El costo de enfermarse en la pobreza

Las cifras sobre pobreza que presume el gobierno y que ahora presenta el Inegi son como el ahuehuete de Paseo de la Reforma, un solo árbol, sacado del bosque, con un blindaje caro, que cuesta millones y que concentra todos los reflectores.

Abonando a la analogía, en ese lugar vivió apaciblemente durante 100 años una palmera que misteriosamente se enfermó hace un lustro y murió. Su lugar fue reclamado por un primer ahuehuete que duró menos de un año antes de secarse y a un costo muy alto se sembró un segundo árbol de esa especie que cuesta mucho dinero custodiar y simplemente no luce.

El dato tan bueno como un sano ahuehuete es que la población total en pobreza pasó de 46.8 millones de personas en el 2022 a 38.5 millones en el 2024, que el porcentaje de población en pobreza pasó de 36.3% a 29.6% en ese periodo y que el número de personas en pobreza extrema pasó de 9.1 a 7 millones de personas.

Por supuesto que para ello contaron las transferencias directas, sin mucho control y con costos ocultos de gestión, de los llamados programas del Bienestar, es como la costosa valla metálica del ahuehuete de Reforma.

Pero lo que más contribuyó a conseguir este resultado positivo para México fue la manera como López Obrador hizo suyo un plan de la iniciativa privada, de la Coparmex, e impuso un aumento significativo del salario mínimo.

Sin embargo, este aparente éxito económico ha tenido como consecuencia el desmantelamiento de los servicios sociales construidos durante muchas décadas, no sólo por el costo del asistencialismo, sino por las ocurrencias en infraestructura.

Es como la palmera que duró 100 años en Reforma hasta que llegó el régimen actual a tumbarla para plantar su inútil Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que murió rápido, como el primer ahuehuete.

Y ahí están los números del Inegi, a pesar de la reducción de la pobreza multidimensional, la carencia por acceso a servicios de salud ha aumentado de forma dramática.

En el 2024, 44.5 millones de personas no tenían acceso a servicios de salud, eso es 34.2% de la población y que implica un aumento de 25.7 millones de personas desde el 2016.

Cuando una persona pobre enferma tiene que destinar 50% de su ingreso para comprar algún medicamento que seguramente le recetó un médico de farmacia, que es hoy la segunda opción más socorrida de consulta de salud.

México es un país de enfermedades graves, como la diabetes, cuya tasa de mortandad se ha incrementado en 139% entre el 2010 y el 2020 en comunidades de alto porcentaje de población indígena.

Además de hipertensión, obesidad, y tumores malignos que son la tercera causa de muerte, después de las cardiopatías y la diabetes.

La falta de servicios de salud, gratuitos, de calidad y suficientes ha provocado que el gasto trimestral promedio de salud entre los mexicanos haya crecido en 41.4% entre el 2018 y el 2024.

Así, los gastos catastróficos, la falta de otros servicios de seguridad social, la falta de seguridad pública y otros tantos rubros que se han descompuesto en el país, son el resto del bosque que tenemos que contemplar, más allá del bonito ahuehuete del Bienestar.

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