El agua que ya tenemos

En México, la narrativa sobre la crisis hídrica suele centrarse en la escasez y el riesgo de un “Día Cero”. Sin embargo, esta visión ignora las soluciones disponibles y probadas que podrían transformar la gestión del agua en el país. La clave no está en buscar nuevas fuentes, sino en optimizar el uso del agua que ya tenemos, desde el “Día uno”: hoy.

La captación pluvial y el tratamiento eficiente del agua residual son dos estrategias clave. En el primer caso, la recolección de agua de lluvia para usos no potables puede aliviar significativamente la presión sobre fuentes tradicionales y ayudar a disminuir el riesgo de inundaciones urbanas.

Además, su implementación puede ser escalable, desde viviendas individuales hasta grandes complejos industriales.

En lo que respecta al tratamiento del agua en la industria, las cifras reflejan un rezago considerable. En México, entre el 10 y 12% del agua utilizada por las empresas es reciclada, según estimaciones de la Comisión Nacional del Agua y la iniciativa privada. Esto representa una fracción muy baja si se compara con países como Chile o Brasil, donde la reutilización industrial puede superar el 30% dependiendo del sector.

Por ejemplo, en la minería del cobre chilena, más del 70% del agua es recirculada. En México, en contraste, más del 50% del agua residual generada por la industria no recibe tratamiento ni se reutiliza. El informe Estadísticas del Agua en México 2023, publicado por la Conagua, indica que en 2022 operaban 3,809 plantas de tratamiento de aguas residuales industriales, que juntas trataban apenas el 48% de la carga total estimada.

Sin embargo, muchas de estas plantas existen porque fueron exigidas por regulación al momento de obtener permisos o licencias, pero no se les dio continuidad operativa. Es decir, fueron construidas para cumplir, no necesariamente para funcionar, como han advertido investigadores de la UNAM.

Hoy, con el agua más cara y escasa, cada vez más empresas se enfrentan al dilema de operar con pipas o reactivar sus Plantas de tratamiento.

El agua en la industria no solo es un insumo, también es un costo. Procesos como el enfriamiento, la limpieza de líneas de producción o la generación de vapor dependen de ella. Industrias como la alimentaria, la textil o la química requieren grandes volúmenes de agua y enfrentan también los mayores retos.

Mejorar esta estadística no sólo es viable, sino necesario.

La implementación de tecnologías avanzadas para filtrar y desinfectar, permite que el agua tratada cumpla con los estándares necesarios para su reutilización en procesos industriales, riego o incluso en usos domésticos no potables. Estas soluciones no sólo son técnicamente posibles, sino que también ofrecen beneficios económicos al reducir los costos asociados con la adquisición de agua nueva. Para que esta transformación ocurra de manera sistémica, el marco regulatorio debe acompañar. La NOM-001-SEMARNAT-2021, en vigor desde 2022, elevó los estándares para la descarga de aguas residuales, forzando a empresas y municipios a actualizar sus procesos. Su aplicación ha sido gradual, pero sus efectos ya son visibles.

Finalmente, no puede subestimarse el papel de la conciencia. Cambiar la manera en que entendemos el agua implica verla no solo como un insumo, sino como un activo estratégico. Una empresa que decide tratar y reutilizar su agua está, al mismo tiempo, asegurando su futuro. Frente a la incertidumbre climática y la presión de los mercados, lo racional hoy no es alarmarse por un Día Cero a futuro, sino actuar desde hoy, para que sea el Día Uno. Porque el agua ya la tenemos: lo que falta es gestionarla mejor.

*Director de Rotoplas Servicios de Agua

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