El 5G: clave tecnológica para aprovechar el nearshoring en medio de tensiones globales
En un contexto internacional cada vez más incierto, por las tarifas de Estados Unidos impuestas al mundo y en especial a China, México tiene de nuevo la oportunidad para posicionarse como un destino clave de inversión en manufactura avanzada. Y ahí es donde entra el 5G.
La integración de redes 5G permite una plataforma competitiva para la industria al habilitar procesos automatizados, hiperconectividad y toma de decisiones en tiempo real. Sectores como el automotriz, la electrónica o el comercio electrónico pueden dar un salto de productividad si cuentan con redes 5G robustas y estables. Hoy, mientras países como Corea del Sur o China superan el 90% de cobertura poblacional con 5G, México apenas alcanza el 54%. Esta diferencia no es trivial. Significa que el país está dejando pasar oportunidades de atraer inversión extranjera directa (IED) que busca cadenas de valor resilientes, eficientes y con infraestructura digital comparable a la de mercados desarrollados.
Además, si se toma en cuenta la creciente rivalidad comercial entre EUA y China, las empresas globales buscan con urgencia diversificar su producción fuera del sudeste asiático. Y México es de nuevo un candidato atractivo. Sin embargo, esta oportunidad exige condiciones propicias de conectividad como: espectro radioeléctrico disponible, reglas claras para licitarlo, costos competitivos y un entorno que favorezca la inversión tecnológica.
Lamentablemente, la cancelación de la licitación IFT-12 a inicios de año fue una señal contraria. Las reglas poco atractivas, altos costos del espectro y la incertidumbre sobre el rol del regulador dejaron al mercado en pausa. Si el país quiere ser competitivo en la nueva geografía del comercio global, es urgente replantear la política pública en telecomunicaciones con visión estratégica.
Más allá del despliegue de redes móviles, México tiene una ventaja poco explorada: el crecimiento de redes privadas 5G (RP5G) en sectores como minería, manufactura o agricultura lo demuestran. Estas redes permiten operaciones críticas con baja latencia y alta seguridad, siendo ideales para automatizar procesos y reducir costos en sectores estratégicos. Con un marco regulatorio más flexible, como el “uso secundario” del espectro, estas soluciones podrían escalar y ayudar a la manufactura avanzada.
El caso de la industria automotriz es otro ejemplo. En México se desarrollan autopartes con alto componente tecnológico para los vehículos autónomos, que requieren conectividad avanzada para funcionar. En un futuro donde la mayoría de coches estarán interconectados, tener infraestructura 5G local será un factor decisivo para atraer nuevas inversiones al país.
Pero no todo es manufactura. El 5G también impulsa el ecosistema digital: comercio electrónico, plataformas de audio y video, videojuegos y banca digital que seguirán generando un volumen de datos. Esto ya ha detonado un auge en la inversión en centros de datos, especialmente en regiones como Querétaro, CDMX o Jalisco, impulsada por la necesidad de infraestructura digital descentralizada y eficiente.
El 5G no debería ser considerado una condición habilitante para competir en la economía global, por lo que su despliegue debe estar en el centro de la discusión para el aumento de la competitividad de nuestra industria y no darnos el lujo de perder esta segunda oportunidad.