El vino mexicano se defiende: sin subsidios y con vino de autor, conquista paladares

El vino mexicano se defiende: sin subsidios y con vino de autor, conquista paladares

En un mercado global marcado por la sobreproducción y la caída del consumo en países tradicionales como España, Francia o Argentina, el vino mexicano emerge como una historia de resistencia y reinvención. Sin subsidios, con competencia desleal y con escaso apoyo institucional, la industria vitivinícola nacional ha logrado posicionarse en el gusto del consumidor mexicano gracias a su calidad, estrategias de promoción y una creciente apuesta por el enoturismo.

En entrevista con El Economista, Salomón Abedrop, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), detalló los desafíos y avances de la industria vitivinícola mexicana en un entorno internacional cada vez más competitivo. A través de estrategias de posicionamiento, capacitación y defensa frente a la competencia desleal, el CMV busca consolidar al vino nacional como un referente de calidad y orgullo mexicano.

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Una industria que crece por méritos propios

“Hemos pasado del 10% al 39% de participación en el mercado nacional en dos décadas”, afirma Salomón Abedrop, presidente del CMV. Esto significa que, si bien aún 61% del vino que se consume en México es importado, el vino nacional ha dejado de ser una rareza para convertirse en una opción real y competitiva.

Uno de los grandes mitos que el CMV busca desmentir es que el vino mexicano es caro. “Hoy el 33% del vino nacional se vende por debajo de los 300 pesos y solo el 21% supera los 500 pesos”, señala Abedrop. Además, por volumen, el vino mexicano representa el 39% del consumo, pero solo el 34.5% del gasto total, lo que demuestra que su precio promedio es más bajo que el del vino importado.

A pesar del crecimiento sostenido, el consumo de vino en México sigue siendo limitado a una élite económica. “En México habemos un total de 8 millones de personas que consumimos vino, lo que representa menos del 10% de la población adulta”, afirma Abedrop. “Y de ese universo, el 80% se concentra en el decil más alto de ingreso, lo que significa que el vino aún está muy limitado a los sectores socioeconómicos más altos”.

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Vino mexicanoPexels

Llamado al gobierno

A pesar de los avances, el sector enfrenta una gran debilidad: la falta de apoyo institucional. “No hay incentivos para sistemas de riego, rehabilitación de pozos ni créditos accesibles. Se desmanteló la Financiera Rural y ahora el FIRA solo fondea a través de bancos privados, lo que encarece los créditos”, señala Abedrop.

El llamado del Consejo es claro: si el vino mexicano ha llegado tan lejos sin apoyos, con impulso institucional podría consolidarse como una industria estratégica, capaz de generar empleos, exportaciones y desarrollo turístico.

La batalla contra el vino subsidiado

Con acuerdos comerciales que permiten la entrada libre de aranceles al vino europeo, chileno y estadounidense, México se ha convertido en un mercado atractivo para excedentes internacionales. En muchos casos, estos productos llegan con apoyos fiscales y subsidios de sus países de origen, lo que genera una competencia desleal. “Nosotros tenemos que competir contra vinos que no solo están subsidiados, sino que incluso se embotellan aquí, a veces sin transparencia en su etiquetado“, denuncia Abedrop.

Frente a esto, el CMV ha lanzado el sello “Vino Mexicano”, una certificación integrada al programa “Hecho en México” de la Secretaría de Economía. Este distintivo garantiza que el producto fue hecho en el país, con uvas nacionales, y busca posicionar al vino mexicano como una elección consciente y de calidad.

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Educación y servicio: la otra gran estrategia

Otra de las claves del crecimiento ha sido la capacitación. En 2024, el CMV capacitó a más de 17,000 personas del sector restaurantero y hotelero en temas como servicio del vino, maridaje y características de las regiones vitivinícolas mexicanas. “Nos dimos cuenta de que la mayor barrera para el consumo era que los meseros no sabían recomendar un vino, ni cómo abrir una botella”, explica el presidente del Consejo. Para este 2025, la meta es duplicar esa cifra.

Estas capacitaciones se ofrecen de forma gratuita a través de plataformas digitales, y buscan profesionalizar al personal de servicio para que pueda ofrecer el vino mexicano con confianza y conocimiento. El objetivo final: que los consumidores lo prefieran y lo pidan por convicción.

Enoturismo: el vino como experiencia

Además del mercado de botella, el enoturismo se ha convertido en una fuente vital de ingresos. Solo en 2023, el turismo asociado a las vendimias y rutas del vino generó una derrama de más de 10,000 millones de pesos. Querétaro lideró en visitantes con cerca de un millón, seguido por Baja California (700 mil), Guanajuato (450 mil) y Coahuila (200 mil).

El atractivo del enoturismo radica en que ofrece experiencias completas: degustaciones, gastronomía, paisajes, alojamiento y venta directa, lo que permite a las vinícolas comercializar sin intermediarios y con pago al contado.

El vino mexicano se defiende con estrategia, con identidad y con orgullo. Desde el valle de Guadalupe hasta Parras, pasando por Querétaro y Aguascalientes, cientos de productores apuestan por hacer vino con sentido de lugar. En la copa no solo va el sabor: también va una historia de lucha, de calidad y de país.

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