Estados de la frontera norte alistan corredor turístico regional

Ciudad Juárez, Chih. El prototipo del Corredor Biocultural Frontera Norte, también llamado Corredor Oso Jaguar, es un proyecto de conservación, desarrollo económico y fortalecimiento cultural que abarcará cinco estados fronterizos del país, desde Sonora hasta Tamaulipas, según fue presentado en el Foro sobre sostenibilidad y responsabilidad social en el turismo realizado en Chihuahua.

Se trata de una propuesta en fase de estructuración, que nace de un acuerdo entre gobiernos subnacionales, la Federación a través de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), el sector privado y la Alianza Mexicana Alemana de la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable (GIZ).

“Este corredor tiene dimensiones territoriales bastante ambiciosas y visualiza acción a nivel nacional desde una perspectiva de la frontera norte del país”, para impulsar la acción de la conservación, pero también del desarrollo económico a través de los procesos culturales y el turismo, explicó Lorena Gudiño, coordinadora de Cambio Climático de la GIZ.

La iniciativa toma como especies emblemáticas al oso negro y al jaguar, este último como “punto de partida de la conectividad de todo el país, viene desde Tamaulipas, se va del lado oeste del país, baja por la Sierra Madre Occidental hasta conectar con Nayarit, y de ahí se dirige al sur del país, por eso se vuelve tan importante este proceso”, dijo

Proyección financiera

Lorena Gudiño detalló a El Economista que en esta fase inicial se destinó una inversión inicial de 6 millones de pesos, aportados por la GIZ y el sector privado, para estudios técnicos y consultorías para el “el desarrollo de una nota técnica conceptual de todo lo que involucra desarrollar un corredor biocultural”.

A mediano y largo plazo se proyecta que la implementación total del corredor requerirá una inversión cercana a los 20 millones de euros y 20 meses de trabajo, “estamos en ese proceso, parte de lo que estamos haciendo con todos estos aliados estratégicos es ir detonando y consolidando todo esto, para que una vez que tengamos afianzado el proyecto, se generen mecanismos financieros a nivel estatal y federal que permitan este proceso de conservación y desarrollo turístico ordenado”.

El corredor implica la conectividad entre áreas naturales protegidas estatales y federales, “ésa es una línea, la parte ambiental; la parte cultural busca reconocer a las comunidades indígenas y originarias, ejidatarios, ganaderos, etcétera, para poder reconocer qué oportunidades hay en el desarrollo de una ruta turística de conservación; otra de las líneas estratégicas es el andamiaje interinstitucional, este acuerdo entre los gobiernos subnacionales para establecer comunicación”.

El proyecto visualiza créditos de carbono, créditos de naturaleza y actividades regenerativas como fuentes de financiamiento, “no se trata de que el sector turístico pague y pague” sino que quienes inviertan en este tipo de actividades que son de conservación a la naturaleza, puedan tener bonos de carbono, “no solamente ser carbono neutral”.

“El turismo puede ser una herramienta extraordinaria para vincular el tema económico con la protección de la naturaleza y la cultura. Fue esta capacidad de generar valor ambiental y cultural, más allá del desarrollo económico, lo que convenció a la GIZ para apoyar esta iniciativa”.

Acuerdos

Los estados de Coahuila y Nuevo León ya cuentan con un acuerdo entre sus secretarios de medio ambiente; además existe un memorando de entendimiento entre la Asociación de Autoridades Ambientales Estatales (ANAAE),la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Económico (AMSDE), la Asociación de Secretarios de Turismo (ASETUR) y la GIZ, para el desarrollo de un plan de trabajo en la frontera norte.

A largo plazo se espera que el corredor biocultural pueda conectarse con áreas protegidas colindantes en Estados Unidos.

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