El ultimátum es el mensaje

Bucarest. Donald Trump se ha cansado de firmar varias actas de divorcio con la Unión Europea, pero Ursula von der Leyen continúa enamorada de su alianza histórica.

Por activa y por pasiva la Casa Blanca lo ha dejado claro. Fue J.D. Vance, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, quien le advirtió a Bruselas que deje de buscar a enemigos en el exterior porque, en realidad, se encuentran en casa.

Trump se dejó fotografiar en Alaska con su nuevo aliado, el presidente Putin, y la semana pasada lanzó un ultimátum de Acción de Gracias al presidente de Ucrania.

La política exterior lo es, siempre y cuando sea previsible.

Donald Trump solo tiene un componente de previsibilidad: el dinero.

En efecto, la Casa Blanca desarrolla un mecanismo de privatización en la política exterior de Estados Unidos.

Steve Witkoff y Jared Kuschner suelen tejer negociaciones privadas junto a las oficiales.

Los auténticos aliados de Trump son los árabes sunitas. Arabia Saudita requiere un implante de soft power; lo mismo Cristiano Ronaldo y Donald Trump, le ayudan al príncipe heredero Mohamed bin Salmán a dejar atrás su crimen imperfecto: la asfixia y desmembramiento de Khashoggi, periodista del Washington Post.

Frente a una eventual reconstrucción de la Franja de Gaza, Estados Unidos ya se encuentra estimando el Valor Presente Neto de su inversión.

A Trump no le interesa el derecho internacional ni la confianza de los aliados y prescinde de las resoluciones de Naciones Unidas.

Algunos diplomáticos con los que charlé en Bucarest la semana pasada me comentaron que el ultimátum de Acción de Gracias es el verdadero mensaje de Trump a Zelenski: mi aliado es Putin porque él sí tiene cartas.

No era necesario leer los 28 puntos propuestos por Trump; el ultimátum es el mensaje.

Algo más, Trump aprovechó la crisis de corrupción en el primer círculo de Zelenski (Timur Mindich, su amigo y socio en la productora Kvartal 95, la que convirtió en actor célebre al hoy presidente) para lanzar el ultimátum.

Andriï Yermak, jefe del gabinete de Zelenski, salió ayer de la reunión en Ginebra con Marco Rubio con optimismo.

Pero Trump había regresado horas antes a las redes para reprochar al presidente Zelenski por su ingratitud al no valorar lo mucho que está haciendo por él.

“Lo más que puede negociar Trump es un cese el fuego, no más; a partir de este techo se deben de generar expectativas, pocas o muchas”, me comenta un diplomático.

Junto a la Unión Europea, la OTAN también se juega su futuro. Los códigos geopolíticos de Trump no son compatibles con los de la Alianza Atlántica.

Creer que no pasa nada es negar la realidad.

El ultimátum es el mensaje.

admin