¿El dinero da la felicidad? Expertos explican su impacto en el bienestar

Es común pensar: “cuando gane más seré más feliz”, “ese coche último modelo me haría muy feliz”, “si tuviera ese celular de moda mi vida sería mejor”. Pero, ¿cuál es realmente el papel del dinero en la construcción de la felicidad? ¿Puede, por sí mismo, otorgarla?
Un estudio realizado por el Premio Nobel de Economía 2002, Daniel Kahneman, concluyó que el bienestar emocional aumenta con los ingresos hasta cierto monto; más allá de ese umbral, la felicidad diaria no se modifica significativamente con más dinero.
“El dinero puede seguir comprando felicidad para quienes ya son felices, pero entre los más infelices, sólo ayuda a evitar la infelicidad hasta cierto punto”, señalan las conclusiones del análisis.
María José Codesal Arriaga, coach en finanzas personales, coincide en que con mayores ingresos sí cambia el sentido de la vida, pues las personas tienden a usar el dinero de otras maneras, como a través de fundaciones o gastos sociales, lo que genera mayor satisfacción.
Agrega que el dinero también ayuda a reducir el sufrimiento, aportando tranquilidad y paz. “Puedes abrir puertas asociadas a la felicidad, como pagar la salud, vivir en espacios más seguros o en entornos sociales más tranquilos, lo que se traduce en bienestar general”.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (Ensafi), al menos 35% de los mexicanos mayores de 18 años ha experimentado malestares físicos por estrés financiero. Esto, dice Codesal, confirma que una relación sana con el dinero es crucial para el bienestar emocional y la felicidad profunda.
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Ser feliz no es lo mismo que estar feliz
Codesal explica que estar feliz se refiere a una sensación temporal, vinculada al dinero porque puede comprar experiencias o momentos específicos. En cambio, ser feliz tiene un sentido más profundo y duradero, basado en la claridad sobre valores y objetivos personales, con el dinero como un aliado.
“La felicidad profunda puede experimentarse independientemente del saldo en la cuenta bancaria, siempre que brinde seguridad y paz, sin generar desequilibrios por consumo excesivo. No se trata de tener más dinero, sino de tener una relación sana con él”, puntualiza.
La especialista propone diseñar una vida intencional, donde el dinero sea una herramienta para alcanzar metas significativas y no un fin en sí mismo, con un flujo equilibrado de ingresos, gastos y ahorro para el futuro.
La felicidad es un bienestar de largo plazo
Valentina Luján, especialista en ciencias de la felicidad, señala que el dinero es indispensable pero insuficiente para alcanzar la felicidad. “Si bien es necesario para cubrir necesidades básicas, su impacto en el bienestar es temporal cuando solo se usa para acumular o comprar bienes materiales”.
La clave, explica, está en el uso que se le da: priorizar el ahorro para la libertad financiera e invertir en experiencias más que en objetos, ya que estas últimas generan recuerdos significativos y bienestar duradero.
El incremento de ingresos puede dar un aumento temporal de bienestar, pero este efecto no se mantiene. “Pensar que alguien puede vivir con propósito sin tener cubiertas sus necesidades básicas es iluso; sin embargo, tener dinero no garantiza la felicidad”, añade.
La también autora de Ser feliz es para valientes, Luján resalta dos hábitos financieros clave: el ahorro, que brinda libertad y estabilidad, y la inversión en experiencias, que aportan más felicidad a largo plazo que la compra de objetos.
Finalmente, advierte que poner el bienestar físico, intelectual, emocional y espiritual por encima del dinero conduce, paradójicamente, a mayor éxito profesional y financiero. “Las personas más felices son más productivas, creativas y tienen mejores relaciones. Enfocarse solo en el dinero, el poder o la fama, en cambio, genera altos costos en términos de bienestar, llevando al agotamiento y la falta de propósito”.