Europa y México: hacia una alianza estratégica en las cadenas de valor
La diversificación económica es una de las mayores oportunidades para México en el contexto global actual. En un entorno de cambios constantes, ampliar nuestros horizontes comerciales fortalece la resiliencia de nuestra economía y abre la puerta a cadenas de valor más competitivas y sostenibles. En este camino, la Unión Europea (UE) se perfila como un aliado clave: un mercado de más de 450 millones de consumidores, con alto poder adquisitivo y valores compartidos de apertura, sostenibilidad e innovación.
El comercio bilateral México-UE supera los 82,000 millones de euros anuales, lo que posiciona a la UE como nuestro tercer socio comercial y el segundo destino de exportaciones. Además, con más de 200,000 millones de euros de Inversión Extranjera Directa (IED) en México, la UE es la segunda fuente de inversión, solo detrás de Estados Unidos. Estos datos reflejan una relación sólida, pero también un potencial aún mayor: consolidar una plataforma estratégica que integre a México en redes de producción globales con un enfoque en innovación y sostenibilidad.
La industria automotriz es un ejemplo claro de éxito. El 95% de nuestras exportaciones a la UE son vehículos y autopartes, lo que demuestra la capacidad de México para competir en mercados exigentes. Este liderazgo inspira a otros sectores a fortalecer su competitividad global. Por ejemplo, la agroindustria mexicana -con productos como aguacate, miel, café, tequila y frutos rojos- puede conquistar nuevos mercados si cumple con estándares de trazabilidad, certificaciones como la ISO 22000 y prácticas sostenibles que satisfagan las demandas de los consumidores europeos.
Asimismo, sectores de alto valor agregado, como la electrónica y los equipos médicos, tienen un enorme potencial para integrarse en cadenas transatlánticas. Por ejemplo, México podría posicionarse como un centro de producción de semiconductores o dispositivos médicos, aprovechando la creciente demanda europea y la relocalización de cadenas de suministro. Sin embargo, superar barreras regulatorias y de cumplimiento en Europa requiere un esfuerzo coordinado para garantizar que nuestras empresas cumplan con los estrictos estándares del mercado.
El sello “Hecho en México, Calidad” que proponemos para las exportaciones mexicanas, debe consolidarse como sinónimo de innovación, sostenibilidad y excelencia productiva. Promover esta marca en Europa generará confianza entre compradores, inversionistas y consumidores, fortaleciendo la competitividad de nuestras empresas.
La UE también es un aliado natural en la transición energética y la economía circular. Países como Alemania e Italia lideran en energías renovables, reciclaje e innovación verde. México, con su potencial en energía solar, eólica y proyectos de economía circular, ofrece un terreno fértil para inversiones europeas. Adoptar regulaciones y modelos de financiamiento sostenible de la UE puede fortalecer nuestro marco interno y acelerar esta transición.
Consolidar esta alianza exige un esfuerzo conjunto entre gobierno, empresas e instituciones. México debe superar desafíos como las diferencias regulatorias y los costos de certificación para posicionarse como un socio confiable. Al hacerlo, la relación México-UE se convertirá en un eje clave para la diversificación económica, la innovación y el desarrollo sostenible. Es momento de actuar con decisión para que México lidere en las redes de producción globales, con la Unión Europea como un aliado estratégico.
La Renovación del Acuerdo Global México-UE, que esperamos entre vigor el año que entra, es un pilar clave para facilitar este proceso, al reducir barreras arancelarias y promover la cooperación en estándares técnicos y sostenibilidad.
En este esfuerzo, desde el COMCE nos inspira una visión clara: “Llevar a Europa lo mejor de México, traer a México lo mejor de Europa”, lo que sintetiza el espíritu de una relación que debe profundizarse con visión de futuro y compromiso compartido.
*El autor es presidente ejecutivo del COMCE.