El trasero de Trump

El pasado lunes ante el incontenible sismo financiero cuyo autor firma con el nombre de Donald Trump, que tambaleó el mundo de los negocios y de la economía; el causante de dicho terremoto tuvo el descaro de decirles a los ciudadanos estadounidenses que sufrirán las consecuencias del balazo en el pié que les dio al ejecutar sus nocivas medidas: “Estados Unidos tiene la oportunidad de hacer algo que debió hacerse hace décadas. ¡No sean débiles! ¡No sean estúpidos! ¡No entren en pánico!¡Sean fuertes, valientes y pacientes y el resultado será grandeza!

Sucede que los gringos clasemedieros le temen más a no poder pagar las cuentas —abonos de su confort— que sus ancestros a los apaches y presienten que por el vaivén de las finanzas mundiales causado por las bravuconerías del orate anaranjado vivirán una crisis parecida o peor a la de 1930.

Lo cierto es que las bolsas mundiales han caído ante la incertidumbre para el comercio internacional que estas representan. El embustero profesional, Donald Trump, asegura que al imponer estas medidas logrará hacer regresar a las industrias manufactureras al vecino país del norte. Además en su retórica afirma que las tarifas serán pagadas por los países a los que se las impuso, así como México terminó pagando el muro. (Lo cual es mentira pues según Carlos Ballarta, nuestro país sólo pego con cemento vidrios de botellas rotas en la parte de arriba de la barda como aquí acostumbramos).

Y mientras los gringos comenzaron a asustarse y los más conscientes a protestar, el egocéntrico magnate, jugaba golf en Mar-a-Lago. Pero he aquí que falló el approach para Eagle después de 203 golpes en el hoyo… ¡uno!, sintió tanto coraje que decidió subirle más la tarifa a China, país que en un principio le impuso un arancel de 54% a lo que los asiáticos respondieron con un 34%, el orate de la Casa Blanca replicó con un 50% extra. Pero el Celeste Imperio nunca pierde y cuando pierde arrebata y contestaron con un 84%, de esto se acordó el golfista frustrado subió los aranceles a 125 por ciento.

Eso sí, cumplió lo que al comenzar el juego, cuando todavía estaba de buen el humor, pensó. Lo dijo durante la cena con el Comité Nacional Republicano donde se reúnen los legisladores de su partido. El Pinocho Naranja, que tiene al ensamblador de autos, Elon Musk como maligno Pepe Grillo de cabecera, les hizo saber a sus correligionarios que han sido varias las personalidades de otros países que lo han buscado “de manera servil, para besarme el trasero” con el fin de negociar una baja en los aranceles, que entraron en vigor ayer.

El megalómano, mentiroso contumaz, es capaz de decir toda clase de mentiras en su intento por controlar los daños que el pánico generado por sus medidas arancelarias a causado en su país. Varios medios de comunicación, entre ellos el Newsweek, han dicho que la fórmula con que las tarifas arancelarias fueron calculadas parece haber sido generada con Inteligencia Artificial y no obedecen a ninguna lógica económica. (Ante la Pendejez Natural, la Inteligencia Artificial).

En cuanto al deseo de besar el trasero de don Donald, será porque algunos tienen curiosidad de saber si lo tiene anaranjado como su cara y sus manos o tiene las nalgas pálidas. Por otro lado, no especificó en qué parte del mundo desean besar su trasero que de vez en cuando posa en la silla del escritorio de su oficina, semejante a aquella en la Bill Clinton recibió un estímulo diferente al que le ofrecen al neoyorkino. Tal vez el deseo provenga de la isla Norfolk de Australia, que fue marcada por el 10% arancelario y que está habitada por pingüinos afectos al olor a pescado o bien del archipiélago de Chagos, donde únicamente existe una base militar estadounidense. Quizás un soldado está dispuesto a hacerlo con tal de lograr un ascenso.

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