Evidencia de que Pemex sí necesita ayuda

Evidencia de que Pemex sí necesita ayuda

El 2015 y el 2017 fueron años particularmente traumáticos para la inversión petrolera en México. En respuesta a la crisis de precios en el mercado global de los años previos, Pemex se vio forzado a reducir dramáticamente su presupuesto de inversión física (capex) en exploración y producción. Cada uno representó caídas de más de 40% respecto al presupuesto anterior. Los estados petroleros lo sufrieron. La oposición de aquel momento acusó al gobierno de desfondar a Pemex.

2025 pinta parecido. En 2024, Pemex desplegó capex por 162,000 millones de pesos. Para 2025, ya considerando los ajustes de febrero, su capex presupuestado será de menos de 95,000 millones de pesos. Es una caída de 41.7%: 48.4% en exploración y 39.6% en desarrollo.

El consuelo en 2017, quizás de tontos, era que la crisis había venido de fuera. Muchas otras petroleras habían recortado sus inversiones en montos comparables. Además, las rondas petroleras y farmouts de campos de Pemex prometían que México podría complementar progresivamente las inversiones de nuestra campeona estatal con inversiones y capacidades de producción privadas. (Al año siguiente se descontinuaron).

El colapso de 2025, en cambio, viene de dentro. En 2024, Pemex ya llegó al punto en el que más del 97% de las contribuciones de capital de Hacienda se utilizaron para cubrir obligaciones del servicio de la deuda. Y ni siquiera mejoraron sustantivamente la posición financiera de Pemex. De hecho, el 20-F más reciente que Pemex le presentó a la SEC de Estados Unidos reconoce que “nuestra deuda total, incluyendo interés acumulado, fue de [1.978 billones de pesos] (97,600 millones de dólares) que representa un incremento de 10.3%” respecto al año anterior. La deuda a proveedores, aun si se acota sólo al componente de corto plazo, es insostenible.

Mientras tanto, los indicadores que podrían hacer una diferencia sustantiva siguen apuntando a la baja. El “guidance” actual que ofrece Pemex sugiere que en 2025 Pemex va a producir menos crudo que en 2024. Su producción de gas, de acuerdo con el mismo “guidance” repuntaría respecto a 2024. Pero seguiría siendo menor que en 2023. Más allá de las predicciones de Pemex, los indicadores de actividad van en picada. Los pozos terminados por Pemex en 2024 fueron menos de dos terceras partes de los de 2023, que no fue precisamente un año para presumir. El numero de pozos productivos al cierre de 2024 fue 15% que el de 2025.

El factor limitante no es la falta de activos valiosos, potencialmente productivos. Pemex sigue teniendo 526 kilómetros cuadrados de “acreage” sin desarrollar. Adentro de lo que ya exploró y delimitó, sigue sin desarrollar casi 40% de sus reservas probadas. Lo que le falta es dinero y capacidad productiva.

Pemex necesita ayuda. Por lo menos ya lo reconoce de nuevo. El 20-F de Pemex admite que están considerando el uso de los contratos de servicios integrales de exploración y explotación (CSIEEs), que ofrecen a los contratistas incentivos considerando la producción incremental y los riesgos operativos, como un remplazo hacia adelante para los farm-outs para promover la participación del sector privado en sus operaciones. Ahí mismo se mencionan hasta actividades exploratorias bajo este mecanismo.

Pero más allá de los cuatro CSIEEs firmados (Cuitláhuac, Bacab-Lum, Lakach y Coapechaca Bloque IV), con sólo tres en marcha, la viabilidad y escalabilidad del mecanismo está plagada de incertidumbres. ¿Cómo va a poder Pemex ofrecer oportunidades de asociación que mitiguen adecuadamente el propio riesgo Pemex–financiero, político, etc.? Si Pemex necesita tanta ayuda, como Carlos Slim confirmó recientemente, ¿qué está haciendo para que haya muchos operadores de calidad –con experiencia, tecnología y capital– dispuestos a ayudar?

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