El verdadero peligro para Europa está dentro de sus fronteras

Mary Beard explica en su maravilloso libro sobre el Partenón, tal vez el edificio más reconocible de Europa, que en realidad no se sabe para qué lo utilizaron los griegos: no se ha encontrado ningún documento que demuestre que fue un templo ni que aclare su uso cuando Atenas era el centro del mundo occidental en el siglo V antes de nuestra era. De hecho, la primera ceremonia religiosa de la que hay constancia fue una misa celebrada por un obispo bizantino en siglo XII. También fue una mezquita. La historia de Europa es siempre así: llena de giros inesperados y sorpresas. Y siempre se debe leer la letra pequeña.

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