El capital debe apoyar los esfuerzos climáticos de África
NUEVA YORK – El cambio radical experimentado por el sistema mundial de la posguerra para el desarrollo fue tema de conversación y consternación en la Asamblea General de las Naciones Unidas y las reuniones sobre el cambio climático de la semana pasada. Los bancos multilaterales de desarrollo están sobreexigidos, y grandes donantes como los Estados Unidos y la Unión Europea están recortando los presupuestos de ayuda al extranjero. La escasez de recursos se nota sobre todo en el área de apoyo al desarrollo sostenible y la transición verde en los mercados emergentes; los países africanos por sí solos enfrentan una faltante de 2.8 billones de dólares en la financiación que necesitan para cumplir sus objetivos climáticos colectivos (que son los nuestros).
Pero a pesar de estos recortes, líderes africanos están escribiendo el próximo capítulo de la acción climática: emprendedores en Nairobi, gestores de fondos en Lagos, innovadores de movimientos de base, inversores institucionales públicos y privados y reformadores políticos de todo el continente están movilizados para la creación de una economía verde.
Con su abundante provisión de recursos naturales y una fuerza laboral en veloz crecimiento, África tiene potencial para lograr una transición a la energía limpia que impulse un crecimiento inclusivo y sostenible. Pero frente a la pérdida de financiación tradicional para el desarrollo, hoy es más urgente que nunca que inversores, organizaciones filantrópicas y otros actores del sector privado apoyen la revolución verde regional. Por eso el Fondo de Desarrollo Económico de Soros (SEDF) está intensificando su apoyo a soluciones africanas que actúan como motor de crecimiento económico sostenible y prosperidad compartida.
La energía limpia es fundamental en estos esfuerzos. Hoy unos 600 millones de personas en África siguen sin acceso a la electricidad, y esto es un obstáculo importante contra la promoción de economías resilientes capaces de crear oportunidades (empleo y movilidad social) para los millones de jóvenes africanos que cada año se incorporan al mercado laboral.
Felizmente sabemos lo que se necesita. La implementación a gran escala de tecnologías probadas como la energía solar fuera de red y las infraestructuras resistentes al clima puede ayudar a catalizar lo que James I. Mwangi (Africa Climate Ventures) denomina “crecimiento climático positivo”. Pero el despliegue de esas y otras tecnologías de energía renovable todavía es demasiado lento. Por ejemplo, aunque África cuenta con el 60% de los recursos del mundo en energía solar , solo representa el 1% de la capacidad solar instalada y el 2% de la inversión mundial en energía limpia .
Este déficit se debe en gran medida a riesgos (reales y percibidos) que disuaden a los inversores públicos y privados de comprometer capital en la región. Pero en el SEDF creemos que el riesgo más grande es la inacción. Aunque África solo genera un 2 o 3% de la emisión mundial de dióxido de carbono, es el continente más vulnerable al cambio climático. Es posible que en 2030 hasta 118 millones de sus habitantes más pobres (los que viven con menos de 1.90 dólares al día) estén expuestos a sequías, inundaciones y calor extremo.
Se calcula que en 2050 la población africana crecerá a casi el doble (2,500 millones de personas ), lo que sumado al avance de la urbanización generará un aumento de la demanda de energía. Sin energía limpia e infraestructuras resistentes al clima, este boom demográfico puede convertirse en una catástrofe ambiental. Y como hemos visto en países de todo el mundo, los gobiernos que no generan resiliencia y prosperidad económica compartida serán vulnerables a la inestabilidad, a presiones migratorias ya la agitación política; riesgos sistémicos todos ellos para la democracia y la sociedad abierta.
Esa es la razón exacta de nuestras inversiones; no invertimos a pesar de los riesgos, sino a causa de ellos. Hasta la fecha, el SEDF ha comprometido 55 millones de dólares en iniciativas lideradas mayoritariamente por inversores y emprendedores africanos (a lo que se sumarán otros compromisos). En algunas transacciones, asumimos el primer lugar en el reparto de riesgos de pérdida dentro de una estructura de financiación combinada, para alentar el ingreso de más socios comerciales.
En todos los casos, esperamos que con el tiempo, la demostración de impacto y beneficio financiero atraiga a un conjunto más amplio de inversores y movilice más capital para el crecimiento verde de África. Y con cada inversión, procuramos reforzar la infraestructura de mercado de capitales local mediante asociaciones innovadoras y duraderas, como la nueva Alianza para la Infraestructura Verde en África y la iniciativa de Acumen para las comunidades remotas. Es esencial aplicar este modelo en forma correcta, sobre todo en vista de la creciente demanda de minerales críticos y tierras raras del continente y la oportunidad que ofrece de lograr que esta riqueza mineral se convierta en prosperidad compartid .
En síntesis, apostamos por un futuro en el que el crecimiento inclusivo y proclimático guiado por África nos beneficie a todos.
Traducción: Esteban Flamini
La autora
Georgia Levenson Keohane es directora ejecutiva del Soros Economic Development Fund y presentadora del podcast Capital for Good en la Columbia Business School. Es autora de Capital and the Common Good: How Innovative Finance Is Tackling the World’s Most Urgent Problems (Columbia University Press, 2016) y Social Entrepreneurship for the 21st Century: Innovation Across the Nonprofit, Private, and Public Sectors (McGraw Hill, 2012).
