El emprendimiento que impulsa el comercio justo para artesanos a partir de productos para mascotas

Antes de que una artesanía sea vendida pasa por un largo proceso. Tal es el caso de las mujeres artesanas que viven en comunidades rurales, quienes se encargan del cuidado del hogar, los hijos, trabajan en la ganadería y agricultura, y crean artesanías para incrementar los ingresos.
Es por ello que el comercio justo juega un papel importante para fomentar la economía nacional, pero no solo es pagar lo adecuado, sino educar financieramente a los artesanos. Una realidad que impactó a Adrián Montes de Oca y Alejandro Álvarez, fundadores de Amikoo, quienes comercializan bandanas con diseños artesanales y collares con piel de nopal para mascotas.
En este contexto, ambos emprendedores buscaban crear un emprendimiento social, pero no sabían por dónde comenzar, hasta que Alejandro y su esposa Natalia fueron de viaje a San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, vieron productos para mascotas hechos artesanalmente y fue cuando encontraron la oportunidad de negocio.
“Para nosotros era importante que a lo que nos fuéramos a dedicar tuviera un impacto en problemas reales de nuestro país y que, de alguna manera lo pudiéramos hacer rentable, por eso nos fuimos por el lado de hacer un emprendimiento social”, comenta Adrián Montes de Oca.
Actualmente Amikoo cuenta con un taller de costura en el que la plantilla laboral está compuesta por seis mujeres, quienes confeccionan las bandanas y tienen una alianza de comercio justo con las mujeres artesanas en Chiapas.

La búsqueda de las artesanas
En este contexto, ambos fundadores buscaron artesanos para colaborar, pero se dieron cuenta que no era un proceso fácil por el choque cultural. “Estuvimos aprendiendo sobre la línea delgada del respeto a la cultura y tratar con algunos temas de machismo en las comunidades rurales”, relata Adrían Montes de Oca.
Como resultado, se encontraron con la asociación sin fines de lucro El camino de los Altos, el cual cuenta con 130 artesanas chiapanecas, quienes crean textiles artesanalmente a cambio de un pago justo.
Alejandro Álvarez relata que los inicios de la asociación, a cargo de Véronique Tesseraud, creó un impacto positivo en las mujeres de la región, porque en sus inicios, los esposos de las artesanas iban a cobrar lo que ellas ganaban.
“Las artesanas ya no están acompañadas por hombres, cada comunidad tiene a su representante, quienes se encargan de conseguir transporte para que vayan y regresen solas y eso es un cambio de mentalidad muy fuerte”, añade.

Amikoo
La realidad del comercio justo
Para crear los textiles, las artesanas tiñen los hilos con productos naturales y para tejer utilizan dos técnicas; la primera es el telar de cintura, en el que se sientan en el suelo, se amarran el telar en la cintura y comienzan a tejer y el segundo es con el apoyo de la máquina de pedal.
Debido al tiempo para elaborar las telas, tanto Adrián como Alejandro buscaron colaborar con las artesanas mediante el comercio justo. De manera que, al aliarse con El camino de los Altos, les explicaron que al inicio las artesanas no tenían idea de cuánto vale su trabajo, por que la asociación creó una escuela para explicarles cuánto tienen que cobrar por su trabajo.
“El comercio justo es cuando las artesanas ya saben cuánto vale su trabajo y nosotros pagamos lo que nos digan”, argumenta Alejandro Álvarez.
A causa de esto, los precios de los textiles varían, porque hay casos de artesanas que se hacen hasta siete horas de trayecto para llegar a la sede de la asociación y se llevan los materiales a su comunidad y por eso ellas terminan el precio, con base en la cantidad de trabajo, el clima y la disponibilidad.