El nuevo papa, un auténtico golpe de efecto
Para alguien que no desee dejarse llevar sin más por todo el revuelo que acompañó primero la muerte del papa Francisco, luego el periodo de sede vacante y finalmente la elección del nuevo papa, resulta muy complicado orientarse. En un primer momento, Bergoglio era una suerte de santo, llorado por todos, y tras él parecía prácticamente imposible imaginar un sucesor digno. Luego asistimos a un precónclave confuso, distinto a los anteriores, con cardenales que ya no era fácil clasificar entre conservadores y progresistas, que ni siquiera se conocían entre sí. Según ciertos reportajes más atrevidos, parecía incluso que se había vuelto a caer en la compraventa de votos a cambio de cargos importantes, maniobras de las que no se oía hablar en términos tan explícitos desde los tiempos del Renacimiento.