Énestas, la empresa mexicana que lleva gas natural a donde los ductos no llegan
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La empresa mexicana Énestas ha construido su modelo de negocio sobre un nicho complejo pero estratégico: llevar gas natural a donde los ductos no llegan. Mediante soluciones integrales que combinan infraestructura, transporte y almacenamiento, la compañía permite que industrias ubicadas en zonas remotas o con difícil acceso logístico sustituyan combustibles más contaminantes, como el diésel o el combustóleo, por una alternativa más limpia y competitiva. Con esta estrategia, la firma no solo impulsa la descarbonización de procesos industriales, sino que también contribuye a mejorar la seguridad energética en regiones aisladas. Su propuesta se ha convertido en un puente entre la infraestructura energética nacional y sectores productivos que, hasta hace pocos años, dependían por completo de derivados del petróleo.
Incursionan en la minería
Carlos Boone, director de Asuntos Corporativos de la compañía, explicó que, más allá de los beneficios en reducción de emisiones —implícitos al sustituir el gas natural por diésel u otros combustibles más contaminantes—, existe un factor económico que motiva a las empresas a hacer la transición de un energético a otro. “El precio puntual del gas que se comercializa es distinto porque influyen varios factores, como lugares donde la logística pueda ser más cara; pero, en general, estamos entre un 25 y 30% por debajo de lo que cuesta el diésel y el gas LP”, señaló. Muchas industrias necesitan gas natural para sus procesos productivos, ya sea por razones logísticas, de producción o por las propiedades mismas del energético. Con esta alternativa, las empresas solo pagan el consumo del gas y la preparación del suelo para los tanques; la infraestructura y su instalación corren por cuenta de Énestas. El abastecimiento se realiza mediante estaciones remotas que se trasladan a los puntos de consumo. Se instala un tanque de doble capa diseñado para mantener el frío y conservar el gas en estado líquido; este se conecta a un vaporizador ambiental que lo regresa a estado gaseoso —sin necesidad de energía adicional— y luego se inyecta directamente a la línea de aprovechamiento del cliente. El tamaño de la instalación depende del consumo. Si se requiere mayor capacidad, se agregan más tanques y vaporizadores para satisfacer la demanda, contemplando también la “guarda” o almacenamiento de la molécula. “Si un cliente consume 2,000 galones de gas al día, se colocan tanques para almacenar 10,000 galones, que alcanzan para cinco días. Esa es la certeza o seguridad de que los tanques nunca se van a quedar sin gas, aun cuando haya algún bloqueo o cierre de carretera. Además, contamos con una medición remota con la que analizamos en qué momento enviar una nueva recarga”, enfatizó Boone. Una nueva área de negocio para Énestas es su incursión como suministrador del sector minero, el cual enfrenta retos muy puntuales, como operar en zonas donde no existe acceso a los energéticos necesarios para funcionar. Las minas no pueden instalarse donde hay infraestructura, sino donde se encuentran los yacimientos. “La minería es un punto súper importante porque, a pesar de que ha estado creciendo, tiene una falta de suministro de energía muy relevante. La minería no es como otra industria donde eliges dónde ponerla: la mina está donde está el metal o lo que se vaya a extraer, y son lugares súper remotos donde normalmente no llega la energía eléctrica y se tiene que hacer todo en sitio”, explicó. Boone señaló que muchas minas operan actualmente con diésel o gas LP, combustibles con consumos muy elevados y altas emisiones contaminantes, por lo que el gas natural se ha convertido en una alternativa viable. “El gas natural licuado tiene como uno de sus grandes beneficios que se puede almacenar; una mina necesita muchísimo gas, entonces, con nuestro modelo modular, podemos almacenar en el sitio varios días de consumo”, añadió.
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