El camino de la plata: Vino, patrimonio y arte
“El vino es la poesía de la tierra” , Mario Soldati
Donde alguna vez rodaron carretas cargadas de lingotes rumbo a la Ciudad de México y a Sevilla, hoy circulan botellas que cuentan otra riqueza: la de la tierra alta, la de la vid que sobrevivió prohibiciones reales y plagas del siglo XX para renacer con fuerza.
<!–>Enlace imagenCultivo de vid.
Hace pocos meses nació “Vinos Camino de la Plata”, una marca colectiva que une por primera vez a cuatro bodegas de tres estados distintos —Zacatecas, San Luis Potosí y Aguascalientes— bajo el mismo relato histórico. No es un club de productores ni una denominación de origen tradicional; es un pacto para recordar que estas tierras comparten algo más profundo que fronteras administrativas: el viejo Camino Real de Tierra Adentro, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2010 y conocido popularmente como Ruta de la Plata.
Las cuatro casas que dan el primer paso son Tierra Adentro (Trancoso, Zacatecas), Pozo de Luna (San Luis Potosí), Santa Elena y Parcela (ambas en Aguascalientes). Cada una conserva su personalidad —los vinos precisos y elegantes de Pozo de Luna, la tradición rural de Santa Elena, el pulso contemporáneo de Parcela, el compromiso cultural de Tierra Adentro—, pero han decidido hablar con una sola voz cuando se trata de contar de dónde vienen.
<!–>Enlace imagenCamino de la Plata.
Y de dónde vienen es un cuento largo. La vid llegó con los españoles casi al mismo tiempo que la cruz y la espada; se plantó para la misa y, de paso, para el gusto. Felipe II intentó prohibirla en 1595, temeroso de que América le hiciera sombra a Jerez y Rioja. La prohibición nunca fue absoluta —las misiones siguieron celebrando la eucaristía con su propio vino— y, cuando México se independizó en 1821, la vid respiró libre otra vez. Sin embargo, plagas, revoluciones y olvido la mantuvieron casi extinguida hasta que, a finales del siglo pasado, familias tercas volvieron a apostar por ella en el altiplano.
En Zacatecas, don Isauro López plantó en los setenta uno de los viñedos más grandes del país; la filoxera lo arrasó en los ochenta y su hijo lo resucitó en 2002 con la guía de Hugo d’Acosta y Joaquín Madero. En Aguascalientes, la familia de Vinícola Santa Elena levantó en 2005 una bodega que hoy presume su etiqueta Sophie, un vino que lleva el nombre de la hija de los fundadores y que ha paseado con orgullo por concursos internacionales. En San Luis Potosí, dos amigos, Manuel Muñiz y José Cerrillo, fundaron Pozo de Luna con la obsesión de hacer el mejor vino posible a más de dos mil metros de altura. Parcela, más reciente, representa la generación que ya no pide permiso para innovar.
Lo que une a estas historias dispersas es la conciencia de que el Camino de la Plata no sólo transportó metal precioso durante tres siglos; también sembró una manera de habitar la tierra que hoy se traduce en vinos de altura, frescos, con buena acidez y una mineralidad que recuerda que debajo de las cepas hubo una vez vetas de plata.
El arte, como casi siempre en México, aparece cuando menos lo esperas. En Tierra Adentro, la bodega zacatecana que más ha empujado la alianza, el vino y la creación conviven sin estridencias. Su Museo de la Barrica —un espacio entre toneles de roble francés y americano— lleva años exhibiendo obra de Manuel Felguérez, el gran abstraccionista zacatecano, y de jóvenes que apenas empiezan. Desde el pasado 6 de noviembre acoge “Somos Guardianes”, una exposición del artista César Menchaca que coloca esculturas monumentales entre barricas como si siempre hubieran estado allí. El contraste funciona: la madera que guarda el vino y la piedra que guarda la memoria se entienden perfectamente.
<!–>Enlace imagen“Somos guardianes”, de César Menchaca.
El Camino Real de Tierra Adentro no sólo es historia; es un Patrimonio Mundial cuya protección está formalmente establecida.
Custodia Institucional: El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es la institución mexicana responsable de gestionar y proteger los bienes culturales del país. Fue el encargado de elaborar el expediente técnico y de presentar la propuesta ante la UNESCO para su declaratoria como Patrimonio Mundial en 2010.
El recorrido hoy: recorrer el tramo central del Camino Real de Tierra Adentro hoy es descubrir que la ruta no murió; simplemente cambió de carga. Ya no hay arrieros ni guardias contra los chichimecas, pero sí viñedos que trepan por laderas semidesérticas, bodegas familiares que abren sus puertas los fines de semana, y una generación de viticultores que sabe que la mejor manera de honrar la historia es seguir escribiéndola, copa a copa, paso a paso.
Quizá la próxima vez que alguien descorche un tinto de altura y note ese dejo mineral que no explica la ficha técnica, recuerde que viene de muy lejos: de una caravana que salió de Zacatecas hace cuatrocientos años y que, sin saberlo, llevaba en sus alforjas el futuro.
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