El peso resiste a Trump y es una de las divisas más fuertes de 2025
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A pesar de la volatilidad causada por la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el peso mexicano acumula cinco meses de ganancias. Los expertos esperan estabilidad y un tipo de cambio más cercano a su nivel fundamental. La divisa emergente encontrará amparo en el T-MEC, pero seguirá presionado por diversos factores.
Dólar débil, ¿peso fuerte?
Trump, las remesas y el riesgo externo Anclaje en fundamentos macro y el T-MEC
El peso mexicano se mantiene como una de las divisas emergentes más estables en lo que va de 2025, a pesar de un contexto internacional marcado por la volatilidad y la incertidumbre política en Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump nuevamente a la presidencia. La moneda nacional acumula una apreciación de 6.8% frente al dólar, con un tipo de cambio que ronda los 19.21 pesos por dólar. La fortaleza del peso contrasta con la caída del dólar estadounidense , que ya retrocedió alrededor del 9% frente a una canasta de divisas principales, de acuerdo con el índice DXY. Este debilitamiento obedece a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, así como por conflictos judiciales relacionados con las políticas comerciales impulsadas por Trump, que han minado la confianza de los inversionistas en la divisa americana. Recientemente, el Tribunal de Comercio de Estados Unidos bloqueó los aranceles recíprocos que Trump impuso al amparo de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional. Algo que está en proceso de apelación. El panorama para el peso no está exento de riesgos. De acuerdo con Janneth Quiroz, directora de análisis económico de Monex, en abril se registró una depreciación anual del 19.3% del tipo de cambio, asociada a un entorno de elevada aversión al riesgo debido al endurecimiento de las políticas comerciales y antimigrantes del nuevo gobierno estadounidense. En abril de 2024, el tipo de cambio tocó un mínimo histórico de 16.45 pesos por dólar, punto que será difícil de ver en el futuro cercano. Otro de los riesgos clave es la caída del 12.1% anual en las remesas durante abril, la más pronunciada desde 2012 , en parte por el posible impuesto del 3.5% a las transferencias desde Estados Unidos. De mantenerse esta tendencia, el flujo de dólares hacia México puede verse afectado, lo cual impacta directamente en el tipo de cambio. “El impuesto podría generar una menor cantidad de dólares por las transferencias de los paisanos. Esto abona al sentimiento de cautela sobre una mayor depreciación del tipo de cambio”, advirtió Quiroz, quien estima que el peso podría cerrar el año en niveles de 20.5 por dólar, considerando estos riesgos. Pese a dichos riesgos externos, otros analistas coinciden en que el peso encuentra soporte en elementos internos sólidos. Alejandro Saldaña, economista en jefe de Banco Bx+, señaló que la percepción de riesgo sobre México es contenida gracias a factores como el compromiso de la Secretaría de Hacienda con la disciplina fiscal, el respeto a la autonomía del Banco de México (Banxico) y una posición externa favorable del país, en términos comerciales. “El tipo de cambio parece acercarse a su nivel fundamental”, indicó Saldaña. “Estimamos poco probable que baje de estos niveles, ya que permanece cierta incertidumbre —aunque en menor magnitud— y se ha cerrado el diferencial de tasas Banxico-Fed”. Esta brecha se cierra cada vez más y aunque mantiene el atractivo para el carry trade y mantendrá fuerte al peso durante algunos meses más, su efecto tiende a desvanecerse. Además, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) funciona como un amortiguador clave frente a la presión externa. A pesar del discurso proteccionista de Trump, se mantiene la expectativa de que México conserve un trato comercial preferente en el mercado estadounidense, lo que da certidumbre a los inversionistas y exportadores, explicó Saldaña. La apreciación reciente del peso no garantiza una tendencia indefinida. Los expertos coinciden en que los niveles actuales reflejan tanto factores estructurales como movimientos especulativos, por lo que no descartan correcciones en el corto plazo.
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