El lado B de El Salvador de Bukele: un país dependiente de las remesas
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Al presidente salvadoreño Nayib Bukele no le preocupa que lo tachen de “dictador”. Con una gran popularidad por su guerra contra las pandillas y un poder casi absoluto en el país centroamericano, ahora tiene el camino libre para buscar su ansiada reelección sin límites. Aprobada por los 57 diputados que tiene en el Congreso de 60 escaños, la reelección presidencial indefinida era esperada por sus seguidores, pero según sus críticos consolida el sistema “autocrático” en El Salvador.
Orgulloso de llamar “amigo” al presidente estadounidense Donald Trump, este publicista de 44 años, que gobierna desde 2019 y fue reelegido en 2024 con un aplastante 85% de los votos, adoptó en los últimos meses un aire ya no tan “cool”. En marzo de 2022 instauró un régimen de excepción con el que han sido detenidas unas 88,000 personas. La cifra de homicidios cayó en picada. “Desde 2022, el fortalecimiento de las medidas de seguridad ha reducido drásticamente la criminalidad, aumentando la confianza en los mercados y eliminando un obstáculo clave para la prosperidad”, indica en Banco Mundial en su perfil sobre el país. Sin embargo, la economía de este país centroamericano aún tiene muchos obstáculos que enfrentar. Algunos de los retos para El Salvador son la baja productividad, las deficiencias en el capital humano y, durante la última década, altos déficits fiscales y un acceso limitado al financiamiento externo. “Un desafío importante continúa siendo la pobreza, que según cifras oficiales aumentó de 26.8% a 30.3% entre 2019 y 2023”, indica el Banco Mundial.
Una economía que depende de las remesas Las remesas familiares son uno de los pilares de la economía del empobrecido país centroamericano y las envían principalmente desde los Estados Unidos, donde viven más de 2 millones de salvadoreños. Estos envíos de dinero representan un 24% del producto interno bruto (PIB) de El Salvador y constituyen el principal generador de divisas en la economía salvadoreña, por encima de las exportaciones, la inversión extranjera y el turismo internacional.
Las remesas familiares que recibió El Salvador en el primer semestre de 2025 llegaron a 4,837 millones de dólares, lo que representa un incremento del 17.93 % en comparación con 2024, según datos del Banco Central de Reserva (BCR). Las cifras de la entidad financiera indican que este porcentaje representa un incremento de 735.66 millones de dólares frente a los 4,102 millones computados en el primer semestre de 2024. Solo en junio, el BCR registró ingresos por remesas familiares de 862.93 millones de dólares, mientras que en mayo fueron 899,08 millones, la cifra más alta del año en un solo mes. Datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) indican que 1.62 millones de salvadoreños son beneficiados con las remesas, lo que representa el 25.66% de la población. “Seguimos siendo la misma economía de los últimos 20 años, cuyo dinamismo o cuya estabilidad macroeconómica depende de las remesas, porque son estas las que permiten que la economía salvadoreña siga funcionando”, dijo la economista Julia Evelin Martínez, excatedrática de la Universidad José Simeón Cañas a BBC Mundo.
Un crecimiento lento El Salvador es el país que menos crece en Centroamérica y lo ha hecho así por lo menos desde 2019. El Salvador creció en un 2.6% en 2024, por debajo del 3.5% registrado en 2023. Esta desaceleración se debió principalmente a las fuertes inundaciones que interrumpieron la construcción y retrasaron proyectos de inversión pública durante el primer semestre de 2024, indicó el Banco Mundial.
El bajo crecimiento es un problema con historia de este país. El PIB creció a una tasa anual promedio del 2.1% entre 2000 y 2023. En El Salvador, se importa más que se exporta —lo que se vende al exterior, sobre todo a Estados Unidos, son artículos textiles producidos en empresas maquiladoras—, lo que llevó al país el año pasado a tener un déficit de la balanza comercial de más de 8,000 millones. Y eso, tal como indica Martínez, se compensa con las transferencias que reciben los salvadoreños de sus familiares en el exterior. La economía salvadoreña también es altamente endeudad, a pesar de que en enero de 2023 Bukele celebró haber saldado un vencimiento de deuda por 800 millones de dólares y cargó en la red social X contra los analistas que habían advertido de un potencial escenario de impago. Lo logró, de acuerdo con los expertos, con una reforma de pensiones y la renegociación de la deuda, lo que llevó a su vez a un mayor endeudamiento. Con ello, El Salvador no pagará intereses ni capital de la deuda previsional hasta 2027, pero ese año deberá saldar otro vencimiento de la deuda total del país por cerca de 2,035 millones de dólares. En 2024, el gobierno buscó abordar algunos de los desafíos más urgentes de la economía del país mediante la aprobación de un presupuesto austero para 2025, el pago de atrasos internos y la reducción de presiones de financiamiento de corto plazo a través de tres recientes operaciones de recompra de deuda. Sin embargo, se espera que la disminución del gasto y la inversión pública asociados al plan de consolidación fiscal, junto con otros factores globales, reduzcan aún más el crecimiento en 2025 y 2026.
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