Estos son los mejores consejos para usar inteligencia artificial en el regreso a clases

La inteligencia artificial (IA) ya está en las aulas y no tiene sentido ignorarla. Prohibirla es ingenuo; integrarla con criterio y dentro de un marco ético es la ruta realista para estudiantes, docentes y directivos.
La clave, de acuerdo con Catalina Londoño, directora de Incorporación de Clientes de TurnitIn, es usarla como lo que es: una herramienta que potencia el aprendizaje, no un atajo para eludirlo.
Turnitin es una herramienta en línea que detecta el plagio al comparar trabajos con una base de datos de textos académicos, páginas web y otros documentos. También cuenta con herramientas para detectar el uso de Inteligencia Artificial en textos.
¿Qué son las herramientas de IA?
Bajo el paraguas de IA conviven varias familias de software. Están las herramientas generativas que ayudan a escribir, sintetizar y analizar textos; otras se especializan en el aprendizaje de idiomas; también hay asistentes que convierten información confiable en líneas de tiempo o guiones para podcasts; y opciones que “hablan” y resultan útiles para quienes aprenden mejor escuchando que leyendo.
“Algunos sistemas entrenan al estudiante para exámenes formulando preguntas o priorizando contenidos, e incluso ayudan a gestionar tiempo y agenda”, dijo Londoño en entrevista.
De acuerdo con la directiva, en todos los casos, la premisa es la misma: conocer qué hay disponible y para qué sirve cada herramienta antes de adoptarla en clase.
¿Cuál es el uso que se le da a la IA en la escuela?
La IA ya se usa en dos vertientes. Del lado del alumnado, como apoyo para estudiar (resúmenes, priorización de temas, simulacros de examen), mejorar habilidades lingüísticas o administrar el tiempo.
Del lado del profesorado, como soporte para construir evaluaciones, explorar nuevas formas de valorar el aprendizaje y revisar el proceso de escritura de los estudiantes.
A nivel institucional, la responsabilidad es definir políticas claras de integridad y de uso de herramientas. En conjunto, esto implica que toda la comunidad académica, directivos, docentes y estudiantes, actúe de forma coordinada.
Un principio operativo guía esa adopción. Las herramientas tecnológicas brindan información para tomar decisiones, pero no deben usarse de forma punitiva ni reducir el juicio educativo a un número. La decisión final depende del criterio humano, no del porcentaje de similitud o de una alerta automatizada.
Estas son algunas de las recomendaciones que nos da Catalina Londoño para el uso de herramientas de IA en el regreso a clases:
1. Alfabetización digital primero: Antes de usar IA, estudiantes y docentes deben conocer el mapa de opciones y sus alcances. No todo sirve para todo, y entender límites y fortalezas evita expectativas irreales. Para el profesor, probar las herramientas y enseñar su uso forma parte de su función; para el alumno, comparar alternativas y elegir la que responda a la tarea concreta.
2. Usar la IA como apoyo, no como sustituto: La IA puede resumir, generar propuestas y entrenar para exámenes, pero el aprendizaje sigue siendo responsabilidad individual. Entregar trabajo generado para “que no se note” es, en palabras llanas, hacer trampa. El objetivo es aprender mejor, no pasar una revisión.
3. Transparencia y comunicación con el profesor: Si hay dudas sobre hasta dónde se permite usar IA en una tarea, hay que preguntar. Acordar qué se puede usar y declarar explícitamente el grado de uso, dar créditos a la herramienta y explicar qué hizo, disipa ambigüedades y alinea expectativas.
4. Políticas claras a nivel institución: Las escuelas deben contar con lineamientos de integridad académica y reglas de uso de IA. Esto incluye criterios para evaluar trabajos, protocolos cuando se detecta uso no permitido y procesos para formar a docentes y estudiantes. La coherencia institucional reduce la zona gris.
5. Evaluación con criterio humano: Sistemas de detección de similitud o de uso de IA son ayudas, no martillos. Sirven para enriquecer el proceso de evaluación, no para automatizar sanciones. El análisis del docente, y, cuando aplique, el de los directivos, debe prevalecer sobre cualquier reporte automático.
6. Diversificar el aprendizaje con IA: No todo es “escribir por mí”. Herramientas de voz para quienes aprenden escuchando, asistentes de idiomas, organizadores de información en líneas de tiempo y generadores de cuestionarios pueden mejorar la comprensión y la retención.
Principales plataformas de IA
Más que marcas, conviene pensar en familias de plataformas:
Generativas de escritura y análisis: Redactan borradores, sintetizan y ayudan a estructurar ideas. Son las más conocidas y existen en modalidades gratuitas y de pago. Útiles para arrancar, comparar enfoques y detectar lagunas en el argumento.
Aprendizaje de idiomas: Entrenan vocabulario y conversación en el idioma objetivo, por ejemplo, el inglés, con retroalimentación inmediata.
Curación y organización de contenidos: A partir de fuentes confiables, generan líneas de tiempo, guiones de audio y síntesis temáticas para familiarizarse con material complejo.
Herramientas con voz (asistentes conversacionales): Ideales para quienes aprenden mejor escuchando o necesitan practicar la expresión oral.
Apoyo docente y evaluación: Plataformas para construir exámenes, diversificar evaluaciones y analizar el proceso de escritura; incluyen verificadores de similitud y de posible uso de IA.
Las clases regresan junto con la IA. Integrarla con reglas claras, transparencia y criterio humano permite aprovechar su valor (organizar, practicar, sintetizar) sin cruzar la línea de la integridad académica.
rodrigo.riquelme@eleconomista.mx