#Entrelíneas | El modus operandi de los ‘matrimonios infantiles arreglados’

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En la fiesta en el pueblo había mucha comida, mucha bebida y una pareja bailando por el compromiso que, inconscientemente, habían adquirido. En la comunidad de Tlacoachistlahuaca, en las montañas de Guerrero, una niña y un niño de apenas 12 años de edad se casaron, sumándose así a un lamentable fenómeno: los ‘matrimonios infantiles arreglados’ que, se estima, van al alza y que tienen lugar, principalmente, en comunidades indígenas donde los padres ven a sus hijas como mercancías.

En estos tiempos, cuando las sociedades enteras enfrentan retos mayúsculos, en algunas regiones de México se suma otra crudísima e inadmisible realidad: la venta de personas, sobre todo de mujeres, auspiciada por familiares que piensan y aseguran que ellas son de su propiedad. En el año 2020, el matrimonio infantil se tipificó como delito en México. La intensa batalla de organizaciones defensoras de los derechos humanos obligó a que así fuera, lo que obliga al Estado mexicano y a los gobiernos a castigar esta nueva práctica de esclavitud, pero, como suele ocurrir en México, las leyes no cambian necesariamente la realidad, de tal manera que el ‘matrimonio infantil arreglado’ se sigue celebrando con fiesta y baile en muchas familias mexicanas. En este momento no es posible dimensionar el número actual de ‘matrimonios infantiles arreglados’. Las cifras más actualizadas son del año 2020 y éstas acusaban que casi 28,000 mujeres de 12 a 17 años de edad estaban casadas o vivían bajo la categoría de ‘unión temprana’ (sin ningún papel que las vinculara a un enlace matrimonial y, por lo tanto, no había registro de su casamiento). La mayoría de ellas, niñas de comunidades indígenas que fueron ‘vendidas’ por sus padres. Las también llamadas ‘uniones tempranas’ ocurren en todo el territorio nacional y, en algunos casos, involucran a mujeres de 12 a 14 años que están en vida de pareja con hombres mucho mayores a ellas; bajo esta condición, se calcula que alrededor del 6% de las mujeres entre los 16 y 17 años ya reportan tener un hijo nacido vivo. El reporte “Matrimonio y unión temprana en niñas y adolescentes indígenas de México, elaborado por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) , ubicaba a Sinaloa, Baja California Sur y Tamaulipas como las entidades que presentaron en 2020 un mayor porcentaje de mujeres indígenas de entre 12 y 17 años de edad como casadas o unidas. Únicamente en Sinaloa, 18.5% de las adolescentes indígenas en este rango de edad vivía en esta situación durante ese mismo año. Al mismo tiempo, en Chiapas, Oaxaca y Guerrero habitaba la mitad de las adolescentes indígenas que se encontraban casadas o unidas en el país. Cuatro años después del reporte más reciente en torno de los ‘matrimonios infantiles arreglados’, se estima un incremento en las cifras tomando en cuenta el contexto de la pandemia con su largo confinamiento, lo que vino a provocar un disparo en la incidencia de delitos contra la infancia. “Entonces, sí, es probable que se hayan incrementado los ‘matrimonios infantiles arreglados’”, sostiene Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y El Caribe. Muchos son los factores que están asociados al ‘matrimonio infantil arreglado’: abandono escolar y trabajo infantil son algunos de ellos, pero en el caso de las niñas se manifiesta una dinámica de violencia con tres caras: el papá que la vende, el papá que la compra y con quien se casa, generalmente un niño de su misma edad. Todos los contextos alrededor de los ‘matrimonios infantiles arreglados’ terminan en un solo camino: la cultura patriarcal y machista; “las niñas son consideradas objetos de propiedad que pueden estar a disposición de los deseos de compra y venta, en este caso de su papá y de otro hombre, quien se la lleva para que esté con su hijo, por lo que en realidad ella termina siendo víctima de muchas formas de explotación, violencia sexual y servidumbre”, acusa Juan Martín Pérez. Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas le llama a esto ‘prácticas tradicionales nocivas’ porque, aún mientras que para las personas adultas esto representa una cuestión de dinero, para la vida de una niña y de un niño esto significa una ruptura en su ciclo de vida pues ni uno ni otro están preparados para la vida reproductiva, ni fisiológica ni psicológicamente. Según cálculos de organizaciones defensoras de los derechos humanos, el pago para obligar a una niña a casarse oscila entre los 300,000 y 750,000 pesos. Bajo la mirada de sus familiares, es parte de sus usos y costumbres, pero, también, no tienen la menor duda de que su hija, con este arreglo, tendrá un mejor futuro pues vivirá con una familia con mayores ingresos económicos. Es decir, es por su bien… Una narrativa falsa, que hace pedazos la vida de una persona.

“Sí hay una dinámica de usos y costumbres, pero no en torno al matrimonio como tal, sino al poder del hombre de la comunidad que tiene dinero para hacer una gran fiesta para toda la gente y que, además, hace favores. Es alguien relevante para la comunidad y sus autoridades. Por eso es impune”, dice el coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y El Caribe. La prohibición de los ‘matrimonios infantiles arreglados’ ya es un avance para trazar los caminos de solución; evidentemente, es necesario que se tomen medidas más enérgicas para combatirlo. También se requiere trabajar directamente en las comunidades de pueblos originarios, ayudando a que las niñas y los niños puedan conocer sus derechos y sepan que nadie los puede obligar a casarse, pero sobre todo urge romper con la cultura patriarcal y machista que sigue haciendo tanto daño. ********** Según el “Perfil del matrimonio infantil y las uniones tempranas en América Latina y El Caribe”, elaborado por Unicef , una de cada cuatro mujeres jóvenes en América Latina y El Caribe contrajo matrimonio por primera vez o mantenía una unión temprana, antes de cumplir los 18 años de edad. Si continúa esta tendencia, para 2030, esta región registrará los índices más elevados de matrimonio infantil, solo detrás de África Subsahariana. Por eso, a través de la meta 5.3.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la ONU espera erradicar los matrimonios infantiles en todo el mundo. ____ Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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