El uso gratuito de la mansión de Windsor por parte del príncipe Andrés incendia a la opinión pública británica
Esta vez el clamor contra el príncipe Andrés no ha podido ser cortado en seco. Su decisión de renunciar al uso de todos sus títulos, comenzando por el de duque de York, forzada por el rey Carlos III después de una intensa conversación entre ambos el pasado viernes, se ha quedado corta. La casa real británica confiaba en frenar de ese modo el continuo deterioro de su imagen que ocasiona el goteo de escándalos de la vida del hijo preferido de Isabel II, pero la maniobra ha acabado provocando más preguntas que respuestas en torno a la vida privilegiada del príncipe. La mansión que habita en el complejo del castillo de Windsor junto a su familia, por la que no paga renta anual, ha saltado ahora al centro del huracán.