Estados Unidos puede liderar la próxima era de innovación digital
SEATTLE – Dos sistemas operativos (Apple iOS y Google Android) dominan el ecosistema de las aplicaciones móviles; y en los últimos diez años, se ha formado un consenso mundial en torno a dos cuestiones. En primer lugar, estas plataformas han acumulado un poder de mercado significativo y permanente, que les permite extraer rentas monopólicas a partir de los consumidores y usuarios empresariales, poder que con frecuencia defienden con prácticas anticompetitivas y abusivas. En segundo lugar, la fiscalización tradicional mediante las leyes vigentes contra el abuso de posición dominante y el monopolio ha sido demasiado lenta e incierta para disuadir a estas megaempresas, que disponen de más recursos y poder que muchos países y gobiernos.
Más allá de las leyes de defensa de la competencia vigentes, que han permitido algunos procesos judiciales importantes en Estados Unidos, Europa, Brasil y otros lugares, las legislaturas han estado trabajando en nuevas iniciativas. En diversas jurisdicciones de todo el mundo, se han aprobado (o se están estudiando) leyes tendientes a frenar el poder y los abusos de las megatecnológicas.
También en Estados Unidos, en 2022 hubo apoyo bipartidario para el proyecto de Ley de Mercados de Aplicaciones Abiertos, que tuvo un avance significativo en el Congreso al superar su paso por el Comité de Asuntos Judiciales del Senado con 20 votos favorables contra dos. Pero las prioridades de las presidencias de bloque en el Senado impidieron que se tratara en el pleno; y ahora la necesidad de una ley de esta naturaleza es todavía más evidente. Los consumidores y las empresas estadounidenses siguen sufriendo conductas abusivas de los “guardianes” del mundo digital, que extraen rentas y tarifas excesivas, aplastan a las empresas y modelos de negocio de la competencia y ejercen una influencia indebida sobre las nuevas aplicaciones y tecnologías (que a veces llega a la lisa y llana denegación de acceso).
La competencia abierta es crucial para que desarrolladores e innovadores independientes (actuales o futuros) puedan crear empresas, dar empleo y beneficiar a los consumidores. Los países que lo logren (y lo antes posible) serán los próximos imanes de la inversión en innovación digital.
Las oportunidades disponibles para los que restablezcan un nivel de competencia significativo serán inmensas. No son meras especulaciones. Hace muchos años, Silicon Valley promovió la aplicación de las leyes antimonopolio contra Microsoft, que en aquel momento tenía el control efectivo del acceso a Internet. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos se hizo cargo del asunto, y su eficaz fiscalización permitió a las empresas tecnológicas que hoy conoce todo el mundo salir adelante. ¿Podrían prosperar (o tan siquiera sobrevivir) empresas como Apple y Google si se hubiera permitido a Microsoft apropiarse del 30% de sus ingresos o hacerles competencia desleal con sus productos en las computadoras personales? ¿O habrían seguido el mismo camino que Netscape?
Hoy enfrentamos una situación similar; solo que ahora son Apple y Google las que controlan las plataformas (los dispositivos móviles) que son el canal más frecuente (y en algunos casos, el único) a través del cual los consumidores acceden a servicios e información en Internet. La posibilidad de liberar una nueva ola de innovación independiente, inversión y crecimiento empresarial comparable con la de los últimos veinte años depende de nuestra capacidad para resolver el problema del poder de mercado.
La oportunidad que tienen ante sí los desarrolladores, las empresas y los consumidores estadounidenses es innegable. Así como en los primeros años de este siglo Silicon Valley experimentó un inmenso crecimiento gracias al liderazgo antimonopólico de los Estados Unidos contra Microsoft, los países que llevarán la delantera en los próximos diez años serán los que atraigan empresas innovadoras dispuestas a invertir y crecer. La alternativa es dejar a dos de las empresas más grandes y poderosas de la historia de la humanidad el control de nuestras vidas digitales por tiempo indefinido, no en aras de la innovación y el espíritu empresarial, sino para proteger sus intereses financieros.
Mientras el resto del mundo actúa, es importante que Estados Unidos tome la delantera, en vez de delegar la tarea a otros países y supeditarse al resultado incierto de procesos judiciales separados cuya resolución puede llevar un decenio. Esto implica aprobar nuevas leyes que garanticen a todas las empresas la posibilidad de competir y triunfar o fracasar según el valor de sus propuestas y no por el mero hecho de estar alineadas o no con los intereses financieros de los guardianes actuales. Aunque el mecanismo judicial terminó siendo exitoso hace veinticinco años (con Apple y Google como principales beneficiarias), ya era demasiado tarde para muchas empresas que intentaron competir en los noventa.
La Ley de Mercados de Aplicaciones Abiertos dará a los consumidores estadounidenses acceso a mejores precios e innovaciones venidas de todos los rincones de la economía digital. Impedirá a los guardianes de la Internet móvil explotar su poder sobre los dispositivos para elegir ganadores y perdedores y exigir tarifas abusivas a cualquier empresa que quiera hacer negocios allí. Convertirá estos ecosistemas móviles en plataformas para todos los innovadores y emprendedores, no solo para los que estén alineados con los intereses financieros de los gigantes actuales. Y lo hará en plazos que beneficien a las empresas y consumidores de hoy, en vez de a los que haya dentro de diez años.
El poder dominante de los dos guardianes del mundo móvil es tan grande que muchas personas tal vez ni se den cuenta de lo que se están perdiendo. Pero Estados Unidos (y el resto del mundo) pueden elegir entre hacer posible la próxima ola de crecimiento empresarial o convertirse en vasallos de guardianes digitales que sólo piensan en proteger sus rentas.
El autor
Gene Burrus es un abogado especializado en defensa de la competencia.
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