación laboral, ahora incluida dentro de dicha legislación, pues a veces se ejerce con una nómina, un supervisor y en un entorno totalmente formal.
El 7 de junio de 2024 entró en vigor en el país una reforma a la Ley contra la Trata de Personas que tipificó como delito de explotación laboral la imposición de “jornadas de trabajo que se encuentren por encima de lo estipulado por la ley”, con sanciones de hasta 12 años de prisión y 70,000 días de multa. Es decir, obligar a trabajar más allá de lo permitido ya no es sólo abuso o irregularidad: es un crimen.
Sin embargo, hasta donde se ha informado públicamente, no hay sanciones registradas ni investigaciones públicas abiertas por este tipo penal. La reforma sorprendió a muchos, pero hasta ahora ha sido un avance en el papel, pues no se ha traducido en operativos ni en inspecciones puntuales en este tema. Las cifras del mercado laboral tampoco han variado entre un año y otro.
Y conviene detenerse en el tema, pues más allá de las implicaciones legales, también hay un componente importante de salud laboral.
La OIT ha documentado que las jornadas largas son el principal factor de riesgo letal en el trabajo. De las casi tres millones de muertes laborales al año en el mundo, cuatro de cada diez casos tienen como causa directa el exceso de horas de trabajo.
Mientras tanto, el país debate una posible reforma para reducir la jornada a 40 horas semanales. El gobierno está en la fase de elaboración de la propuesta que se enviará al Congreso en septiembre, pero se da en medio de un gran dilema, ya que millones de personas ni siquiera viven su cotidianeidad laboral en el margen de las 48 horas.
De esta manera, este nuevo Día Mundial contra la Trata de Personas es una buena oportunidad para recordar que este ilícito también ocurre dentro de esquemas de trabajo legales, con jornadas extenuantes, sin pago de horas extra y con varias condiciones de precariedad laboral.
Y si la ley lo llama delito, ¿por qué seguimos tratándolo simplemente como algo de cultura laboral?