‘Duoteísmo’ mexicano: el idilio sagrado entre el Club Deportivo Guadalajara y la Virgen de Guadalupe
En enero de 1957, José Garibi Rivera, arzobispo de Guadalajara y representante del Vaticano, recibió a los jugadores del equipo de fútbol de las “chivas”, quienes acababan de ganar su primera liga tras derrotar al Irapuato, gracias a un gol de cabeza del histórico delantero Chava Reyes.
La sorpresa de los futbolistas fue mayúscula cuando el que fuera primer cardenal mexicano y miembro del cónclave que eligió a Pablo VI se levantó la sotana y dejó ver debajo de ella la mítica camiseta rojiblanca de las “chivas”, a las que en ese momento bautizó con el sobrenombre que han llevado hasta la fecha: “El rebaño sagrado”.
La fe que une a millones
En México, las pasiones se viven a flor de piel. Dos de las más intensas son la devoción a la Virgen de Guadalupe y el amor por el Club Deportivo Guadalajara, conocido como las “chivas”. A simple vista, parecen mundos distintos: uno religioso, otro deportivo. Pero si miramos de cerca, descubrimos que ambos comparten símbolos, emociones y un vínculo profundo con la identidad mexicana.
Los días 12 de diciembre de cada año, millones de personas llegan a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México. Jóvenes, familias y adultos mayores recorren caminos a pie, en bicicleta o incluso de rodillas para rendir tributo a la patrona de México. Esa fecha transforma al país en un mosaico de fe. Cantos, rezos y “mañanitas” (cumpleaños feliz) se sienten en todo México.
Enlace imagenMillones de devotos de la Virgen de Guadalupe se dirigen a su Basílica el 12 de diciembre.
Algo similar ocurre cuando las “chivas” salen a la cancha. Sucede en vivo, dentro del estadio Akron, o frente a una televisión. Los colores rojo, blanco y azul generan la misma intensidad emocional que provoca el manto de la Virgen. Aficionados cantan, gritan goles y, en ocasiones, encomiendan el resultado a la “Morenita del Tepeyac”.
Rituales que emocionan
La religiosidad guadalupana y el fervor rojiblanco tienen algo en común: los rituales. Veladoras, rosarios y altares en un lado; playeras, banderas y porras (grupos de animación) en el otro. Ambos espacios, templo y estadio, transforman lo individual en colectivo. En una sociedad donde la humanidad está cada vez más encapsulada, la devoción compartida une a multitudes en el dolor, la esperanza y la alegría.
Estudios recientes muestran que los aficionados sienten orgullo no solo por los títulos, sino también por los valores de su equipo. Desde sus inicios, las “chivas” solo juegan con futbolistas mexicanos, un fenómeno similar al que encarna el Athletic Club de Bilbao en España, que sólo integra a futbolistas de origen vasco.
