El apagón en Portugal: civismo de los ciudadanos, vulnerabilidad del Estado
Las horas que Portugal pasó sin electricidad el lunes reflejaron a las claras dos cosas: un ejemplar civismo de los ciudadanos y una extrema vulnerabilidad de las infraestructuras esenciales. El apagón iluminó de forma casi cegadora todos los fallos de los servicios que carecen de plan b para seguir funcionando. Solo los hospitales y algunos edificios públicos con generadores lograron mantener la actividad, aunque bajo mínimos. Pero ni siquiera el Instituto Nacional de Emergencias Médicas, que atiende las urgencias, y muchos centros de salud estaban preparados para esto. En algunos momentos las llamadas para solicitar una ambulancia tardaron más de 40 minutos en ser atendidas, según informó Rui Lázaro, presidente del Sindicato de Técnicos de Emergencia Hospitalaria, al diario Público.